"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

domingo, 25 de outubro de 2009

O dólar desaparecerá?

El dólar se enfrenta a su desaparición
Barry Eichengreen

BERKELEY En la blogósfera abundan los informes sobre la inminente desaparición del dólar. El billete verde se ha depreciado frente al euro en casi un 15% desde el inicio del verano. Se dice que los bancos centrales han disminuido su acumulación de dólares en favor de otras divisas. Una historia sensacionalista aunque no documentada dice que los Estados del Golfo están conspirando junto con China, Rusia, Japón y Francia –ahí tienen ustedes una coalición extraña- para que se deje de fijar el precio del petróleo en dólares.

Los economistas no tienen problemas para explicar la debilidad del dólar después de los hechos. Dado que los hogares estadounidenses están haciendo mayores ahorros a fin de restaurar sus cuentas para la jubilación, el país tiene que exportar más. Se necesita un dólar más débil para hacer más atractivos los productos estadounidenses a los consumidores extranjeros.

Además, el desencanto con los sofisticados instrumentos, que las instituciones financieras estadounidenses se especializan en crear y distribuir, se traduce en menores entradas de capital extranjero en los Estados Unidos. Menos compras extranjeras de los activos estadounidenses  significan un dólar más débil. Mediante una extrapolación del pasado en el futuro, los analistas prevén que el dólar se depreciará más.

Lo primero que se puede decir acerca de esto es que uno debería ser escéptico de las previsiones de los economistas, en particular las de corto plazo. Nuestros modelos son, francamente, inservibles para predecir los movimientos de divisas en pocas semanas o meses.

Yo lo sé bien. Cuando estalló la crisis de las hipotecas de alto riesgo en septiembre de 2007 publiqué un artículo intitulado “ Why Now is a Good Time to Sell the Dollar (Por qué es este un buen momento para vender el dólar) ” en una destacada revista financiera. Lo que sucedió después, por supuesto, es que el dólar se fortaleció bruscamente porque los inversionistas, desesperados por liquidez, cambiaron rápidamente a los valores del Tesoro estadounidense. Posteriormente el dólar sí se depreció. No obstante, se disparó de nuevo tras la quiebra de Bear Stearns y los problemas con la AIG.

En periodos de varios años nuestros modelos funcionan mejor. En esos plazos, el énfasis en la necesidad de que los Estados Unidos exporten más y en las mayores dificultades que tendrá la economía para atraer capital extranjero es correcto. Estos factores constituyen buenas razones para prever una mayor debilidad del dólar.

La pregunta es, ¿debilidad frente a qué? No frente al euro, que ya es caro y es la moneda de una economía con problemas bancarios y estructurales que son aun más graves que los de los Estados Unidos. Tampoco frente al yen, que es la moneda de una economía que se niega a crecer.

Por tanto, para que el dólar se deprecie más, tendría que hacerlo frente a las monedas de China y otros mercados emergentes. La intervención de éstos en semanas recientes muestra su reticencia a dejar que esto suceda. Sin embargo, su elección se reduce a comprar dólares o productos estadounidenses. La primera es una opción sin posibilidades de éxito.

A largo plazo, la OPEP fijará el precio del petróleo en una canasta de divisas. Vende su petróleo por igual a los Estados Unidos, Japón y los mercados emergentes. Tiene muy poca lógica para la organización fijar los precios del petróleo en la moneda de sólo uno de sus clientes. Y los bancos centrales, cuando decidan qué acumularán como reservas, con seguridad pondrán menos huevos en la canasta del dólar.

Más allá de esto, el dólar no irá a ningún lado. No va ser sustituido por el euro o el yen porque tanto Europa como Japón atraviesan graves problemas económicos propios. El renminbi llegará, pero no antes de 2020, y para ese entonces Shangai se habrá convertido en un centro financiero internacional de primera clase. Además, incluso entonces el renminbi probablemente compartirá el escenario internacional con el dólar, no lo sustituirá.

Lo que podría precipitar la desaparición del dólar sería una imprudente mala administración en los Estados Unidos. Un escenario popular es la inflación crónica. Sin embargo, esto es improbable. Una vez que termine el periodo de tasas de interés de cero, la Reserva Federal estadounidense estará ansiosa por reafirmar su compromiso con la estabilidad de precios. Puede existir la tentación de promover la inflación para deshacerse de la deuda en manos de extranjeros, pero el hecho es que la mayoría de la deuda estadounidense está en manos de estadounidenses, que constituirían un grupo poderoso que se opondría a esa política.

El otro escenario es que el déficit presupuestal de Estados Unidos siga fuera de control. Las predicciones de una situación de impago son descabelladas. No obstante, una deuda elevada significará impuestos elevados. La combinación de una política fiscal flexible y una política monetaria restrictiva significará tasas elevadas de interés, inversión escasa y crecimiento lento. Los extranjeros –y los residentes—bien podrían desilusionarse de la divisa de una economía con esas características.

Mark Twain, el autor y humorista estadounidense del siglo XIX respondió alguna vez a los reportes sobre su mala salud escribiendo que “los informes sobre mi muerte son muy exagerados”. Bien podría haber estado hablando del dólar. Por el momento, el paciente está estable, a pesar de los síntomas externos. Pero habrá motivos de preocupación si no se compromete a adoptar un estilo de vida más sano.

http://www.project-syndicate.org/commentary/eichengreen10/Spanish

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