"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?
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sábado, 31 de outubro de 2009

Bush defende Índia e Brasil no Conselho de Segurança

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Pramit Pal Chaudhuri, Hindustan Times

New Delhi, October 31, 2009

First Published: 14:50 IST(31/10/2009)

Last Updated: 15:09 IST(31/10/2009)

Bush backs India for UNSC, but says it's difficult

When the decision is made to expand the United Nations Security Council, said former US President George W Bush speaking at the Hindustan Times Leadership Initiative, “India will be part of the mix.” He said the main barrier was less India’s credentials than the crossing the threshold of agreeing to expand the council.
In a speech that otherwise emphasised the importance of the Indo-US relationship, Bush said, “We seriously considered expanding the UN in, I think, 2006. Condoleezza Rice, then US Secretary of State, began serious discussions on the issue. But when we talked to other countries, we got blowback.” Bush said present veto-wielding countries were less than happy with the idea once they realized an expansion of the permanent membership would mean a dilution of their influence.
“The Security Council should be changed given the new realities of the world,” said Bush. “But the politics is difficult.” Japan, the world’s second largest economy, was a good candidate as were regional powers like Brazil. “India, however, must be considered as part of the mix.”

Bush’s statements made it clear he was no believer in compromise with militancy. He strongly opposed letting the Taliban takeover Afghanistan again. “They would make Afghanistan a safe haven for terrorists.” He expressed strong emotions at the idea of what a Taliban recovery would mean in terms of “suppression of Afghan women.” India and the US, he said, “had to stand together to support this young democracy.”

Bush was also vehement about his belief that spreading democracy, spreading values “shared by the US and India” was what would bring peace to the world. “In the long-term, the way to fight terrorists is tackle their ideology and for that we need to advance our values of democracy.”

Bush began his speech at the conference speaking about how he, Manmohan Singh and Atal Bihari Vajpayee had worked to bring the Indo-US partnership “into the 21st century.” He mentioned a long list of initiatives that had taken place during his administration including the civilian nuclear agreement.
“India and the US should not only have an important relationship, but also the best relationship in the world,” he said. “But this will not happen automatically.” Bush made it clear the US would still pursue its relations with Pakistan and China as well. “It is in India’s interest that a friend an ally be engaged with your neighbour,” he said.

“I believe the changes I helped bring about in the Indo-US relationship” and the strategic partnership it is creating  will help underpin world peace “50 years from now.”

http://www.hindustantimes.com/StoryPage/Print/471272.aspx

domingo, 24 de maio de 2009

Democracia na política externa americana

Es necesario reconsiderar la promoción de la democracia

by Joseph S. Nye

Cambridge – El presidente George W. Bush solía proclamar que la promoción de la democracia era uno de los objetivos centrales de la política exterior estadounidense. No es el único que ha utilizado esta retórica. La mayoría de los presidentes estadounidenses desde Woodrow Wilson han hecho declaraciones similares.

Por ello, cuando la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, testificó ante el Congreso hace unos meses sobre las tres “D” de la política exterior de su país, llamó la atención que hablara de defensa, diplomacia y desarrollo. La “D” de democracia brilló por su ausencia, lo que sugiere un cambio de política de la administración de Barack Obama.

Tanto Bill Clinton como George W. Bush frecuentemente hacían referencia a los efectos benéficos de la democracia sobre la seguridad. Citaban estudios de las ciencias sociales que demuestran que las democracias rara vez se declaran la guerra. No obstante, dicho con más cuidado, lo que los académicos indican es que las democracias liberales rara vez se declaran la guerra, y puede ser que una cultura constitucional liberal sea más importante que el mero hecho de las elecciones.

Si bien éstas son importantes, la democracia liberal es más que una "electocracia". Las elecciones sin limitaciones constitucionales y culturales pueden provocar violencia, como en Bosnia o en el caso de la Autoridad Palestina. Además, las democracias no liberales se han enfrentado, como sucedió con Ecuador y Perú en los años noventa.

A ojos de muchos críticos internos y externos, los excesos de la administración Bush devaluaron la idea de la promoción de la democracia. Al invocar la democracia para justificar la invasión de Iraq, Bush implicaba que se podía imponer por la fuerza de las armas. La palabra democracia quedó asociada con su peculiar variante estadounidense y adquirió una connotación imperialista.

Además, la exagerada retórica de Bush contrastaba a menudo con sus prácticas, con lo que se granjeó acusaciones de hipocresía. Para él era mucho más fácil criticar a Zimbabwe, Cuba y Birmania que a Arabia Saudita o Pakistán, y los reproches que hizo a Egipto en un principio pronto bajaron de tono.

No obstante, existe el peligro de reaccionar de manera exagerada a las fallas de las políticas de la administración Bush. El crecimiento de la democracia no es una imposición estadounidense y puede adoptar muchas formas. El deseo de una mayor participación se amplía a medida que las economías se desarrollan y los pueblos se ajustan a la modernización. La democracia no está en retirada. Freedom House, una organización no gubernamental, contaba 86 países libres al principio de la administración Bush, con un ligero incremento a 89 cuando ésta terminó.

La democracia sigue siendo una meta encomiable y extendida, pero es importante distinguir entre el objetivo y los medios que se utilizan para alcanzarlo. Hay diferencias entre la promoción agresiva y un apoyo más moderado a la democratización. Evitar la coerción, las elecciones prematuras y la retórica hipócrita no debería impedir una política paciente que recurra a la asistencia económica, la diplomacia tras bambalinas y los enfoques multilaterales a la ayuda para el desarrollo de la sociedad civil, el Estado de derecho y elecciones administradas correctamente.

Las formas en que practiquemos la democracia en casa son tan importantes como los métodos de política exterior que utilicemos para apoyarla en el extranjero. Cuando tratamos de imponer la democracia, la devaluamos. Cuando hacemos honor a nuestras mejores tradiciones, podemos estimular la emulación y crear el poder suave de la atracción. Este enfoque es lo que Ronald Reagan llamaba la “ciudad resplandeciente en la colina.”

Por ejemplo, muchas personas, tanto dentro como fuera de Estados Unidos veían con cinismo el sistema político estadounidense y aducían que estaba dominado por el dinero y cerrado a los extranjeros. La elección de Barack Hussein Obama en 2008 hizo mucho para restablecer el poder suave de la democracia estadounidense.

Otro aspecto de la práctica interna de la democracia liberal en Estados Unidos es cómo encara el país la amenaza del terrorismo. En el ambiente de miedo extremo que siguió a los ataques del 11 de septiembre de 2001, la administración Bush se dedicó a hacer interpretaciones jurídicas tortuosas del derecho nacional e internacional que mancharon la democracia estadounidense y redujeron su poder suave.

Afortunadamente, una prensa libre, un poder judicial independiente y una legislatura pluralista ayudaron a que esas prácticas se sometieran a debate público. Obama ha proclamado que cerrará la prisión de Guantánamo en un plazo de un año y ha desclasificado los memorandos legales que se utilizaron para justificar lo que ahora se considera de manera generalizada como tortura de los detenidos.

Pero el problema de cómo afrontar el terrorismo no es sólo una cuestión de historia. La amenaza persiste y es importante recordar que los pueblos con sistemas democráticos desean tanto libertad como seguridad.

En momentos de miedo extremo el péndulo se mueve hacia el lado de la seguridad. Durante la Guerra Civil, Abraham Lincoln suspendió el derecho de habeas corpus – el principio por el cual los detenidos pueden impugnar su arresto en un tribunal y Franklin Roosevelt encerró a los ciudadanos estadounidenses de origen japonés durante los primeros días de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando se les pregunta a algunos de los miembros más razonables de la administración Bush cómo pudieron adoptar las posiciones que adoptaron en 2002, citan los ataques con ántrax posteriores al 11 de septiembre, los informes de inteligencia sobre un inminente ataque con material nuclear y el miedo generalizado de un segundo ataque contra el pueblo estadounidense. En esas circunstancias, hay tensión entre la democracia y la seguridad.

El terrorismo es una forma de teatro. Logra sus efectos no con la destrucción misma, sino con la dramatización de actos atroces contra los civiles. El terrorismo es como el Ju-jitsu. El adversario más débil utiliza la fuerza del poderoso para derrotarlo.

Los terroristas buscan crear un ambiente de miedo e inseguridad en el que nosotros mismos nos dañemos socavando la calidad de nuestra democracia liberal.  Para preservar y apoyar la democracia liberal, tanto en casa como en el extranjero, será esencial impedir nuevos ataques terroristas y al mismo tiempo entender y evitar los errores del pasado. Este es el debate que la administración Obama encabeza actualmente en Estados Unidos.

Joseph S. Nye, Jr., profesor en Harvard, recientemente fue calificado como el académico más influyente en materia de política exterior estadounidense.

http://www.project-syndicate.org/commentary/nye70/Spanish

domingo, 16 de novembro de 2008

Quem salvará a indústria automobilística?

O secretário do Tesouro dos EUA resite em ajudar a GM, e aí mora o problema. Todo tomador de decisões deve fazer escolhas. Em geral, nota-se os erros, mas as conseqüências passam despercebidas. O problema dos momentos de crise financeira é que qualquer movimento equivocado é amplificado e a crise realimentada. A GM já estava com problemas antes de estourar a crise. Mas a falência da GM gerará uma reação em cadeia, porque se os bancos não querem financiar mais a GM apesar do seu tamanho e importância no mundo, se ele quebrar, qual empresa os bancos estarão dispostos a financiar? O crédito irá se contrair ainda mais para a economia real, mais empresas entrarão em situação de falência, e a recessão se aprofundará. Por outro lado, se o governo ajuda a GM, todas as outras empresas vão esperar o mesmo tratamento e podem começar a se arrisacarem em negócios nebulosos. Períodos de crises pode ser lucrativo para quem estiver disposto a se expor a um risco maior. Outra questão a ser considerada é que o governo americano pode ajudar a GM  e problema não ser resolvido. E aí mais uma vez a crise será realimentada, e as políticas subseqüentes do governo serão encaradas com desconfiança. Governos precisam de ousadia, a linha entre o fracasso e o sucesso é muito tênue.

