"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

sábado, 15 de março de 2008

Seria o Irã uma forma de democracia?

¿Importan las elecciones parlamentarias de Irán?

by Karim Sadjadpour

TEHERÁN - ¿Hay que tomar en serio las próximas elecciones parlamentarias de Irán que se celebrarán el 14 de marzo o se trata simplemente de una farsa en una institución emasculada?

Paradójicamente, las elecciones iraníes son anormales tanto si se juzgan con criterios democráticos como si miden con criterios autocráticos. Si bien no son ni libres ni justas, hay diferencias reales entre los candidatos, y los resultados frecuentemente son impredecibles. A diferencia de las elecciones manipuladas donde los ganadores están predeterminados, el sistema iraní permite elecciones competitivas entre candidatos preseleccionados. Muy pocos previeron la aplastante victoria presidencial del reformista Mohammed Khatami en 1997 y aún menos predijeron la victoria del presidente de línea dura Ahmedinejad en 2005.

Para quienes consideran que el vaso democrático de Irán está medio lleno, las elecciones del Majles de este 14 de marzo serán las vigésimo octavas desde la fundación de la República Islámica en 1979, lo que arraiga aún más una cultura política única en Medio Oriente. Como dice el académico iraní, Mohsen Milani, “Con todos sus serios defectos, es a través de este proceso que se puede esperar que haya cambios en la política y la conducta de Irán”.

Pero hay razones válidas para considerar que el vaso democrático de Irán está medio vacío. Los candidatos considerados insuficientemente devotos o carentes de lealtad a la constitución teocrática del país no pueden participar. Este año, cientos de candidatos reformistas fueron descalificados. Incluso un nieto del Ayatola Khomeini decidió no presentarse después de que se le descalificó inicialmente y sus valores religiosos y lealtades políticas se pusieron en duda.

Además, el Majles, con sus 290 curules, es un actor de segundo nivel en la estructura de poder de Irán. Superficialmente es igual a cualquier otro parlamento. Su miembros redactan las leyes, ratifican tratados internacionales y aprueban el presupuesto anual del país. En teoría, incluso están facultados para remover a los ministros del gabinete y juzgar al presidente en caso de mala conducta.

En la práctica, sin embargo, todas las decisiones del Majles están sujetas a la aprobación del Consejo de los Guardianes, un órgano no electo de 12 juristas (todos nombrados directa o indirectamente por el líder supremo, el Ayatola Khamenei) que tiene la facultad constitucional de aprobar a todos los candidatos a elecciones y de vetar cualquier legislación parlamentaria. Irónicamente, en 2003 el parlamento reformista aprobó leyes destinadas a limitar el poder del Consejo de los Guardianes, el cual previsiblemente las rechazó.

No obstante, en un sistema político en el que las decisiones se toman por consenso, el Majles puede desempeñar un papel importante de enmarcar los debates nacionales. El Majles dominado por los reformistas que estuvo en funciones de 2000 a 2004 incluía a aliados de Khatami que intentaron ampliar los límites del discurso político aceptable, defender la democracia y los derechos humanos y proponer un enfoque más conciliador de la política exterior.

En contraste, el parlamento actual, elegido tras una purga masiva de reformistas, comenzó su sesión inaugural con gritos de “Muerte a los Estados Unidos”. Sus miembros comparten el conservadurismo social de Ahmedinejad y su aversión por la negociación diplomática en lo que se refiere a la cuestión nuclear.

En las próximas elecciones para el Majles, la batalla entre conservadores y reformistas ha sido prácticamente sustituida por la lucha entre los simpatizantes de línea dura de Ahmedinejad y los conservadores más pragmáticos menos apegados a la ideología revolucionaria.

Este último grupo se está consolidando bajo el liderazgo del ex negociador en jefe sobre las cuestiones nucleares, Ali Larijani, el alcalde de Teherán, Mohammmed Bagher Ghalibaf y el ex comandante de la Guardia Revolucionaria, Mohsen Rezaii. Aunque hace tres años se les consideraba de línea dura, hoy en día se ven moderados en comparación con Ahmedinejad.

El talón de Aquiles de los duros es el mal manejo de la economía por parte de Ahmedinejad. En los días más fríos del crudo invierno de este año, la falta de calefacción provocó la muerte de más de 60 personas e Irán es tal vez el único productor importante de petróleo cuya población afirma que las condiciones económicas han empeorado a pesar de una triplicación de los precios del crudo.

Eso debería ayudar a los conservadores más pragmáticos. Pero las elecciones en Irán son notoriamente impredecibles por dos razones.

En primer lugar, es difícil medir el sentimiento popular fuera de la capital. Aunque Teherán es el corazón político de Irán, la baja participación entre los electores urbanos descontentos ha reducido su influencia sobre el resto del país. Ahmedinejad lo entiende y ha hecho visitas frecuentes a las provincias prometiéndoles beneficios económicos.

En segundo lugar, en un país que carece de partidos políticos organizados, la función de campaña que desempeñan las organizaciones paramilitares y militares leales al líder supremo, el Ayatola Khamenei, podría ser decisiva. Su movilización masiva ayudó a llevar a Ahmedinejad a la victoria en 2005.

Es poco probable que un triunfo de los conservadores pragmáticos tenga consecuencias importantes sobre la política exterior iraní. Sin embargo, sería un alivio para los iraníes y para los miembros de la comunidad internacional que se preocupan por el aparente retorno del país al radicalismo revolucionario.

Si bien puede ser prematuro escribir el obituario político de Ahmedinejad en caso de que sus aliados pierdan, una victoria para ellos aumentaría las probabilidades de su reelección en junio de 2009. Nada más por eso, las próximas elecciones deben tomarse en serio.

Karim Sadjadpour es socio del Carnegie Endowment for International Peace.

http://www.project-syndicate.org/commentary/sadjadpour4/Spanish

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