"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

segunda-feira, 13 de abril de 2009

Itamaraty X Marco Aurélio Garcia

Abaixo segue a versão em espanhol de um site uruguaio de uma entrevista do Marco Aurélio Garcia para o jornal “"O Estado de São Paulo”. O interessante é alteração que fizeram no título da entrevista que no Estadão foi “Perto do príncipe, ma non troppo”. A alteração reflete a forte percepção presente na América Latina que o responsável pela política externa do governo Lula é de fato o Marco Aurélio Garcia.

Marco Aurelio García:
el Maquiavelo brasileño

Flávia Tavares e Ivan Marsiglia de O Estado de São Paulo mantuvieron um extenso diálogo con quien es el principal asesor del presidente brasileño Lula: él "profesor Marco Aurelio".

En esta entrevista, el "consejero del príncipe" revela detalles del encuentro de Barack Obama con Lula en la Casa Blanca, el día 14/03 y dice de quien Lula a propuesto para sucederle en el gobierno, Dilma Rousseff, “tiene un profundo conocimiento de los problemas brasileños, que no provienen sólo de su enorme experiencia administrativa, sino también de una curiosidad intelectual, que le permiten pasear tranquilamente sobre problemas teóricos y prácticos del país. Lo que sigue a continuación es la versión en español de La ONDA digital de la entrevista a Aurelio García

Marco Aurelio García es maquiavélico. No en el juicio que los enemigos hacen de él, al criticar su doble actuación como asesor especial del gobierno Lula y vice-presidente del Partido de los Trabajadores, o al recordar el episodio relacionado al accidente con un avión de la TAM en 2007 - cuando fue puesto en evidencia haciendo "top-top" en la ventana de su gabinete al verificar, por parte del Jornal Nacional, noticias que eximían al gobierno de culpas. Marco Aurelio se dice maquiavélico en la forma como conduce su relación con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva: "Procuro estar cerca del príncipe, pero no verlo todo el tiempo", explica, aludiendo a Nicolás Maquiavelo, pensador florentino del siglo XVII.

El "profesor Marco Aurelio", el MAG, como también es llamado en el Palacio del Planalto, admite que llega a encontrarse con el jefe "cinco o seis veces por día". El jueves, por ejemplo, interrumpió esta entrevista al recibir una esquela de Lula para que fuera a verlo. Tratarían de las visitas de los presidentes Cristina Kirchner, de Argentina, y el recién electo Mauricio Funes, de El Salvador, que ocurrirían al día siguiente.

Reconoce el privilegio, que de hecho tiene, de ocupar un cargo de primer nivel sin el peso de administrar una cartera. "La gran ventaja es que no firmo órdenes de pago, ni tengo problemas con el Tribunal de Cuentas", bromea. Y, a pesar de los insistentes rumores de que despierta celos en el Itamaraty, jura que en seis años de gobierno jamás tuvo divergencias con el canciller Celso Amorim o con el secretario general de la institución, Samuel Pinheiro Guimarães. Se define como "consejero" especializado en asuntos de América Latina y parece comprometido, hasta la médula, en una polémica justificativa de los voluntarismos de Hugo Chávez: "Él es consecuencia, no causa de la inestabilidad en Venezuela".

Natural de Porto Alegre, Marco Aurelio García tiene 68 años, es viudo y padre de un hijo. Cursó derecho y filosofía en la Universidad Federal de Río Grande del Sur e, inclusive, estudió en la Escuela de Altos Estudios y Ciencias Sociales en Francia. Ex-afiliado al Partido Comunista Brasileño, se exilió en Santiago y en París durante la dictadura militar brasileña, período en el cual inició sus contactos con agrupaciones de izquierda europeas y latinoamericanas.

De vuelta a Brasil, a fines de la década del 70, colaboró con las huelgas de metalúrgicos del ABC paulista, de las cuales Lula emergería como líder. Fue Marco Aurelio quien, en 1980, redactó el acta de fundación del PT. Acompañó, como secretario de relaciones internacionales del partido, los innumerables viajes de Lula al exterior; y cuando el obrero llegó a la Presidencia, en 2002, se licenció en el Departamento de Historia de la UNICAMP para asumir el cargo que ocupa hasta el día de hoy.

