Bolivia y Chile fortalecen lãs bases para el diálogo del mar
ABDEL PADILLA
Periodista
Cíclicamente, Bolivia y Chile han sido protagonistas de acercamientos que han alentado las expectativas en ambos pueblos respecto a la ansiada definición del tema marítimo, aunque este sentimiento fuera mayor y más evidente en un pueblo más que en el otro.
Hoy se vive uno de estos momentos, con una relación consagrada de "buenas señales" y una negociación que aparentemente va viento en popa, como se han encargado de recordar no sólo los representantes diplomáticos, sino los propios mandatarios. No por nada, el presidente Morales ha dicho ayer en el acto central del Día del Mar, que espera que la confianza mutua iniciada entre ambas naciones devuelva el mar al país, a tiempo de recordar que ´Bolivia jamás dejará de luchar para recuperar un mar con plena soberanía´
En esta línea también se han pronunciado últimamente entidades de la sociedad civil, que demuestran que si bien las posiciones duras y los nacionalismos no han sido erradicados, son cada vez más —en especial jóvenes— los que demandan llegar a un acuerdo, aunque no definitivo, de este conflicto centenario.
"No definitivo" en este contexto tiene un particular significado porque es, al parecer, el primer punto de encuentro en la mesa de negociaciones: que la solución al problema se hallará de manera gradual, lo que descarta de inicio que Bolivia acceda al territorio marítimo de manera soberana sin una previa fórmula intermedia, lo que no significa que haya renunciado a dicha cualidad. La pregunta aquí cae por su propio peso: ¿y existe esta fórmula intermedia?
No sólo una sino hasta cinco o seis, que si bien ninguna en particular ha sido manifiestamente apoyada por alguno de los cuerpos diplomáticos, forman parte de la discusión de la mesa de negociación, que a la luz de los hechos se muestra algo más grande que los 13 puntos de la agenda oficial. Entre estas propuestas pueden citarse: la supremacía territorial, la soberanía funcional, un corredor trinacional u otro terrestre binacional o un enclave soberano.
Sólo el reconocimiento de que se discute alguna de estas posibilidades —como lo dijera el canciller boliviano, David Choquehuanca, en una entrevista publicada el domingo en este medio— es la mejor prueba de que hay avances.
El propio Choquehuanca lo ha dicho: "Con Chile no se descarta nada, ni siquiera venderle gas", con lo que no sólo entierra la política de "gas por mar", que propusiera la gestión de Carlos Mesa y que para muchos nació muerta, sino que abre las puertas a un intercambio comercial más activo y que para los empresarios bolivianos ojalá fuera más equitativo, en alusión directa a una demanda de mayor apertura de mercados. Ciertamente, después de todo, Bolivia le compra más a Chile.
Aunque incluso en ello se han dado recientes señales: la administración de ciertas áreas por parte de Bolivia del puerto de Iquique, es una de ellas, que forma parte de la agenda de 13 puntos, la misma que a decir de Sergio Molina, periodista y analista boliviano radicado en Santiago, "marcha en un marco de relaciones óptimas".
Todas son señales, cierto, pero "no menos importantes", como dice el ex canciller boliviano Gustavo Fernández, quien prefiere esperar a emitir cualquier juicio sobre el avance de las negociaciones.
Esperar, por otro lado, quizás es lo prudente sobre la base de las intensas relaciones bilaterales.
A decir del ex canciller boliviano Jorge Escobari Cusicanqui, la historia de las relaciones entre Bolivia y Chile en el intento de llevar a buen puerto el tema marítimo, ha derivado sólo en frustraciones por parte del primero producto de, por lo menos, 10 "desaires" chilenos —como los llama y contabiliza el diplomático—, en más de 100 años de encuentros y desencuentros.
Para otros, entre ellos el también diplomático Wálter Montenegro, son menos los momentos en los que, por intermedio de las negociaciones, Bolivia estuvo cerca de retornar al Pacífico, aunque no sólo por efecto del desdén chileno, sino también, y en gran medida, por el desatino y la negligencia de los diplomáticos bolivianos de turno. De ahí que prefiere hablar de "oportunidades perdidas".
Como fuere, desde una visión o desde la otra, el resultado es el mismo: la irresolución de un conflicto centenario que de cuando en cuando se debate en un escenario henchido de "buenas señales".
No sólo se vive de señales
Como tanto Bolivia como Chile son conscientes de lo peligroso e impopular que, al final, puede resultar un gestión sustentada sólo en señales, se trabaja sobre ciertos parámetros que nacen de la experiencia histórica y el cálculo político ante una eventual propuesta conjunta.
En otras palabras, aunque no se lo divulgue, sí existen puntos comunes sobre los que se discute y que pueden resumirse en la siguiente sentencia: que si algún día Bolivia se reintegra al Pacífico, lo hará inevitablemente de manera gradual, y en una negociación bilateral, aunque con el ´consentimiento´ peruano, para decir menos. En este marco, cual fuere la fórmula, lo más probable es que sea el norte de Arica la región elegida para el trato.
No se incluye en esta lista la ´confianza mutua´ entre los pueblos, que si bien es un elemento que ha sido en su oportunidad destacado por ambos gobiernos, y de hecho ha sido la pieza fundamental del discurso del presidente Evo Morales ayer en el acto central del Día del Mar, contribuye a la integración, pero no a la reivindicación marítima, como dirá la historiadora chilena Loreto Correa.
http://www.la-razon.com/versiones/20080324_006221/nota_244_566646.htm
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