On the edge

Nov 13th 2008
From The Economist print edition

After the bank bail-out, it is now Detroit’s carmakers who are pleading for help

Corbis

Corbis

IF NOTHING else, the revelation by General Motors (GM) on November 7th that it is in danger of running out of cash before the end of the year has concentrated minds. The reaction within the embattled car industry, and in Washington, DC, has been the same: we knew it was bad, but we did not know it was that bad. Ford is in a similar position, although its cash should hold out for a few months longer.

As for Chrysler, the smallest and weakest of Detroit’s Big Three, the precise state of its finances are harder to gauge because it is privately held. But the increasingly desperate attempts by Cerberus Capital Management, the private-equity firm that owns 80% of Chrysler, to offload some or all of it to another carmaker (GM said on November 7th that it had walked away from such a deal) suggest that its future as an independent entity is all but over.

What will happen next? The shareholders have been more or less wiped out, the credit markets are closed and neither GM nor Ford has any non-core assets that anyone wants to buy, with the possible exception of Ford’s 33% stake in Mazda, a profitable Japanese carmaker. The North American car market should come back strongly in 2010 or 2011, but for all practical purposes, that is light-years away: North American sales are running at their lowest levels since the early 1980s, when the population was 50m smaller. There are just two broad options: either the federal government steps in to save Ford and GM (Chrysler is probably unsalvageable) or America’s two biggest car firms must seek Chapter 11 bankruptcy protection.

In many ways, Chapter 11 was designed for just such a contingency. For all their present agonies, both Ford and GM have good long-term prospects. They have relatively healthy businesses in Europe and have been doing well in emerging markets, such as China, where there is vast potential.

They are also nearing the final stage of a lengthy and painful restructuring of their North American operations. Two million units of capacity have been stripped out; factories are being converted to produce more fuel-efficient cars; and a landmark deal with the United Auto Workers union in 2007 paved the way to cutting $1,000 of costs on every car they make from next year. “The river they are swimming across has been getting wider and deeper, but the pot of gold on the other side has been getting bigger as well,” says David Cole of the Center for Automotive Research.

However, there is considerable scepticism both within the industry and among analysts as to whether Chapter 11 is a way forward for GM and Ford (though it may, some concede, be more appropriate for Chrysler). Mr Cole says that “it would kill them in the market”. The fear is that rather than give the firms a breathing space in which they could complete the restructuring of their operations and extract further concessions from the union, Chapter 11 would set off a downward spiral.

Consumer surveys that suggest that 80-90% of prospective customers would abandon the products of a carmaker that had filed for bankruptcy protection. When airlines went into Chapter 11, most of their passengers stuck with them, reasoning they would be at least be in business long enough for tickets bought for trips just a few weeks away to be honoured.

Cars are different. A car is the most expensive purchase many consumers make, and by buying a car they also enter into a long-term contract. Buyers expect their 60,000-mile warranties to be honoured, parts to be kept supplied and their dealers not to have disappeared. Used-car values are also a critical part of the deal. If the firm that made the car has gone bust, it becomes virtually unsellable secondhand.

A further reason why Chapter 11 might not work for the carmakers, says Mark Oline, an analyst at Fitch Ratings, is that they have very little scope for further cost-cutting. “They’re not being crushed by wage and benefit costs—it’s about revenue and products now,” he says. Bankruptcy would do nothing to speed up the introduction of vital new models.

Those arguments may have weighed heavily with both Barack Obama, the president-elect, and the Democrats in Congress, who are moving towards sanctioning a bail-out package. They have gained added force from estimates of the economic fallout that could follow bankruptcy. Rod Lache, an analyst at Deutsche Bank, believes it would imperil many of the component-makers in North America, which in turn would hit the foreign-owned “transplant” factories that make up the rest of America’s car industry.

Mr Cole’s firm has modelled a scenario in which Detroit’s production falls by 50%. He estimates that in the first year that would cost 2.5m jobs: 240,000 from the carmakers themselves; 795,000 from suppliers and 1.4m from other firms indirectly affected. The cost in transfer payments and lost taxes would exceed $100 billion over three years. Some of Mr Cole’s assumptions are likely to be too pessimistic, but his blood-curdling forecast and others like it have helped to convince legislators that the $50 billion of help that the carmakers are asking for would be cheap at the price.

How and when the rescue funds will arrive is less certain. Nancy Pelosi, the House speaker, has called for a bill giving the carmakers access to the $700 billion Troubled Asset Relief Programme (TARP) established to shore up failing banks. But Hank Paulson, the treasury secretary, said on November 12th that this was not what the TARP had been intended for. Some are calling for a repeat of the scheme used to bail out Chrysler in 1979. On that occasion, in exchange for a loan of $1.5 billion, the government received warrants that it eventually sold for a profit.

A “lame duck” session of Congress could be convened as early as next week to pass the necessary legislation. President Bush might still veto it, but is less likely to do so if Mr Obama backs the plan. His recent victory is at least one piece of luck to have come the carmakers’ way.

http://www.economist.com/world/international/displaystory.cfm?story_id=12601839

sábado, 15 de novembro de 2008

Bush e a Índia

La India disiente de la Obamanía

by Pramit Pal Chaudhuri

NUEVA DELHI – La India es uno de los pocos países, la mayoría concentrados en Asia y África, en los que el sentimiento a favor de los Estados Unidos aumentó, en realidad, durante el gobierno de George W. Bush. Aun así, hubo más indios a favor de la elección de Barack Obama que de la de John McCain. ¿Cómo se puede explicar esa aparente contradicción?

En el fondo del éxito del gobierno de Bush en la India estaba la creencia de que este país era una nación cuyo ascenso era beneficioso para los intereses de los Estados Unidos, lo que movió a Bush a procurar ajustar el orden internacional en provecho de la India, muy en particular negociando una exención del Tratado de No Proliferación Nuclear para la India. El resultado claro fue una relación indoamericana más estrecha y una opinión positiva sobre Bush que prevaleció sobre acciones impopulares, como, por ejemplo, la invasión del Iraq.

La elección de Obama –el éxito de un miembro de una minoría no blanca en la democracia más antigua del mundo– ha cautivado la imaginación de muchos indios. Lo jalean los medios de comunicación y las clases intelectuales. Entre los partidarios más fervientes de Obama en los EE.UU. ha figurado la comunidad indoamericana, compuesta por casi tres millones de personas. Según dijo un asesor de Obama, “no se puede dar un paso en el bando de Obama sin pisar un pie a un indoamericano”.

Antes de las elecciones, muchos indios no podían creer que un afroamericano fuera a ser elegido jamás para residir en la Casa Blanca. Su elección ha aumentado –como era inevitable– el prestigio de los EE.UU. como tierra de auténticas oportunidades, una nación cuyos credenciales multiculturales son tan grandes –si no más– como los de la poliglota y poliétnica India.

El mayor escepticismo sobre una presidencia de Obama corresponde a la minoría estratégica india, centrada en la promoción de los intereses económicos y políticos de la India en el mundo entero, que encontró un aliado en pro de esa causa en Bush. Sean cuales fueren las credenciales étnicas de Obama, el gobierno de la India ha advertido en sus declaraciones motivos para creer que no lo apoyará tanto como Bush.

En primer lugar, la India recela que  el gobierno demócrata incluirá a los mismos partidarios de la no proliferación nuclear que se opusieron a la exención propuesta por Bush. Obama ha dicho públicamente que se propone hacer lo posible por conseguir un tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares, al que la India se opone, porque su capacidad de disuasión nuclear sigue siendo incompleta.

En segundo lugar, Obama ha atacado la contratación externa de servicios en lugares como la India y la relocalización de empleos manufactureros a Asia en conjunto. Además, sus asesores indican que procurarán incorporar disposiciones sociales, como las normas laborales, a las futuras negociaciones comerciales internacionales. Aunque los candidatos suelen dar marcha atrás de sus posiciones proteccionistas, una vez que llegan al poder, el control por los demócratas de las dos cámaras del Congreso puede que no deje ese margen a Obama.

En tercer lugar, se ha dicho que un gobierno demócrata situará el cambio climático en una posición prominente de su política mundial. Si se centra en mitigar la producción de carbono con medios tecnológicos, no habrá grandes motivos de preocupación. Sin embargo, si la  política se inclina por medidas más coercitivas, como, por ejemplo, la aplicación de aranceles al carbono y similares, es probable que el resultado sea la conversión del cambio climático en una lucha por la seguridad energética. Además, enfrentará a los grandes emisores de carbono del futuro, la India y China, con contaminadores actuales como los EE.UU. y Europa.

Por último, las conversaciones con algunos asesores de Obama y sus discursos indican que en los próximos años la preocupación principal de Washington en materia de seguridad serán el Afganistán y el Pakistán. “El del Iraq es un problema del pasado”, dijo un asesor a un auditorio indio hace unas semanas.

Según los asesores de Obama, la esencia del problema es la neurosis en aumento del régimen pakistaní. El Pakistán padece una guerra intestina y es propenso a ver conspiraciones contra él por parte de prácticamente todos sus vecinos y con frecuencia de los EE.UU. En este momento, una importante preocupación en este último país es la de disipar esos temores. Un elemento de esa política sosegadora, según ha dicho repetidas veces Obama y la más reciente ha sido en una entrevista televisiva, es el de “intentar resolver la crisis de Cachemira para que, en lugar de en la India, [el Pakistán] se centre en la situación de esos militantes”.

Se trata de un objetivo sensato y los dirigentes de la India reconocerán que redundaría en su provecho, pero cualquier proceso de paz sobre Cachemira que se vea como consecuencia de la presión de los EE.UU. estará políticamente muerto al llegar a la India. Cachemira es un campo de minas diplomático. Un paso equivocado al respecto podría dar como resultado una congelación de las relaciones indoamericanas durante años.

En última instancia, existen indicios de que el nuevo gobierno de Obama procurará restablecer un status quo internacional anterior a la presidencia de Bush: entre otras cosas, restablecer los lazos con Europa, reforzar el régimen de no proliferación nuclear y posiblemente devolver a China el carácter de eje de la política de los EE.UU. en Asia. En ese caso, la cuestión para la India será la de si con ello se reduce el espacio internacional que el país obtuvo con Bush.

En ese caso, es muy probable que un sector en el que el gobierno de Obama no conseguirá avanzar será en el de la intensificación de la relación indoamericana, aparte de la esfera estrictamente económica.