En esta entrevista, el "consejero del príncipe" revela detalles del encuentro de Barack Obama con Lula en la Casa Blanca, el día 14/03. Allá estaba, en la comitiva presidencial. Dice que las conversaciones giraron en torno a la crisis económica, pero el tema Cuba, meditado item de la agenda, cuando apareció, fue en el diálogo que el propio Marco Aurelio mantuvo con el general James Jones, asesor de Obama para asuntos de Seguridad Nacional. Se reunió por espacio de dos horas con el militar, en un gabinete de la Casa Blanca. Pero niega que el gobierno brasileño quiera intermediar la reaproximación entre La Habana y Washington: "Brasil no es un país propuesto".

- ¿Cuáles fueron sus impresiones del encuentro de los presidentes Lula y Barack Obama?

- Los dos hablaron, principalmente, del tema económico. El presidente Lula trasmitió su visión sobre la incidencia de la crisis en Brasil y recibió de Obama la evaluación sobre la situación de la crisis allá. Más allá de eso, trataron de América Latina: el presidente Lula dijo que sería esencial que los Estados Unidos tuviesen una política de asociación con la región. Informó el deseo del presidente Hugo Chávez de establecer una buena relación con los Estados Unidos. Finalmente, hablaron de temas bilaterales, en un balance positivo de la cooperación entre Estados Unidos y Brasil. Lula expresó su preocupación con tendencias proteccionistas de los americanos y trató del tema energético, reivindicando el fin de las barreras a los bio-combustibles.

-Con relación al encuentro, había comentarios de que Obama podría comenzar a comprar más petróleo brasileño, y menos venezolano, bajando los decibeles de Chávez. ¿Eso es cierto?

- No hay nada en este sentido. Eso acabó creciendo porque un periodista del (diario español) El País levantó el asunto. Pero es una ficción. Brasil no tiene excedentes petroleros significativos para exportar. Y no estableceríamos competencia con países como Venezuela y Ecuador.

- Obama también habría preguntado a Lula si Mauricio Funes sería electo presidente en El Salvador y si era confiable. ¿Usted lo confirma?

- Fue el presidente Lula quien tocó el tema, elogiando a Funes.

- ¿Cual fue su misión  en este primer contacto Lula-Obama?

- La visita fue organizada por el Itamaraty, especialmente por el embajador Antônio Patriota. Yo tuve una reunión con el general James Jones, asesor de Seguridad Nacional de Obama.

- ¿Porqué el gobierno americano designó al general para hablar con usted? ¿Hay una mirada militarista sobre América Latina?

- No, en los Estados Unidos él es visto como mi contraparte. Inclusive, en la última visita que hizo a Brasil, Condoleezza Rice, se refirió a mí como national security adviser - una especie de consejero presidencial, que no es ministro. El general Jones y yo hablamos de la próxima Cúpula de las Américas, en Trinidad y Tobago. Él me preguntó si el tema cubano tendría un papel central y yo le dije que creía que no, el tema principal debería ser la crisis económica. Hay países en la región muy castigados por la disminución drástica de las importaciones americanas y de las remesas de los inmigrantes hacia casa. El tema de Cuba va a aparecer, porque hay un sentimiento generalizado en América Latina de que el embargo ya no tiene más sentido. Forma parte de una agenda superada, de la Guerra Fría. Y la normalización de las relaciones con Cuba tendría un efecto extraordinario en la imagen de los Estados Unidos. Pienso que, en un primer momento, las iniciativas americanas deberían ser unilaterales, sin ninguna condicionante.

- ¿Brasil no arriesga su potencial político en esta intermediación?

- Brasil no es un país propuesto. El pedido de mediación debe partir de los involucrados y no sucedió eso ni por parte de los Estados Unidos ni por parte de Cuba. Obviamente tenemos interés en que este problema se resuelva. América Latina es una región de paz y remover este obstáculo sería un logro para todos.

- El miércoles, Costa Rica y El Salvador restablecieron relaciones diplomáticas con Cuba, aumentando el ya amplio consenso sobre la integración de la isla al continente y al mundo. ¿Eso influencia a los Estados Unidos?

