Los curas a rezar
José Gramunt de Moragas, S.J.*
“La Iglesia debe decir si va a rezar o a hacer política”, dijo el señor Presidente como respuesta a la advertencia del Papa sobre la corriente de “gobiernos autoritarios” en América Latina, hecha al inaugurar la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Aparecida (Brasil). Pues tenga por seguro el señor Presidente que, tanto los curas, monjas y hasta los obispos, que votaron por él —le aseguro que fueron muchos— como los que no lo hicieron, rezaron y siguen rezando para que don Evo guíe el país con sabiduría, justicia, cordura y honradez. También don Evo recibió el apoyo decidido de ONG relacionadas con la Iglesia, que le repararon la alfombra para que llegara al sillón presidencial. Y don Evo no les acusó de hacer política. Sé de muchos de ellos que ahora se arrepienten de haber votado por quien hoy les defrauda. ¿Y los buenos consejos que don Evo recibió de algunos obispos bondadosos que pusieron la confianza en él?
Y sepa también, él y su Ministro de la Presidencia, que los curas y monjas atienden a la gente pobre, hasta donde el Gobierno, pese a sus deseados éxitos macroeconómicos, no llega, porque está en permanente campaña propagandística. Esos buenos curas y monjas trabajan desinteresadamente sin necesidad de activistas que les preparen concentraciones de masas que les aplaudan y les adornen con guirnaldas. Los curas rezan. Pero también predican el bien común que comporta necesariamente opiniones de carácter sociopolítico. Y esto no es “hacer política” sino prevenir y condenar errores o desviaciones de quienes sí hacen política. El hecho de que las declaraciones del Presidente y de su ministro fueran precedidas por expresiones semejantes, aunque más groseras, del venezolano Hugo Chávez, revelan que, si bien el Papa no mencionó explícitamente como “autoritario” a ningún Gobierno, los de Venezuela y Bolivia se dieron por aludidos. También confirma el sometimiento del Palacio Quemado a todo lo que dice el Presidente venezolano. Ya lo advirtió el cardenal Terrazas: “Nadie desearía salir de una dependencia para caer en otra”.
Y todavía Chávez exige al Papa que pida perdón por los supuestos abusos de la Iglesia en tiempos coloniales con los pueblos originarios de América. Por lo visto, Chávez preferiría que esos pueblos siguieran ignorando el alfabeto, desconociendo la venida del Mesías Salvador de la humanidad, en fin, encerrados en un primitivismo, afortunadamente superado gracias a los aportes humanitarios y modernizadores de la cultura occidental, del mensaje cristiano.
Tengo la seguridad de que los bolivianos, católicos o no, obispos, curas, monjas y seglares, hacen votos para que el buen espíritu guíe los pasos, a veces errados, de don Evo y sus colaboradores. Y con esto no “hacen política” sino que, como buenos patriotas, contribuyen al bien común de este país atormentado por el espíritu de revancha fomentado por algunos políticos, como también lo advirtió oportunamente el Cardenal. ¿Por qué el Gobierno ha caído en el error de chocar con la Iglesia cuando tiene tantos problemas graves que enfrentar? Esperemos que pase el nubarrón y que el Gobierno y la Iglesia coordinen sus esfuerzos para resolver los conflictos que afligen, sobre todo a los más pobres.
*José Gramunt es sacerdote jesuita y director de ANF.
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