Pramit Pal Chaudhuri es jefe de redacción del Hindustan Times y miembro del Consejo Internacional de la Asia Society.

http://www.project-syndicate.org/commentary/chaudhuri3/Spanish

quinta-feira, 21 de agosto de 2008

O retorno da bomba como tema e um conservador racional e inteligente

DESABAFO DE UM CONSERVADOR: VOCÊ ESTÁ PRONTO PARA UMA GUERRA NUCLEAR?

Atualizado em 20 de agosto de 2008 às 20:09 | Publicado em 20 de agosto de 2008 às 19:35

por Paul Craig Roberts, no Counterpunch
Pervez Musharraf, o fantoche instalado pelos Estados Unidos para governar o Paquistão no interesse da hegemonia dos Estados Unidos, renunciou no dia 18 de agosto para evitar impeachment. Karl Rove e as máquinas de votação eletrônica da Diebold não foram capazes de controlar a última eleição no Paquistão, que deu aos paquistaneses um voz mais importante no governo que a dos Estados Unidos.
Era óbvio para quem tivesse bom senso -- o que exclui todo o Regime Bush e quase toda a comunidade de relações exteriores -- que as invasões ilegais e gratuitas do Afeganistão e do Iraque e que o bombardeio de civis libaneses por Israel em 2006, com endosso dos Estados Unidos, resultariam na derrubada do fantoche paquistanês.
O imbecil Regime Bush garantiu a derrubada de Musharraf ao pressionar o fantoche a conduzir operações militares contra tribos das regiões fronteiriças do Paquistão, cujas lealdades estão com outros muçulmanos e não com a hegemonia dos Estados Unidos. Quando as operações militares de Musharraf não produziram os resultados desejados, os idiotas americanos começaram a conduzir suas próprias operações militares com mísseis e bombas no Paquistão. Isso acabou com Musharraf.
Quando o Regime Bush começou suas guerras no Oriente Médio eu previ, corretamente, que Musharraf seria uma das vítimas. Os fantoches americanos no Egito e Paquistão podem ser os próximos.
Durante o governo Nixon, Warren Nutter, que presidiu minha dissertação de PhD, era secretário-assistente de Defesa para segurança internacional. Um dia perguntei a ele em seu escritório no Pentágono como é que o governo dos Estados Unidos conseguia convencer governos estrangeiros a fazer o que os Estados Unidos queriam. "Dinheiro", ele respondeu.
"Você quer dizer ajuda externa?", eu perguntei.
"Não", ele repondeu, "nós simplesmente compramos líderes com dinheiro".
Não era uma política que ele havia implementado. Ele herdou e, apesar de se sentir desconfortável, nada podia fazer a respeito. Nutter acreditava em persuasão e que, se você não pudesse persuadir alguém, não tinha uma política.
Nutter não quis dizer que só comprava gente do terceiro mundo. Ele se referia a líderes da Grã Bretanha, França, Alemanha, Itália e aliados de todos os lugares que eram comprados e pagos.
Eles eram aliados por terem sido comprados. Pensem em Tony Blair. O próprio chefe de inteligência dele disse a Blair que os Estados Unidos estavam fabricando provas para justificar o ataque já planejado contra o Iraque. Tudo bem com o Blair e agora dá para entender o motivo, com o pagamento multimilionário que ele recebeu ao deixar o cargo.
O bandido educado nos Estados Unidos, criminoso de guerra Saakashvili, que é presidente da Geórgia, foi instalado com dinheiro público dos Estados Unidos através do National Endownment for Democracy (1), uma operação neocon cujo objetivo era cercar a Rússia com bases militares dos Estados Unidos para que os Estados Unidos pudessem exercer hegemonia sobre a Rússia.
Todos os acordos feitos pelo presidente Reagan com Mikhail Gorbachev foram rompidos pelos sucessores de Reagan. Reagan foi o último governo dos Estados Unidos que não teve a política externa feita pelos neoconservadores aliados de Israel. Durante os anos Reagan os neocons fizeram várias tentativas de assumir a política externa, mas cada uma delas terminou em desastre e eventualmente eles foram expulsos do governo.
Mesmo o Comitê do Perigo Presente, anti-soviético, considerava os neocons lunáticos perigosos. Eu lembro de uma reunião em que um membro tentou trazer os neocons para o comitê. Representantes do velho establishment, como o ex-secretário do Tesouro Douglas Dillon, rejeitaram ameaçando virar a mesa.
O Comitê do Perigo Presente considerava os neocons gente louca que ia enfiar os Estados Unidos em uma guerra nuclear com a União Soviética. Os neocons odiavam o presidente Reagan, já que ele terminou a guerra fria com diplomacia, quando eles queriam uma vitória militar sobre a União Soviética.
Tendo perdido a oportunidade, agora os neocons querem uma vitória sobre a Rússia.
Hoje, Reagan já era. O establishment republicano já era. Não há mais centros de poder conservadores, somente centros de poder neoconservadores aliados próximos de Israel, que usam bilhões de dólares de dinheiro do contribuinte americano que acabam no cofre de Israel para influenciar as eleições e a política externa dos Estados Unidos.
O candidato republicano à presidência quer guerra. Não há mais, no Partido Republicano, ninguém para barrar a tendência dos neocons à guerra. Quais são os grupos republicanos que se opõem à guerra? Alguém pode dizer um?
Os democratas não são muito melhores, mas eles têm alguns grupos que não são enamorados da idéia de guerra para garantir a hegemonia dos Estados Unidos. Os Evangélicos da Ruptura, que desejam fervorosamente o Armageddon, não são democratas; nem os Brownshirts, desesperados para jogar sua frustração batendo em alguém em algum lugar, qualquer lugar.
Recebo correios eletrônicos destes Brownshirts (2) e posso testemunhar que a ignorância odiosa deles é extraordinária. São todos republicanos e ainda assim pensam que são conservadores. Eles não têm idéia de quem eu sou, mas já que critico o Regime Bush e a política externa beligerante dos Estados Unidos eles dizem que sou um "liberal comuna avermelhado".
A única sentença que essa legião de bobos sabe escrever é: "Se você odeia os Estados Unidos, porque não muda para Cuba!".
Essa é a situação de alguém como eu, indicado por Reagan no Partido Republicano. A de um "liberal comuna avermelhado" que deveria se mudar para Cuba.
Os republicanos vão nos levar a mais guerras. De fato, eles vivem para a guerra. McCain está pregando guerra por 100 anos. Para esses guerreiros é como torcer para o time da casa. Vencer de qualquer jeito. Eles tiram prazer da guerra. Se os Estados Unidos tiverem que mentir para atacar outros países, o que há de errado com isso? "Se a gente não os matar lá, eles virão nos matar aqui".
A falta de senso é total.
A mídia americana não trata dos assuntos reais, trata de demonizar a Rússia e o Irã, trata da escolha dos candidatos a vice como se isso importasse, se o Obama tirou férias e deixou o McCain deitar e rolar.
A falta de sentido da mídia reflete a falta de sentido do governo, do qual ela é porta-voz.
A mídia americana não serve à democracia ou aos interesses americanos. Serve aos que exercem o poder.
Quando a União Soviética faliu os Estados Unidos e Israel tentaram controlar a Rússia e os outros países que constituíam o império. Foram bem sucedidos até que o Putin deu um basta.
Reconhecendo que os Estados Unidos não pretendiam honrar nenhum acordo feito com Gorbachev, Putin encomendou um orçamento militar para dar um upgrade nas defesas nucleares da Rússia. Conseqüentemente, o exército russo e a Força Aérea não têm as armas eletrônicas dos militares dos Estados Unidos.
Quando o exército russo entrou na Geórgia para resgatar os russos na Ossétia do Sul da destruição inflingida pelo fantoche americano Saakashvili, os russos deixaram claro que se tropas americanos usassem armas inteligentes contra eles teriam que enfrentar armas nucleares táticas russas.
Os americanos foram os primeiros a anunciar ataques nucleares preventivos como um doutrina de guerra permitida. Agora os russos anunciaram o uso de armas nucleares táticas em resposta às armas inteligentes dos Estados Unidos.
É óbvio que a política externa dos Estados Unidos, com seu objetivo de cercar a Rússia de bases militares, vai nos levar diretamente a uma guerra nuclear. Todos os americanos devem se dar conta disso. A política externa hegemônica dos Estados Unidos é uma ameaça direta à vida no planeta.
A Rússia não fez ameaças aos Estados Unidos. O governo russo pós-soviético tem tentado cooperar com os Estados Unidos e a Europa. A Rússia deixou claro repetidamente que está preparada para obedecer a leis e tratados internacionais. Foram os americanos que jogaram tratados e leis internacionais na lata de lixo, não os russos.
Para manter os bilhões de dólares em lucro para os integrantes do complexo industrial-militar dos Estados Unidos, o Regime Bush trouxe de volta a Guerra Fria. Com o declínio do padrão de vida dos americanos e a falta de perspectiva dos estudantes universitários "nossos" líderes em Washington querem se comprometer com 100 anos de guerra.
Se você quer se pobre, oprimido e eventualmente "vaporizado" em uma guerra nuclear, vote nos republicanos.
Paul Craig Roberts foi secretário-assistente de Tesouro no governo Reagan. Foi editor-assistente da página editorial do Wall Street Journal e editor-contribuinte do National Review. É co-autor do livro "The Tyranny of Good Intentions". O email: PaulCraigRoberts@yahoo.com

(1) NED - Fundação financiada com dinheiro público para "promover a democracia" no mundo, ou seja, trocar governos contra por governos a favor dos Estados Unidos. Na América Latina atua na Venezuela e na Bolívia.

(2) Brownshirts - Fascistas em geral

http://www.viomundo.com.br/opiniao/desabafo-de-um-conservador-voce-esta-pronto-para-uma-guerra-nuclear/

sábado, 9 de agosto de 2008

É ou não uma honra ganhar uma prêmio destes? Vamos criar agora o George W. Bush Peace Prize!