- Sería bueno que los Estados Unidos viesen estos hechos como una señal más de que, gobiernos con las más distintas sensibilidades políticas en la región, consideran importante el diálogo.

- ¿Se vieron frustradas algunas expectativas en la visita? Las barreras al etanol brasileño no cayeron...

- No somos ingenuos de creer que en una mañana de sábado, el presidente de los Estados Unidos iba a resolver los problemas arancelarios del etanol, sabiendo que eso depende de negociaciones en el Congreso. Fue un contacto entre dos líderes del continente que tienen hoy una fuerte incidencia en las decisiones internacionales, y la intención era que ellos pudiesen, ya en el comienzo de la administración Obama, establecer un diálogo y una confianza recíproca. Eso se dio, en un ambiente de extrema cordialidad.

- ¿La empatía personal es un elemento que define el juego político?

- Tiene mucha influencia, principalmente por el estilo Lula. El presidente valora los contactos personales y siempre dice que nada sustituye la “mirada a los ojos". Después del encuentro en la Casa Blanca, dijo que vio en Obama inteligencia y juventud, cualidades fundamentales. Incluso porque esta es una crisis con componentes culturales fuertes... Lula imagina que el hecho de que la conducción de los Estados Unidos haya sido entregada a una persona de generación, inclusive diferente de la de él, es algo muy alentador.

- Bush hablaba español con Lula, Obama no lo habla. ¿La barrera del idioma puede dificultar la relación entre los dos presidentes?

- Mire, las personas sobrevaloran el español de Bush (risas). Cuando Lula fue electo, muchos decían que él no se daría bien con la política internacional porque no habla otros idiomas. Yo había andado con él diez años por todo el mundo, como secretario de relaciones internacionales del PT, y pude ver que la lengua extranjera nunca fue una barrera para el entendimiento de él con otros líderes.

- El gobierno Lula fue blanco de críticas por la adopción de la política Sur-Sur, bajo el argumento de que ella no ubica al país entre los grandes.

- Pero ella fue benéfica. No sé de quien viene este argumento de que Brasil no estaría entre los grandes, lo que es desmentido por la realidad. Que yo sepa, fue a partir de 2003 que Brasil comenzó a frecuentar las reuniones del G-8, a tener un papel importante en las negociaciones comerciales y terminó siendo invitado para la instancia máxima de gobernabilidad mundial, que es el G-20. La política Sur-Sur e iniciativas como aquella que tenemos con India y África del Sur, y con el mundo árabe, todo eso fue hecho sin confrontación con los Estados Unidos, la Unión Europea o Japón. Mantuvimos una relación fluida, pero no de subordinados.

- Acentuar las relaciones bilaterales con los Estados Unidos y la Unión Europea, ¿sería mejor en el enfrentamiento de la actual crisis?

- Creo que no. Prueba de eso es que los países que establecieron los tratados de libre comercio tienen hoy una relación deficitaria con los Estados Unidos, mientras que nosotros tenemos superávit. Casi cuadruplicamos nuestro comercio exterior y lo diversificamos en dos direcciones. Una es geográfica: no somos dependientes de ninguna región en particular. Y hay otro dato importante: Brasil no es dependiente del comercio exterior, que representa el 14% del PBI. Hoy el eje de la economía brasileña es interno. Por eso estamos sufriendo, pero resistiendo mejor la crisis que los países con más del 40% de su PBI vinculado al exterior.

- Episodios recientes ponen de manifiesto las discordancias de Brasil con los vecinos. Tal es el caso de la crisis de Ecuador con la Odebrecht, la del gas boliviano y los reclamos de Paraguay sobre Itaipú. ¿Como ejercer el liderazgo en este contexto?

- Brasil no tiene aspiraciones de liderazgo. Quien aspire al liderazgo se va a dar de bruces. La opción que hicimos es de integración solidaria, crecer juntos. Todos estos incidentes tuvieron desenlaces favorables. Con Bolivia, normalizamos las relaciones y continuamos importando gas - y quienes establecieron esta dependencia con relación al gas boliviano fueron los gobiernos anteriores. Con Ecuador, fue un incidente que opuso una empresa al gobierno local, que, desde mi punto de vista, actuó de forma precipitada. Pero nosotros no perdimos un centavo y Ecuador continúa pagando las deudas que había contraído. Con Paraguay, estamos discutiendo civilizadamente las diferencias y tengo la certeza de que vamos a llegar a buen término.