Al-Qathafi Peace Prize Goes to Former Maltese PM Dom Mintoff
10/08/2008 01:06:00

The International Committee for the Al-Qathafi Award for Human Rights has just announced that former Maltese Prime Minister of Malta, Dom Mintoff, has been awarded the Prize for the year 2008.
In a statement issued in Algeria where the committee held its meeting it said:
"In their appreciation of those honourable leaders of the North who have stood by justice and right and who defended the causes of oppressed peoples, especially in Palestine and Iraq, the International Committee of Al-Qathafi Award for Peace of 2008 is awarded to the European leader and former Prime Minister of Malta."
Ahmed Bin Bella, the Chairman of the committee and former President of Algeria, chaired the meeting in Algeria.
By doing so, the Al-Qathafi Award aims to attract the attention of all peoples of the North and South that they should commit their relentless struggle toward world justice and peace.
The committee sited examples of injustice in today's world that include the recent decision by the International Court of Justice against leaders of the South, meaning the President of Sudan Omar Bashir. It said the North has a monopoly over all international organisations and uses these organisations in order to further dominate the South, steal its resources and humiliate its peoples.
Dom Mintoff (born Dominic Mintoff on August 6, 1916, is a former Prime Minister of Malta. He turned 92 last Wednesday. He was the leader of the Malta Labour Party from 1949 to 1984, Prime Minister of Malta from 1955 to 1958 (when Malta was still a British crown colony) and again, post-Independence, from 1971 to 1984.
He graduated from the University of Malta, first, with a Bachelor of Science (1937) and later as an architect and civil engineer (1939).
That same year he was given a scholarship from the Sir Cecil Rhodes foundation, and he continued his studies at Hertford College, Oxford University that led him to receive Masters in Science and Engineering in 1943.
Mintoff entered political scene in 1935 as an assistant secretary in a local party club, and was later appointed general secretary of the Malta Labour Party in 1935.
Mintoff first held public office in 1945 when he was elected to the Government Council in the interests of the Labour Party. His tenure was to be short-lived: the Labour representatives resigned in protest at the plans for a massive post-War run-down at the Imperial dockyard.
At the same time Mintoff was elected Deputy Leader of the Party with such a wide margin that placed him in an indisputable position as the successor to the then MLP leader.
Autonomous government was restored to Malta in 1947 and in the elections that year the Labour Party won an absolute majority in the face of a fragmented opposition. Mintoff was appointed Deputy Prime Minister and Minister of Public Works and Reconstruction presiding over large post-War public projects after the MLP won an absolute majority in the face of a fragmented opposition.
After a split Mintoff refounded the party as the Malta Labour Party of which he assumed leadership, and in 1955 the Malta Labour Party was elected in office with Mintoff as Prime Minister.
He resigned in 1958 to lead the Maltese Liberation Movement. Mr. Mintoff was again elected in the General Elections in 1962 and 1966. He served as Leader of the Opposition during 1962-71.
He became Prime Minister of Malta for a second term in June 1971 and yet again following the General Elections in September 1976 and in December 1981.
Mr. Mintoff's primary aim has always been that of securing peace and stability in Europe and the Mediterranean. To this end, on assuming office in 1971, Mr. Mintoff immediately asked for negotiations with the British Government for the military base in Malta to be dismantled.
He also established very close relations with Libya, and became one of the Jamahiriya and Libyan leader Muammar Al-Qathafi's closest friends.
Mr. Mintoff steered Malta in the Non-Aligned Movement in 1973, and on December 13 1974 abolished British Monarchy and founded a democratic Republic within the Commonwealth based on work and respect for fundamental rights and freedom of the individual. On March 31, 1979 he closed down the British base and established Malta's new status of non-aligned neutrality.
In 1984 Mintoff resigned both as Prime Minister and MLP leader. However he retained his parliamentary seat.
During Mintoff's tenure of office in the 1970s Malta saw an economic boom which resulted in a general increase in the standard of living, in particular of the working class.
This was mostly due to government's policy aimed at maximising exports. It was also due to new social programmes as well as government's pro-active policies.
Various nations have recognised Mr. Mintoff's contribution to the well being of Malta. In 1971 he was awarded the Order of the Republic by Libya and in 1973 Tunisia decorated him with the Grand Cordon De l'Ordre de la Republique.
In 1976 the University of Political Studies, Ponterios of Greece, awarded him the doctorate 'Onoris Causa' and Morocco granted him the Order of the Gran Cordon of Oissam Alaouite in 1978.

http://www.tripolipost.com/articledetail.asp?c=1&i=2210

quinta-feira, 10 de julho de 2008

EUA e Zimbábue? Excelente comparação!

El Guantánamo permanente de Zimbabwe

by Priti Patel

JOHANNESBURGO – La semana pasada, la Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó que los detenidos en Bahía de Guantánamo tienen derecho a un habeas corpus -el derecho a recusar la base fáctica y legal de su detención en una corte de justicia-. La decisión me regocijó, después de cuatro años de haber trabajado para asegurar el régimen de derecho en la política de detención e interrogatorio de Estados Unidos, incluida la supervisión de los juicios de comisiones militares en Bahía de Guantánamo. Pero mi felicidad se ve opacada donde estoy, cerca de la frontera con Zimbabwe -un país donde el mandato judicial de habeas corpus y el régimen de derecho se han vuelto obsoletos.

El habeas corpus, término que en latín corresponde a "que tengas tu cuerpo", es un antiguo principio del derecho común inglés incorporado a la Constitución de Estados Unidos para asegurar la libertad frente a una detención ilegal por parte del Estado. Fue y sigue siendo un control fundamental frente a la encarcelación de individuos sin omisión por parte de las cortes independientes. En Zimbabwe, este derecho -como tantos otros equilibrios de poderes- ha sido socavado por un Estado represivo.

Apenas horas antes del dictamen de la Corte Suprema de Estados Unidos, Tendai Biti, secretario general del opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MCD), fue arrestado tras su regreso a Zimbabwe. A pesar de los intentos inmediatos por parte de sus abogados para ubicarlo, durante días se siguió desconociendo su paradero. La policía descartó una orden judicial inicial que exigía que se llevara a Biti ante la corte.

Una vez que Biti fue llevado finalmente ante la corte días después, el gobierno anunció que sería acusado de traición -lo que conlleva la pena de muerte- por anunciar extraoficialmente los resultados de las elecciones del 29 de marzo de 2008. Antes de su detención, Biti había respondido a esas acusaciones declarando que su único delito había sido pelear por la democracia en Zimbabwe. Es poco probable que pueda recusar la causa de su detención en una corte independiente.

Desde 1999, el MCD ha funcionado como una alternativa democrática para el régimen del presidente Robert Mugabe. En las elecciones más recientes, los zimbabwenses hicieron saber su elección, a pesar de los serios obstáculos y la represión generalizada, con el candidato presidencial del MCD, Morgan Tsvangirai, que obtuvo más votos que Mubage. Pero, según los recuentos de votos dados a conocer por el gobierno después de una sospechosa demora de un mes, el margen de victoria del MCD -48% a 43%- no alcanzó el 50% necesario para evitar una segunda vuelta.

Biti no es el único miembro del MCD en ser "desaparecido" por un tiempo por el gobierno de Mugabe. En los dos últimos años, la policía y paramilitares respaldados por el gobierno encarcelaron, golpearon y hasta asesinaron regularmente a funcionarios del MCD y miembros sospechados de pertenecer al MCD. El año pasado, Biti fue detenido y golpeado junto con Tsvangirai y decenas de otros funcionarios del MCD. Las fotos del cuerpo golpeado de Tsvangirai generaron una protesta internacional.

La violencia patrocinada por el Estado contra el MCD y sus seguidores ha escalado a medida que se acerca la segunda vuelta electoral el 27 de junio. Hace apenas semanas, Biti describió el descubrimiento del cuerpo mutilado de Tonderai Ndira, un joven líder del MCD. Ndira había sido llevado de su casa por la policía. Estuvo desaparecido durante siete días; cuando encontraron su cuerpo, sólo pudieron reconocerlo por un brazalete que siempre llevaba puesto.

Aquí en nuestras oficinas en Johannesburgo, tenemos dos abogados zimbabwenses que huyeron de su país después de recibir amenazas de muerte por su trabajo en la defensa de los derechos humanos. Al menos cinco de sus clientes han sido asesinados en las últimas semanas. Más recientemente, la policía zimbabwense suspendió el trabajo de numerosas organizaciones de derechos humanos que estaban documentando la reciente violencia.

Cuesta imaginar que se pueda llevar a cabo una elección libre y justa con el telón de fondo de una violencia tan intensa y sistémica. De hecho, hasta el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, quien a pesar de una protesta clamorosa de muchos de sus ciudadanos respaldó a Mubage, se sintió obligado a caratularla como una "causa de seria preocupación".

En opinión de la mayoría en Boumediene vs. Bush , el juez Anthony Kennedy escribió que "la libertad y la seguridad se pueden reconciliar; y en nuestro sistema están reconciliadas dentro del marco de la ley". Pero ya no queda ningún régimen de derecho en Zimbabwe -ni habeas corpus ni control de las acciones arbitrarias del Estado-. Es hora de que intervenga la comunidad internacional, de que haga un llamado a poner fin a la detención y desaparición de funcionarios y seguidores del MCD y de que presione para una transición democrática en Zimbabwe. Sólo entonces los principios que subyacen a la decisión de la Corte Suprema estarán al alcance de los ciudadanos comunes de Zimbabwe.

Priti Patel es abogado en el Centro de Litigios de Sudáfrica en Johannesburgo.

http://www.project-syndicate.org/commentary/patel1/Spanish

domingo, 22 de junho de 2008

O governante dos loucos

Un epitafio para Bush: Apocalipsis

JESÚS RUIZ MANTILLA 22/06/2008

La historia la dibujan los creadores. Y en el último año de mandato de George W. Bush, literatos y cineastas cargan las tintas contra la herencia que deja.

Antes del fin, el miedo se convierte en la efigie de todos los rostros. Es un gesto que comprobamos últimamente demasiado a menudo en las fotografías, en las imágenes en movimiento de las televisiones e Internet, pero también en el cine y en los libros que salen del imaginario de los creadores norteamericanos. Lo hemos visto en las caras aterradas de las criaturas que concibieron Stephen King y Frank Darabont para La niebla; paseando junto a un padre y su hijo por las ruinas de la civilización en un carrito sobre La carretera, de Cormac McCarthy; advertidos por los monstruos del espacio desconocido en La guerra de los mundos que resucitó Steven Spielberg… Son ejemplos del epitafio que los artistas estadounidenses en todos los frentes han elegido para retratar la era Bush: ni más ni menos que el Apocalipsis.

El miedo al castigo final ha sido sistemáticamente alentado desde que George W. Bush llegara a la presidencia de su país. Bajo su manto se han multiplicado, aparte de la guerra y el desprecio a la diplomacia como forma de civilización, los integrismos religiosos. Los cristianos dentro, como coraza propia, y los islámicos fuera, en respuesta a una política que enfrenta civilizaciones. Ian McEwan lo ha explicado alarmado en El día del juicio, un extenso y brillante artículo publicado por el escritor en el periódico The Guardian a finales de mayo.

En su reflexión, el escritor británico ofrece datos tremendos sobre un panorama que asusta. “El 90% de los americanos dice no haber dudado nunca de la existencia de Dios, y que serán reclamados para responder por sus pecados. El 53% son creacionistas y sostienen que el cosmos fue creado no hace más de 6.000 años. Un 44% cree que Jesús regresará a la Tierra para juzgar a los vivos y a los muertos en los próximos 50 años. Sólo el 12% defiende que la vida ha sido creada por selección natural sin intervención de ninguna mano sobrenatural”.

Con esas cifras no es difícil proponer según qué caldos de cultivo. “Tanto Bush como el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad , creen en la llegada salvadora del fin del mundo, y eso es aterrador”, cuenta Antonio Muñoz Molina desde Nueva York, la ciudad en la que vive largas temporadas. Se ha forzado tanto la máquina del miedo que escritores, cineastas y artistas han desarrollado una obsesión por el nihilismo y la destrucción física y moral en sus personajes que quedan patentes en sus obras. La religión y el fanatismo son temas centrales. Las comunidades se reúnen en guetos ajenos al mundo y a su tiempo, como demostró M. Night Shyamalan en la inquietante El bosque y ahora en El incidente. Los falsos profetas son bestias pujantes en todas las pantallas. El caso de la excelente Marcia Gay Harden en La niebla es significativo. Ella es uno de los motores principales de una historia que agita todos los fantasmas interiores de un país encerrado en un supermercado. Y como también se vio en la brillante Pozos de ambición, de P. T. Anderson, que descendía al germen del fenómeno neocon a través de la lucha entre un salvaje empresario petrolífero (Daniel Day Lewis) y un sucio predicador al que daba vida ese joven prodigio de la interpretación que se llama Paul Dano.

Son ellos quienes encarnan a todas aquellas legiones que anuncian las trompetas del Juicio Final. Pero esconden otras cosas, como señala el filósofo José Luis Pardo, autor de Esto no es música (Círculo de Lectores / Galaxia Gutenberg), un ensayo ya de referencia contemporánea sobre el malestar en la cultura de masas. Pardo conoce a fondo la cultura estadounidense: “En la película de Darabont no es el factor climático el protagonista. Es el miedo difundido como una niebla por el fanatismo religioso lo que aterra”, comenta Pardo. “Este Apocalipsis y esta producción de terror a gran escala no simboliza tanto las catástrofes ecológicas, la destrucción de la naturaleza, como la desvastación de la ciudad. Sobre todo de la polis. Es el fin de la política, la ausencia de Estado –patente de diferentes modos en Nueva Orleans después del Katrina y en Irak– que, como en Smallville, deja solamente a las familias y sus sentimientos básicos de protección –más hermosos en La carretera; más siniestros en Mystic river, de Clint Eastwood– a cargo de un tejido social desintegrado y de un urbanismo devastado”.

Es el lugar por el que caminan los fantasmas que Philip Roth echa a andar por la ciudad en Sale el espectro, una novela de lo más hiriente sobre la era Bush. O la descorazonadora radiografía de la familia ofrecida por Sydney Lumet en Antes que el diablo sepa que has muerto. Por no hablar de la fábrica de bestias ausentes de sentimientos que Paul Haggis pinta dentro del laberinto mortífero que dibuja en su película En el valle de Elah. Máquinas de matar que han puesto los valores de todo un país boca abajo, como Tommy Lee Jones decide colocar la bandera de su pueblo. Todo un símbolo que pocos se han atrevido a plasmar en una pantalla.

Son ejemplos de visiones que crean los monstruos de la ficción aunque estén basados en la realidad. El tozudo percal que pintaba Al Gore en Una verdad incómoda, su documental sobre el cambio climático, algo que Bush ha negado sistemáticamente hasta ahora para aplicar políticas agresivas contra el medio ambiente. Son señales que llegan a desesperar el ánimo. Eduardo Lago, escritor y director del Instituto Cervantes de Nueva York, ha comprobado en conversaciones con escritores de la ciudad una moral tocada. Todo empezó el 11 de septiembre de 2001. “Se produjo el más abyecto oscurantismo conocido por este país en mucho tiempo. Recuerdo conversaciones con Norman Mailer, Joan Didion, Janet Malcolm o Paul Auster. El ambiente era de simple desesperación. Apocalipsis es la metáfora perfecta. Mailer hablaba de que Estados Unidos vivía un régimen prefascista y de que el mayor peligro era inventar excusas para socavar la democracia”. No han llevado a cabo el derribo con medidas disimuladas. “Con la Patriot Act y la acción de lobbys fundamentalistas han apuntalado la devastación de la política”, agrega Pardo.

En el fondo de todo también subyace una oscura lucha entre el bien y el mal. Lo apunta Ray Loriga, que acaba de regresar de una larga temporada por el país. “En películas como La niebla queda patente que el miedo exterior se ha convertido ahora en miedo interior. Los americanos no saben ser malos mucho tiempo. Su arrogancia tiene más que ver con la bondad que con la maldad. Les duele más que les consideren villanos que otra cosa. Pasó con la guerra de Vietnam. No eran lo mismo los héroes de Normandía que las bestias de Abu Ghraib”.

Ésa es una de las claves del fenómeno Obama. No se trata tanto de que sea negro o de que Hillary Clinton sea mujer. “Es su buenismo”, comenta Loriga. “Él recupera un discurso de esperanza, de diálogo con las civilizaciones; algo que hace años sería insólito, pero que ahora, con una moral aniquilada, funciona. Los valores de siempre siguen ahí, y Obama los ha recuperado”, añade el escritor y director de cine, que en otoño publica una nueva novela: Ya sólo habla de amor (Alfaguara).

Eduardo Lago también se muestra seducido por el candidato demócrata. “Que haya derrotado a un animal político del calibre de Clinton es síntoma de que el país se asfixia en una falta de libertad, pero que sea posible que llegue a la presidencia indica que los principios están firmemente asentados. Nunca desde hace décadas se había vivido una situación tan cargada de cambio histórico”, comenta el escritor.

Aunque también Barack Obama genera dudas. José Luis Pardo las expone: “No sé si reinstaurará la polis. Su discurso parece prometedor en el terreno de la política social y en el de la política exterior, pero, quizá porque la diversidad del fenómeno religioso en Estados Unidos no es del todo comprensible vista desde Europa, me inquietan a veces su aire salido de la canción El hijo del predicador y sus alusiones a una regeneración que vuelva a hacer de Estados Unidos la gran nación que fue en otros tiempos, porque sé demasiado bien lo que significa esta retórica”. Con él, dice Pardo, tampoco será fácil despejar la niebla.

http://www.elpais.com/articulo/portada/epitafio/Bush/Apocalipsis/elpepusoceps/20080622elpepspor_4/Tes?print=1

domingo, 18 de maio de 2008

Imparcialidade?

O Le Monde colocou como uma de suas manchetes sobre a visita de Bush ao Oriente Médio, "Bush pena para convencer da sua imparcialidade".

Como? Bush quer mostrar imparcialidade? Esta é uma leitura equivocada, porque se tem algo de positivo no Bush é que ele não tem medo de assumir uma posição política mesmo que impopular. O que o Bush tenta é provar que não é um aliado incondicional de Israel, mas que a posição deriva apenas das posições corretas assumidas por Israel e com isso espera conclamar que os países árabes, e os palestinos em particular, adotem as posições corretas e contem também com o apoio americano.

É óbvio que é mentira, os EUA sempre serão mais próximos de Israel do que dos árabes. Mas imparcial Bush nunca pretendeu ser.

sábado, 5 de abril de 2008

Falta seres pensantes na Croácia? E depois ainda pensávamos que o povo mais tonto é o brasileiro, faltava conhecer os croatas!

Croacia acoge a Bush tras el apoyo sin precedentes del mandatario

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REUTERS/Kevin Lamarque

El Presidente de EE.UU., George W. Bush, se da un baño de multitudes después de su discurso en la plaza de San Marcos en Zagreb, Croacia

http://www.lavanguardia.es/lv24h/20080405/53452450503.html

sábado, 15 de março de 2008

O custo da guerra do Bush

La guerra de los tres billones de dólares

by Joseph E. Stiglitz

NUEVA YORK – Como el 20 de marzo se cumple el quinto aniversario de la invasión del Iraq encabezada por los Estados Unidos, ya es hora de hacer balance de lo ocurrido. En nuestro nuevo libro La guerra de los tres billones de dólares , Linda Bilmes, de la Universidad de Harvard, y yo calculamos por lo bajo el costo económico de la guerra para los Estados Unidos en tres billones de dólares y para el mundo otros tres billones de dólares…  muy superiores a los calculados aproximadamente por el gobierno de Bush antes de la guerra. El equipo de Bush no sólo engañó al mundo sobre los posibles costos de la guerra, sino que, además, ha intentado enturbiar los costos, mientras ésta seguía.

No es de extrañar. Al fin y al cabo, el gobierno de Bush mintió sobre todo lo demás: desde las armas de destrucción en gran escala de Sadam Husein hasta su supuesta vinculación con Al Qaeda. De hecho, sólo después de la invasión encabezada por los EE.UU. pasó a ser el Iraq un caldo de cultivo para terroristas.

El gobierno de Bush dijo que la guerra costaría 50.000 millones de dólares. Los EE.UU. están gastando esa cantidad en el Iraq cada tres meses. Si situamos esa cantidad en su marco, resulta que por una sexta parte del costo de la guerra los EE.UU. podrían dotarse de una base económica sólida para su sistema de seguridad social durante más de medio siglo, sin reducir las prestaciones ni aumentar las contribuciones.