- ¿El presidente le reprochó por causa de estos incidentes, justamente en la región donde usted más actúa?

- No recibí reproches, ni por parte del presidente, ni por parte del ministro Celso Amorim. Soy un asesor: lo único que tengo que hacer es asesorar, expresar mis puntos de vista, cumpliendo las orientaciones del gobierno. El gran vector de la política externa es el Ministerio de Relaciones Exteriores, que es extremadamente calificado en su composición. Yo me beneficio de tener un razonable conocimiento intelectual de la región y relaciones personales con muchos dirigentes. Pero no me gusta extenderme sobre estos temas, porque el que acaba haciendo auto-propaganda termina justificándose. No tengo que justificarme. Estoy preocupado con mis funciones.

- ¿Y cuales son ellas?

- Hubo una opción del presidente Lula por un tipo de asesoría especial, diferente de aquella de otras gestiones. Fui precedido por extraordinarios diplomáticos. Pero, por el hecho de ser diplomáticos, muchas veces eran casi una extensión del Itamaraty en la Presidencia de la República. Ellos tenían tareas, algunas iguales a las mías, otras distintas, pero que correspondían a otro estilo de gobierno.

-¿Cuál es su estilo, profesor?

- Algunos colegas intentan decir que yo tengo una orientación ideológica. Tengo mis ideas, como todo el mundo. Pero el individuo que dice que otro tiene orientaciones ideológicas también tiene las suyas, a veces más radicales. Nunca puse mis ideas por encima de los intereses nacionales.

- ¿Pero en qué se diferencia su actuación del trabajo de un diplomático del Itamaraty?

- Tenemos cosas en común: preparar los discursos del presidente, los puntos de conversación de las reuniones en las que él va a participar, todo eso en el ámbito de la política externa. Preparamos también textos de información para él. En mi caso, he cumplido muchas misiones determinadas por el presidente, pero nunca hice un viaje que no comunicase al Itamaraty, en que no fuese asesorado por la embajada local. Hay una sintonía muy grande.

- ¿En seis años jamás se dieron discordancias entre su asesoría y el Itamaraty?

- Lamento decirle, sé que eso le daría sabor a la entrevista (risas), pero nosotros no tuvimos ninguna divergencia. Porque estamos siempre discutiendo, en particular con el ministro Amorim. Pero, repito, el gran conductor e ideólogo de la política externa, es el presidente de la República, como lo es de todas las otras políticas. Los ministros son ejecutores, yo ni siquiera soy ejecutor. Soy mucho más un consejero.

- Ocupar un cargo de primer nivel sin el peso de administrar una cartera es un privilegio, ¿no?

- La gran ventaja es que yo no firmo ninguna orden de pago o cosas de ese tipo, ni voy a tener problemas con el Tribunal de Cuentas.

- ¿Cómo es su interlocución con el presidente Lula?

- Él escucha mucho, es de trato afable. Yo lo conozco hace mucho tiempo, tenemos una gran relación de confianza. Puede ocurrir, y ya ocurrió, el hecho de que yo tenga una opinión distinta a la de él. Pero no me pagan para estar de acuerdo, sino para expresar mi punto de vista. Al final, me someto a las decisiones de él, porque sé cuantos votos tuvo Lula y cuantos votos yo no tengo. En cuanto a la frecuencia de los encuentros, hay días en que lo veo cinco o seis veces, a veces menos. Procuro seguir la máxima del Maquiavelo, en el Príncipe, que es la de estar cerca del príncipe, pero no verlo todo el tiempo.

- ¿Este contacto no causa celos?

- Mire, nunca lo percibí. Tengo una relación muy fluida con mis colegas, sobre todo con los que tienen funciones más importantes que las mías, como es el caso de los ministros. Ahora, una de las muchas cosas en las que estoy de acuerdo con el presidente, es cuando él dice que los celos del hombre son los peores (risas).