Además, el gobierno de Bush redujo los impuestos a los ricos al tiempo que se lanzaba a la guerra, pese a tener un déficit presupuestario. A consecuencia de ello, ha tenido que recurrir a un exceso de gasto público –gran parte de él financiado desde el extranjero– para sufragar la guerra. Se trata de la primera guerra de la historia americana que no ha exigido algún sacrificio a los ciudadanos mediante un aumento de los impuestos: al contrario, se va a legar todo el costo a las generaciones futuros. Si no cambia la situación, la deuda nacional de los EE.UU., que ascendía a 5,7 billones de dólares cuando Bush llegó a la presidencia, será dos billones de dólares mayor por la guerra (además del aumento en 800.000 millones de dólares durante el período de Bush anterior a la guerra).

¿Se trató de un ejemplo de incompetencia o de falta de honradez? Casi seguramente de las dos cosas. Conforme a la contabilidad de caja, el gobierno de Bush se centró en los costos actuales y no en los futuros, incluida la atención de salud y de invalidez de los veteranos de regreso a casa. Sólo años después de haber comenzado la guerra, encargó el Gobierno los vehículos especialmente blindados que habrían salvado la vida a las numerosas víctimas por las bombas situadas al borde de las carreteras. Como no se quería restablecer el reclutamiento obligatorio y resultaba difícil reclutar a soldados para una guerra impopular, las tropas se han visto obligadas a participar –con una tensión tremenda– en dos, tres o cuatro despliegues.

El Gobierno ha intentado ocultar los costos de la guerra al público. Los grupos de veteranos han recurrido a la Ley de Libertad de Información para averiguar el número total de heridos: 15 veces más que el de víctimas mortales. Ya hay 52.000 veteranos de regreso a casa a los que se ha diagnosticado el síndrome de tensión postraumática. Los Estados Unidos van a tener que pagar indemnizaciones por invalidez al 40 por ciento, aproximadamente, de los 1,65 millones de soldados que ya se han desplegado y, naturalmente, la sangría seguirá mientras continúe la guerra y la cuenta por la atención de salud e invalidez asciende ya a más de 600.000 millones de dólares (en valor actual).

La ideología y la especulación también han desempeñado un papel en el aumento de los costos de la guerra. Los Estados Unidos han contado con contratistas privados, que no han resultado baratos. Un guardia de seguridad de la empresa Blackwater Security puede costar más de 1.000 dólares al día, sin incluir el seguro de vida e invalidez, que paga el Gobierno. Cuando la tasa de desempleo en el Iraq subió hasta el 60 por ciento, contratar a iraquíes habría sido lo más sensato, pero los contratistas prefirieron importar mano de obra barata del Nepal, Filipinas y otros países.

La guerra ha tenido sólo dos vencedores: las compañías petroleras y los contratistas para la defensa. El precio de las acciones de Halliburton, la antigua empresa del Vicepresidente Dick Cheney, se ha puesto por las nubes, pero incluso cuando el Gobierno recurrió cada vez más a contratistas redujo su supervisión.

El Iraq ha cargado con el mayor costo de esta guerra mal gestionada. La mitad de sus médicos han resultado muertos o han abandonado el país, el desempleo representa el 25 por ciento y, cinco años después del comienzo de la guerra, Bagdad sigue teniendo menos de ocho horas de electricidad al día. De los 28 millones de habitantes que componen la población total del Iraq, cuatro millones están desplazados y dos millones han abandonado el país.

Los millares de muertes violentas han acabado desinteresando a la mayoría de los occidentales por lo que está sucediendo: un atentado con bomba que mata a 25 personas apenas tiene ya interés periodístico, pero los estudios estadísticos de las tasas de mortalidad anteriores y posteriores a la invasión revelan parte de la desalentadora realidad. Indican muertes suplementarias desde un nivel bajo de unas 450.000 en los 40 primeros meses de la guerra (150.000 de ellas violentas) hasta 600.000.

En vista de que tantas personas en el Iraq sufren tanto de tantas formas, puede parecer una muestra de insensibilidad examinar los costos económicos y puede parecer particularmente egocéntrico centrarse en los costos económicos para los Estados Unidos, que se lanzaron a esta guerra violando el derecho internacional, pero se trata de costos económicos enormes y representan mucho más que desembolsos presupuestarios. El mes próximo, explicaré cómo ha contribuido la guerra a los problemas económicos actuales de los Estados Unidos.

Los americanos gustan de decir que no existe un almuerzo gratuito y tampoco –hemos de añadir– una guerra gratuita. Los EE.UU. –y el mundo– pagarán su precio durante decenios por venir.

Joseph E. Stiglitz, ganador del premio Nobel de economía en 2001, es profesor de Economía en la Universidad de Columbia y coautor, junto con Linda Bilmes, de The Three Trillion Dollar War: The True Costs of the Iraq Conflict (“La guerra de los tres billones de dólares. Los verdaderos costos del conflicto del Iraq”).

http://www.project-syndicate.org/commentary/stiglitz97/Spanish

domingo, 20 de janeiro de 2008

A hipocrisia de Sarkozy. Ao menos Bush é sincero!

Nicolas Sarkozy y Dios

El presidente francés fuerza la ruptura del laicismo del Estado republicano

J. M. MARTÍ FONT - París - 20/01/2008

Nicolas Sarkozy quiere meter a Dios en la política y romper el tabú más emblemático de la República: la separación radical entre religión y Estado definida por el muy francés concepto de laicismo. Dos recientes discursos; el primero en Roma, en la basílica de San Juan de Letrán tras ser nombrado canónigo honorario, y el segundo en Riad, ante el rey Abdalá de Arabia Saudí, le han servido para introducir este elemento en su relato político y encender la mecha de una polémica que va más allá de la vieja querella entre Dios y el César, para entrar de lleno en la fábrica de la textura de las sociedades del tercer milenio.

"En la transmisión de los valores y en el aprendizaje de la diferencia entre el bien y el mal, el instructor no podrá nunca reemplazar al sacerdote o al pastor, incluso si es importante que se aproxime, porque siempre le faltará la radicalidad del sacrificio de su vida y el carisma de un compromiso basado en la esperanza", dijo en Roma. "Un hombre que cree es un hombre que espera. Y el interés de la República es que haya muchos hombres y mujeres que esperen. La desafección progresiva de las parroquias rurales, el desierto espiritual de las barriadas (...), la penuria de sacerdotes, no ha hecho más felices a los franceses", añadió para propugnar "una laicidad positiva que no considere que las religiones son un peligro, sino una baza".

En Riad, además de deshacerse en alabanzas al "islam moderado" que supuestamente impulsa la monarquía saudí dijo: "La vida del hombre no tiene tan sólo una dimensión material, al hombre no le basta consumir para ser feliz. Una política de civilización es una política que integra la dimensión intelectual, moral y espiritual".

Las reacciones no se hicieron esperar. El ex primer ministro socialista Laurent Fabius denunció el intento del presidente de "imponer sus creencias privadas a la República", acusándole de "romper con lo que ha sido la tradición republicana del general De Gaulle a Chirac". Desde su propio campo, el muy gaullista Jean-Louis Debré, presidente del Consejo Constitucional, se encargaba de recordar que la ley sobre la laicidad "es uno de los pilares de la República" y que hay que "velar para que no se rompa el equilibrio". Y el líder centrista François Bayrou, él mismo católico practicante, ironizó: "Creía que esta concepción de la religión como distribuidora de esperanza, la que hace que los pueblos se mantengan tranquilos, ya quedaba detrás nuestro".

El otro filo de las intenciones del presidente lo denunciaba el socialista Jean Glavany señalando la "laicidad positiva" del presidente; una forma de acusarle de caer en la herejía del comunitarismo anglosajón. Por un lado estaría el Sarkozy bonapartista: la religión es buena para el orden; por lo tanto es buena para la estabilidad del Estado; por otro, el neoliberal intentando romper el hermético modelo republicano para dar carta de naturaleza a las diferencias en un país en el que el Estado tiene prohibido saber, no sólo la religión, sino también el origen étnico o cultural de sus ciudadanos.

Como ministro del Interior, Sarkozy fue el primero en sugerir que había que crear "un islam de Francia", y proponer ayudas para financiar lugares de culto para las confesiones no católicas, principalmente la musulmana. A él se debe la creación del Consejo del Culto Musulmán. Ahora ha decidido que los representantes de las grandes religiones pasen a formar parte del Consejo Económico Social, uno de los organismos consultivos más importantes del Estado.

El sociólogo Jean Bauberot cree que el presidente y sus asesores "han leído muy bien todos los análisis sobre la posmodernidad, de que ya no se puede tener confianza en el progreso como en el tiempo de la Ilustración. Entonces, la ciencia y sus aplicaciones prometían mejorar la vida en la Tierra, mientras que hoy día son acusadas de poner en peligro el planeta". "Pero Sarkozy hace de la religión una dimensión obligatoria del ser humano (...)", añade. "Ninguno de sus predecesores ha llegado tan lejos".

El pasado jueves recibía en el Elíseo a los representantes de las principales religiones de Francia, incluso, por primera vez, a los budistas. A la salida, el arzobispo de París, André Ving-Trois, se felicitaba de "la nueva manera de abordar el hecho religioso, más tranquila y menos conflictiva, que corresponde a una nueva generación política". El pastor Claude Batty analizaba de forma certera "el pequeño psicodrama" desencadenado por Sarkozy con este acercamiento al fenómeno de las religiones. "Es la manifestación del desfase entre un presidente que ha entrado de lleno en la sociedad posmoderna, en la que las convicciones se muestran sin complejos, frente a otros que funcionan sobre los viejos esquemas de la oposición entre la Iglesia y el Estado; la ciencia y la religión".

A Sarkozy le fascina el hecho religioso; lo asegura incluso su intelectual de cabecera, Henri Guaino, que reconoce haber tenido muy poco que ver en esta ofensiva y en los discursos de Roma y Riad. "Es un tema que le es muy querido", aseguró Guaino. "No soy el inspirador de esta irrupción de la religión en el discurso de Sarkozy porque es algo que ha empezado mucho antes de que yo trabajara con él. Es un tema importante", dijo.

El presidente dice considerarse "miembro de la Iglesia católica", aunque admite que su "práctica religiosa es episódica". Su vida personal, su moral sexual, están muy lejos de las reglas del catecismo.

domingo, 21 de outubro de 2007

O mundo tem cada doido, então leia mais um avaliando o presidente Ahmedinejad!

Walid Phares
El fracaso académico es el éxito de Ahmedinejad

EEUU fracasó a la hora de tratar de alguna manera -- ya no digamos eficazmente -- con el reciente golpe propagandístico de Mahmoud Ahmedinejad en suelo americano...

Walid Phares
19 de octubre de 2007

Y este fracaso ilustra que la maquinaria jihadista global, tanto jomeinista como salafista, está ganando la parte de relaciones públicas de la guerra de ideas.
En cuestión de 48 horas, en jefe ejecutivo de uno de los regímenes más represores del mundo fue capaz de marcar puntos desde el podio de una de las universidades más prestigiosas en Estados Unidos y más tarde desde la Asamblea General de Naciones Unidas. Hubo cierta oposición al revisionista del Holocausto, y naturalmente muchos americanos se manifestaron en contra de sus comparecencias. Funcionarios de la ciudad de Nueva York se oponían a su visita a la Zona Cero, y americanos de origen iraní manifestaban su dolor por las torturas y la opresión que su régimen está provocando en su patria.
Pero al final de la campaña, el hombre que supervisa las operaciones terroristas contra soldados americanos e iraquíes, que amenaza con borrar a naciones enteras con armamento nuclear para que el mundo pueda vivir "sin ellas" y que respalda a Damasco, involucrado en el asesinato de políticos del Líbano, ganó la partida. Mahmoud Ahmedinejad llegó a Naciones Únicas y lo que es más importante, llegó al corazón de la Universidad de Columbia, marcando importantes puntos políticos contra los esfuerzos norteamericanos por contener el terrorismo, defender a las democracias y ayudar a los pueblos en peligro, incluyendo el de Irán.
Aunque el régimen iraní se haya implicado en importantes violaciones del derecho internacional y en la opresión durante más de un cuarto de siglo, la presente situación en Naciones Unidas impide incluso que la propia organización respete sus propios estatutos y la declaración universal de los derechos humanos. Incluso si el régimen ha oprimido y continúa oprimiendo a su propia sociedad, mujeres, estudiantes y minorías incluidas; a pesar del hecho de que los petrodólares de Teherán financian a Hamas y Hezbolá; y mientras es cuestión de tiempo que una bomba nuclear se encuentre en manos de los pasdarán, estas Naciones Unidas no pueden impedir que el símbolo de todas estas amenazas maneje sus asuntos a placer en la Asamblea General.
A falta de una reforma radical de la ONU, los criminales de guerra (especialmente si tienen el colchón de los ingresos del crudo) seguirán recibiendo honores en el edificio azul de Manhattan. Pero hubo cosas peores en suelo neoyorquino.
La dirección académica y administrativa de la Universidad de Columbia, dando al traste con el sentido común y manifestando una total falta de conocimiento, invitaba al hombre que juraba acabar con América y con otras naciones a su palestra para impartir doctrina a sus víctimas a través de los medios. No puedo culpar a Ahmdinijad por venir, puesto que es el enemigo. Pero debemos darnos cuenta de lo catastrófico que ha pasado a ser un gran segmento de la élite intelectual del país, lo suicida y lo ignorante.
Tras las fachadas de edificios arquitectónicos, de historia y de aspecto de prestigio, la dirección de Columbia parece primitiva en comparación con los duchos propagandistas del régimen iraní. De pie junto al astuto dictador, el presidente de Columbia debía pensar que manifestaba habilidades en juegos mentales mientras lanzaba unas cuantas preguntas "difíciles" a su invitado. Desafortunadamente para Estados Unidos, fracasó miserablemente, y con él, el nutrido estamento académico norteamericano. He aquí el motivo:
En primer lugar, en su autodenominada "crítica a Ahmedinejad", que él pensó suficiente para justificar la invitación, el presidente, Lee Bollinger, decía que "muestra usted todas las señales de un dictador nimio y cruel". El público tiene que darse cuenta de que en este juego de palabras, Bollinger no decía "es usted", sino "muestra usted", lo cual significa que da las señales, pero no está acusado de ello. En la realidad, la presentación fue una carta blanca de la que Ahmedinejad no necesitó disculparse. Para los conocedores de cómo los propagandistas desbordan a las democracias progresistas, la presunta crítica por parte del estamento académico norteamericano formaba parte del juego, ensayado ya por el orador iraní. Este fue el primer fracaso.
En segundo lugar, la dirección de Columbia, sus académicos e influenciados estudiantes, sacaban a la primera de cambio el argumento convencido e infumable de "necesitamos saber más de él". Sí, es un pensamiento maravilloso, pero ¿por qué necesita el estamento de la liga universitaria escuchar personalmente un discurso del dictador iraní para conocer su manera de pensar? ¿Qué pasa con los programas multimillonarios que supuestamente enseñan sobre Oriente Medio, su política, sus ideologías... y sus líderes?
Ahmedinejad aparece constantemente en las noticias, informando al mundo de sus intenciones y sus objetivos. Él no es el disidente censurado al que hay que ceder la palestra, él es uno de los que censura, y al cederle el podio se le regalaba más tiempo aún para censurar aún más. Este fue el segundo fallo.
En tercer lugar, los defensores de la propaganda dictatorial argumentaban que "debe haber un diálogo" al menos. El presidente de Columbia y unos cuantos académicos decían inocentemente que iban a plantear "preguntas difíciles"; maravilloso, pero ¿por quién? ¿Y por qué estaban tan convencidos de que las iba a responder? ¿Ha sido el presidente Bollinger un preso político encarcelado en Teherán? ¿Ha sido torturado algún miembro del claustro por el régimen de los mulás antes de pedírseles desafiar a su criminal? Obviamente no. Si Columbia y los autodeclarados buscadores de la verdad hubieran querido lograr el objetivo encomiable y quisieran cuestionar mentalidades, habrían enfrentado a Ahmedinejad con un panel de disidentes iraníes. Así es como el progresismo americano se puede distinguir con inteligencia. Aquellos cualificados para cuestionar al hombre de los mulás son aquellos que han sufrido a manos de sus sicarios.
Si usted quiere jugar fuerte con una figura violenta como Ahmedinejad, no organiza conferencias de prensa en su nombre y llama "un diálogo" a impartir doctrina, mientras no hay ninguna parte destacada para responderle; y no encabeza al público americano con desgastados lemas de los años 90. Recuerde que la nación que sufrió el 11 de Septiembre se ha hecho más inteligente que su propia élite. 

http://www.eldiarioexterior.com/noticia.asp?idarticulo=16667

Quer ser cidadão americano? Vá à guerra!

É uma pena que a miséria e a pobreza de espírito atinjam níveis tão altos. Saudades do nacionalismo e do internacionalismo proletário. Na Guerra Civil espanhola milhares e milhares de estrangeiros se alistaram para defender a liberdade e a república contra o generalíssimo Franco, nos anos 60 latino-americanos das mais diferentes nacionalidades lutavam pela liberdade nos mais diferentes rincões da América Latina e mesmo da África. A morte do idealismo faz com que hoje se compre a dignidade por menos de 30 dinheiros, apenas por um papel. Não há mesmo como ser otimista.

SPIEGEL ONLINE - October 19, 2007, 04:38 PM
URL: http://www.spiegel.de/international/world/0,1518,512384,00.html

FIGHTING FOR A NEW HOMELAND
US Army Lures Foreigners with Promise of Citizenship

By Cordula Meyer in Washington

More than 30,000 foreign troops are enlisted in the US Army, many of them serving in Iraq. Their reward for risking their lives for their adopted country is US citizenship.

When Anna Maria Clarke, 26, was a teenager living in the western German city of Mannheim, she already had a weakness for smart uniforms, particularly on American soldiers, and for war movies like "Full Metal Jacket." It was an attraction that Clarke, a German citizen, felt early on and still feels today.

The parents of 25-year-old Julieta Ortiz immigrated to the United States from Mexico City, dirt-poor but ambitious. They worked hard picking strawberries in California, determined that their daughter would have a better life. Four years ago, Julieta suddenly found a way to that better life -- a difficult path, but one that would lift her out of the poverty of her childhood.

Jose Figueira, 31, spent much of his life listening to his father proudly recount his experiences as a soldier in the Portuguese army. Figueira, who grew up in Massachusetts, yearned to have something he could be just as proud of. "I wanted to prove that I'm a good citizen, that I'm willing to stand up for everything I love about this country."

FROM THE MAGAZINE

They may have different reasons for joining the US Armed Forces, but all three are now among the more than 30,000 foreign soldiers fighting for America -- not as Americans, but as a Mexican, a Portuguese and even a German. Without its foreign soldiers, the United States would have trouble coming up with enough troops to meet the demand in Iraq. The foreigners, for their part, take the dangerous job mainly for its biggest reward: US citizenship.

Since Sept. 11, 2001, the United States has granted US citizenship to 32,500 foreign soldiers. In July 2002, US President George W. Bush issued an executive order to expand existing legislation to offer a fast track to citizenship to foreigners who agree to fight for the US Armed Forces. About 8,000 non-Americans have joined the US military every year since then.

The foreigners already represent 5 percent of all recruits. They even make up the majority of soldiers from some New York and Los Angeles neighborhoods. Four years and 3,800 US deaths after the beginning of the Iraq campaign, fewer and fewer American citizens are willing to fight in a war opposed by a majority of the US population. But despite the Iraq war's lack of popularity, US generals are demanding 180,000 new recruits a year.

The Pentagon already spends $3.2 billion a year on recruitment, even sending its recruiters to high schools to persuade 17-year-olds still a year away from graduation to enlist.

The US military learned long ago that foreign recruits are often the most dedicated Americans. Anna Maria from Mannheim, looking girlish with her red ponytail, had always dreamed about the US military. She was attracted to the American soldiers living in Germany, who seemed so relaxed about life. When she fell in love, it was always with an American GI. Her soft spot earned her the nickname "Ami-Anna" ("Yankee Anna"). Of course, she married a GI. She began secretly watching her husband's fellow soldiers doing their push-ups and sit-ups in the morning. Then she started exercising, lost 25 kilograms (55 pounds), passed the admission test and survived US Army boot camp in Texas.

Over 100 Germans

Now Airman First Class Clarke works in the human resources department at Andrews Air Force Base in Maryland. But the reality of the war shows up on her desk sometimes. Part of Clarke's job is to make sure that the bodies of soldiers killed in Iraq make it home as complete as possible.

Of course, Clarke expects to be sent to Iraq herself at any time. She says that she would even have enlisted without the promise of her new US citizenship, but it's important to her nonetheless. "After all," she says, "I could be killed for this country. It's nice to know that it's actually my country." There are currently 128 Germans serving in the US military -- more than from any other European country except Great Britain.