- ¿Cómo explica usted la dificultad brasileña en las negociaciones comerciales con Argentina?

- En el tema económico, Argentina es fundamental para nosotros. Los empresarios brasileños saben eso. Saben que, si ellos se arriesgan a perder un poco de las ventajas comerciales, aún así, el atractivo del mercado argentino, es de tal magnitud, que ciertas renuncias serán perfectamente factibles. Nuestro comercio con dicho país sobrepasó, en 2008, U$S 30 mil millones. Por otro lado,  Brasil es hoy el principal inversor en Argentina.

- ¿Lula influencia a Chávez?

- Mantenemos una relación intensa con Venezuela, con un comercio en torno de los U$S 7 mil millones. Más que eso, el gobierno Lula ha insistido mucho frente al presidente Chávez, y él fue sensible a este llamado, sobre la importancia de escapar a la maldición del petróleo, del monocultivo y de la vulnerabilidad ante las oscilaciones del mercado mundial. Venezuela importaba todo: huevos, leche, harina de trigo... Eso es injustificable. Fuimos en esta dirección y establecimos un programa de cooperación entre los dos países. Sin embargo, no tenemos derecho a inmiscuirnos en las decisiones de la política interna venezolana. Y procuramos resolver todo sobre la base de la negociación. El presidente Lula es un incansable hombre de diálogo.

- La semana pasada, Chávez militarizó los aeropuertos y puertos del país, según algunos, para debilitar a los Estados de la oposición. ¿El gobierno brasileño no ve eso como una señal de autoritarismo?

- No creo que eso ponga en riesgo las instituciones. El presidente Fernando Henrique tomó la iniciativa de ocupar las refinerías brasileñas para reprimir huelgas (en 1995, FHC ordenó la ocupación de cuatro refinerías de la Petrobrás, para garantizarle el acceso a quien quisiese trabajar). Yo me oponía a esta iniciativa, pero nunca llegué a decir que ella amenazaba la democracia. No veo riesgos en estos países que tienen Constitución, leyes, instituciones, libertad de prensa. ¿El presidente Chávez pelea con la prensa? Pelea, pero la prensa también pelea con él. Y no hay presos políticos. En fin, estos son elementos, a mi juicio, fundamentales en el análisis.

- ¿Y la insistencia de Chávez en la reelección ilimitada? ¿No es un juego para perpetuarse en el poder?

- Mire, hay países donde existen mecanismos de reelección indefinida. El tema fundamental es saber si en 2012, cuando habrá nuevas elecciones presidenciales, los venezolanos van a querer mantener a Chávez o no. Si ellos quisieran mantenerlo, está bien. Brasil fue quien hizo una opción por dos mandatos. Es nuestra cultura política. Venezuela, hace 15 años atrás, era presentada como un paradigma de la democracia en la región. Pero entonces el sistema político se desagregó. Aquellos que creen que Chávez es el causante de la inestabilidad en Venezuela no se dan cuenta de que él es la consecuencia, no la causa de ella. Además, ¿con qué autoridad voy a dictar cátedra sobre otros países, cuando sé que tenemos aquí problemas graves en el funcionamiento de nuestras instituciones?

- Esta semana Chávez anunció que va a abrir una isla en el Caribe para que los bombarderos rusos la usen como base. ¿No es una provocación a los Estados Unidos?

- Queridos míos, eso, seguramente, es una provocación bien menor que la instalación de un sistema anti-misiles en Europa Central. Puede ser una provocación verbal, pero no tiene dimensión política. La Doctrina Monroe ya no tiene vigencia, no existe más aquello de "América para los americanos". La determinación de crear la cuarta flota es mucho más provocativa que eso. Tal vez esta iniciativa, incluso, sea una respuesta maleducada a estas tentativas. Hoy en día, los Estados Unidos mantienen relaciones estables con Rusia. No existen más "peligros rojos". Peligro rojo es mi cuadro, el Internacional, que es muy bueno (risas).

- ¿El PT pretende ser un “modelo político de exportación” para América Latina?