Most foreign recruits come from Latin America and the Caribbean. Latino rights groups in the United States, fearful that immigrants are being used as cannon fodder, object to the somewhat shady practice of offering citizenship in return for military service. But it happens to be a fact of life "that immigrants always have the more difficult jobs," says military expert Michael O'Hanlon of the Brookings Institution. He is more concerned about the fact that many US citizens are already serving their third tours of duty at the front. Increased recruitment of foreigners, says O'Hanlon, could help lighten the burden.

O'Hanlon has even proposed recruiting potential new citizens for military service in selected countries, like the Philippines or Uganda, a proposal the Pentagon is considering.

Military recruiters have been particularly successful in immigrant communities. "Immigrants want to prove to American society that they are especially patriotic," says Bill Galvin of the Center on Conscience and War, a liberal anti-war organization. "The recruitment officers take advantage of this and promise citizenship in return." Patriotism was a strong motivator for Jose Figueira to join the US military. "I wanted to prove that the Americans could trust me," he says. "I wanted to prove that I belong here."

Sergeant Figueira, a member of the National Guard, is no military buff. He's realized, after serving in Iraq, that the reality of war is more than he expected. He talks about Baghdad, about roadside bombs and snipers. He also talks about the many hours he spent under enemy fire repairing the vehicles in his convoy after a bomb attack. He saw soldiers being killed, and the tears come to his eyes when he talks about the experience. Nevertheless, he says, he would return to Iraq at any time.

It's people like Figueira who demonstrate that immigrants "are indispensable for the military," says Margaret Stock, a lawyer and lecturer at the legendary US Military Academy at West Point. "They are more successful and they're less likely to give up," she adds. Besides, immigrants are a good investment for the military. "You get more bang for your buck," says Stock.

It is for these reasons that the military is now deliberately targeting immigrants for recruitment, especially those who speak Arabic or Farsi -- but also Latinos, the largest immigrant group in the United States. Corporal Julieta Ortiz, Mexican by birth, joined the Marines "because I wanted to make something out of myself and because citizenship means a lot to me." Being a US citizen helps her advance in her career, because, as she says, "I couldn't become an officer" as a foreigner in the US military. She is now an architecture student and wants to work for the government in the future. She glosses over the potential risks of serving in Iraq. "It's worth it to me," says Ortiz.

"People with no prospects see the military as a way out of poverty," says Jorge Mariscal, a professor of Latino Studies at the University of California, San Diego. The uniform means money -- money for college and money to pay bills. "Immigrants are taken advantage of," says Bill Galvin, who is against the war and advises soldiers in Washington who want to get out of the military before their contracts are up. "Those who have no other options are the most likely to end up in combat."

A US Flag, and a Certificate of Citizenship

One of them was Juan Alcantara, 22, the son of immigrants from the Dominican Republic who grew up in New York's Washington Heights neighborhood.

Alcantara survived his first year in Iraq, but then the recent troop surge began and, under an executive order issued by President Bush, Corporal Alcantara was told he would be kept on in Iraq for another six months. He had been scheduled to return home on June 28. His girlfriend gave birth to their daughter on June 29. On Aug. 6, a bomb exploded while Alcantara was searching a house in the town of Baqubah, north of Baghdad. Alcantara was killed in the blast.

His mother, Maria, now sits in her apartment in Washington Heights, wiping the tears from her eyes. She once told her son that the three most important things in life are: "God, family and your country."

She says that the army promised Juan "up to $50,000 for college, plus a $20,000 bonus, his choice of any of 200 jobs and a full-time position." He filled out the application on the plastic-covered couch in her living room. The mother says that she wept the first time her son came home in his new dress uniform. "He was so elegant, so handsome."

She prayed when he was ordered to go to Iraq. Was Corporal Juan Alcantara really convinced that he was defending his country? The mother nods. She truly wants to believe all the things the officers told her during the memorial service and at the funeral, when they handed her a US flag, the Purple Heart, an award for wounded soldiers -- and Juan's certificate of citizenship. Everyone at the ceremony assured her that her son was a hero.

Juan Alcantara is the 103rd foreign soldier to become a US citizen posthumously -- after dying in the Iraq war. His mother keeps the framed certificate and the letters of condolence in a blue plastic bag.

Translated from the German by Christopher Sultan

Rússia, Irã e EUA

Opinion

The World According to Uncle Sam

By Fyodor Lukyanov

For The St. Petersburg Times

When former U.S. President Jimmy Carter visited Stockholm in the early 1980s, he expressed his disappointment to Stig Ramel, then-executive director of the Nobel Foundation, “If you had awarded me this prize in 1978, I would still be in the White House.” Ramel made a helpless gesture and replied, “At the time when the Camp David accords were signed between Israel and Egypt, the list of nominees had already been finalized, and we could not break the rules.” Had Carter won the 1980 U.S. presidential election rather than Ronald Reagan, history might have turned out differently.

But the Norwegian Nobel Peace Prize committee had no qualms about “meddling” in the U.S. presidential election campaign this year. The decision to award Al Gore the prize fueled rumors that he would be returning to politics.

The Nobel prize committee has repeatedly been the subject of international criticism for its bias and political intrigues, but it is a fairly accurate measure of the state of affairs in international relations. Committee members vote for candidates they believe to be promoting worthy causes.

From 1989 to 1992, the peace prize went to the Dalai Lama; Mikhail Gorbachev; Aung San Suu Kyi, a prisoner of conscience and leader of the Myanmar opposition; and Rigoberta Menchu, a Guatemalan human rights activist. During the current period, which is sometimes referred to as “the end of history,” there is widespread hope that totalitarian and dictatorial regimes from Asia to South America will be sent to the trash heap of history.

What is the result? Nothing has changed in Tibet and Myanmar. The Soviet Union collapsed, but many new authoritarian and semi-authoritarian regimes emerged in its place. South American countries have organized fewer military juntas, but they have embraced socialist demagoguery instead.

From 1993 to 2002, we saw many attempts to transform the world order. Six Nobel Peace Prizes were awarded to individuals who had been instrumental in resolving complex, longstanding conflicts. These included the abolition of apartheid in South Africa, the Israeli-Palestinian peace process, the bloodless partitioning of East Timor from Indonesia, a peaceful settlement in Ulster, the start of reconciliation on the Korean Peninsula and the peaceful resolution of many other international conflicts, for which Jimmy Carter finally received a Nobel Peace Prize in 2002.

How do those situations stand now? There are two success stories — South Africa and Northern Ireland; one failure — poverty-stricken East Timor, which survives only because it receives charity from international donors; and one not entirely lost cause — reconciliation between North and South Korea. But the nations of the world have not reduced the nuclear threat, nor have they become more humanitarian. More likely, just the opposite has happened.

Now we come to the post-2003 period. The war in Iraq has turned the triumph of the “world according to Uncle Sam” into a failure, and the “new world order,” to which former U.S. President George Bush referred in 1988, has yet to arrive. Awarding the peace prize to the International Atomic Energy Agency — the only organization to receive it in recent years — was an attempt to keep the nuclear nonproliferation process from falling apart at the seams. The remaining laureates are individuals who are laboring to achieve goals that the weakened international institutions are no longer capable of accomplishing.

Awarding the Nobel Peace Prize to Al Gore, who has come to symbolize the fight against climate change, is another sign of this trend. Perhaps the decision by the Norwegian committee will breath new life into not only the environmental movement, but also U.S. politics — and by extension, world politics.

The United States’ failure to achieve primacy in international relations has been analyzed by just about everyone, including the Americans themselves. And there is nearly universal agreement that the world is now moving into a new, multipolar phase. Most people welcome the transition, anticipating that it will usher in a fairer and more equitable global order. Only one question remains: How will it actually function?

The idea of a global system dominated by a few major players is nothing new. Prior to the bipolar U.S.-Russian confrontation of the Cold War, that is how major international politics were structured. The great powers either opposed each other or entered into alliances, whether temporary or long-term.

On the surface, governments often agree that we should all take responsibility for the future of our planet. But when discussions focus on solving a concrete problem in which one or more sides hold a vested interest, mutual understanding often flies out the window. The disagreement over Iran is a vivid example of this.

From the West’s point of view, Russia is obstructing the attempt by the “civilized world” to coerce Tehran into giving up its nuclear program. The U.S. Congress and mass media often accuse the Kremlin of protecting Iran’s belligerent mullahs and their half-witted president. And Moscow’s categorical “nyet” to the deployment of U.S. missile defense systems in Eastern Europe, which Washington claims would help mitigate an Iranian missile threat, further muddies the waters.

Tehran believes that Moscow is exploiting Iran as nothing more than a disposable pawn in its cynical game with the West. Iranian political analysts assert that it has always been unwise to rely on Russia’s word. They point out that Russia has not followed through on its agreement to build a nuclear power plant in Bushehr and supply it with fuel. And Moscow’s offer that the U.S. make joint use of its radar installations in Gabala in Azerbaijan and Armavir in southern Russia to monitor Iranian rockets is a clear affront to Tehran.

To be sure, Moscow is also unsettled about the prospect of a nuclear Iran. In addition, the issue of how the Caspian Sea is shared continues to be a divisive issue between the two nations.

Nevertheless, Russia views Tehran much differently than the West does. Israel, the United States and some European nations believe that Iran is an unpredictable clerical state capable of doing anything for the sake of religious dogma. And Tehran needs nuclear weapons, they believe, so it can spread the “true faith.” Moscow, on the other hand, believes that the modern-day successors of Persia’s imperial past are interested primarily in becoming a regional power, especially in the context of an increasingly multipolar world. This, the Kremlin says, is the most important reason why Tehran wants nuclear weapons and not to launch a nuclear strike against the West.

Russia’s position should not be reduced to a primitive “for” or “against.” The prospect of U.S. military intervention in Iran scares Europeans no less than Russians. The problem is that the political leverage of Russia and other world powers is much less than they think.

At a time of global instability, it is regimes like Iran — and not the major global powers — that come out the winners when the superpowers get bogged down in political power struggles. But the big players refuse to accept this fact. It is more pleasant for them to believe that they are still the ones calling the shots.

Fyodor Lukyanov is editor of Russia in Global Affairs.

http://www.sptimes.ru/index.php?action_id=100&story_id=23353