- El PT ha mantenido con muchos partidos de la región un gran diálogo. Ejercemos influencia sobre ellos, que también ya ejercieron influencia sobre nosotros. Y hoy las realidades de estos países son muy diferentes de la nuestra. Fernando Lugo fue electo en Paraguay prácticamente sin partido, en una coalición de la cual participan partidos de derecha. En Nicaragua, también hubo una alianza con un partido de derecha. En el caso de El Salvador, fue un enfrentamiento fortísimo con la derecha, por parte del Frente Farabundo Martí. Claro que el PT ha visto eso, pero tiene sus propios problemas a enfrentar, tiene que actualizarse y hacer un balance de sus casi 30 años de vida.

- ¿Qué va a ser del PT post-Lula?

- Con la llegada de Lula a la Presidencia, tuvimos ciertos problemas. Tal vez el PT no haya evaluado todas las consecuencias de lo que es ser un partido de gobierno. ¿Y qué es eso? Un partido de gobierno tiene, por un lado, que apoyar a este gobierno, pero, por otro, ser también una especie de conciencia política, que mire los problemas con la óptica de la sociedad. En 2005 (durante la crisis de los “sueldones”), nuestra respuesta fue extremadamente tímida, no sólo para la sociedad, sino hacia adentro del partido. Todavía está inconcluso este proceso de reflexión que el partido precisa realizar.

- El momento más dramático de su pasaje por el gobierno fue el episodio del “top-top”. Hoy, ¿como evalúa lo que sucedió?

- Aún persiste en la mente de algunas personas, por desinformación o por mala fe, la idea de que yo estaba festejando. Nosotros estábamos sumamente abatidos por la tragedia de la TAM, con casi 200 muertos. Y veíamos en parte de la prensa un juicio precipitado, en el cual se intentaba responsabilizar al gobierno íntegramente. Estábamos bajo tensión y, cuando veo aquel desmentido, yo y mi asesor tuvimos un alivio. Yo, incluso, tenía conocidos en el avión, porque venía de Porto Alegre. Claramente, hubo una invasión de privacidad por parte de la televisión. Pero ya viví situaciones mucho más difíciles que esta, de pérdida, represión, y siempre salí bien. La única preocupación que tuve en aquel momento fue que eso pudiese caer encima del gobierno.

- Y usted puse su cargo a disposición del presidente Lula...

- Inmediatamente, porque creí que, independientemente de estar convencido de que había sido cometida una infamia contra mí, una acción sórdida de esta emisora de televisión, el episodio sería visto por millones de personas y usado como un elemento injusto de crítica al gobierno. Pero el presidente no aceptó mi pedido. Enfrenté algunos tipos de apremios, pero también quiero decir que recibí una solidaridad muy grande por parte de personas por las que tengo mucho aprecio y de otras que ni conocía.

- ¿Qué pretende hacer cuando Lula deje el Planalto?

- Siempre tuve una profesión y estoy transitoriamente en el gobierno. Saliendo de aquí puedo hacer una cosa que me gusta mucho, que es volver a dar clases en la UNICAMP, a dedicarme a la investigación y escribir. Quiero realizar una reflexión más amplia sobre la experiencia en el gobierno, sobre la política externa. Si se convierte en libro, muy bien - preciso tener tiempo y disciplina para hacerlo. Lo único que no quiero es jubilarme. Voy a dedicarme a la campaña de nuestra candidata a la Presidencia, si efectivamente el PT llega a un consenso en torno de ella, y llegará.

- ¿Qué opinión le merece la eventual candidata?

- Ella reúne un conjunto de condiciones muy favorables para ocupar la Presidencia de la República. Tiene un profundo conocimiento de los problemas brasileños, que no provienen sólo de su enorme experiencia administrativa, sino también de una curiosidad intelectual, que le permiten pasear tranquilamente sobre problemas teóricos y prácticos del País. Dilma tiene cabeza para gobernar, pero no se olvidará de seguir una regla del presidente Lula: "En momentos de duda, consulte al corazón". Lo que es importante, porque el corazón está a la izquierda...

A entrevista original em português pode ser lida aqui:

http://www.estadao.com.br/noticias/suplementos,perto-do-principe-ma-non-troppo,342817,0.htm

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