"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

quinta-feira, 7 de fevereiro de 2008

O cinismo do Ocidente. Por que o Ocidente pode interferir nos assuntos internos da Sérvia e isto é moderno e quando são os russos a interferência é sintome de ressurgimento da velha Rússia? E o velho Ocidente alguém se lembra dele?

Las travesuras de Putin en los Balcanes

by Morton Abramowitz

Esta vez, el Kremlin ha puesto la piedra en el zapato de Occidente en lo que se refiere al largo y doloroso esfuerzo para dar a Kosovo la independencia formal. A diferencia del altercado sobre el escudo de misiles estadounidense en Europa, este conflicto no muestra señales de calmarse y amenaza con dañar más la tambaleante relación entre Rusia y Occidente.

En cada oportunidad, Rusia ha desafiado los esfuerzos de Occidente para facilitar la independencia de Kosovo. Después de un año de negociaciones entre Serbia y Kosovo, el Kremlin del Presidente Vladimir Putin rechazó el informe del mediador de Naciones Unidas que recomendaba una independencia supervisada, impidió que el Consejo de Seguridad aceptara ese informe e insistió en un plazo adicional de tres meses para las negociaciones entre Serbia y Kosovo, incluso después de que un arreglo se había hecho imposible.

Hace tres semanas, Rusia insistió de nuevo en el Consejo de Seguridad que cualquier acuerdo requería la aprobación tanto de Serbia como de Kosovo, y que eran necesarias negociaciones adicionales. Rusia sabe que esas negociaciones serán infructuosas, pero cree que otro llamado aparentemente inocente a celebrar más negociaciones presionará la unidad de la UE, que parece ser un objetivo vital para Putin. Una mayor demora también podría generar violencia en Kosovo y debilitar el apoyo internacional a la independencia.

El odio de Putin hacia las relaciones “serviles” con Occidente de la era de Yeltsin es lo que alimenta su oposición. Pero la demora de Occidente en resolver la situación de Kosovo permitió que esa oposición se consolidara. En efecto, el Occidente ha malinterpretado sistemáticamente las intenciones de Rusia en Kosovo. Muchos afirmaban que el Kremlin estaba retrasando lo inevitable, pero que al final no obstruiría la independencia. Ahora, al cuarto para las doce, Rusia se aferra a su postura obstruccionista y es probable que las elecciones presidenciales de marzo refuercen las posiciones en contra de Occidente.

¿Qué hará entonces Putin cuando Estados Unidos y la mayoría de los miembros de la Unión Europea reconozcan la independencia de Kosovo en los próximos meses sin el aval de la ONU, como ahora lo prevén? Es poco probable que el Kremlin intente otra intervención militar en Kosovo (su esfuerzo por depositar tropas en el aeropuerto de Pristina en 1999 fue un fracaso), pero tiene una gama de opciones que harán que Occidente reflexione.

El apoyo del Kremlin ha hecho que la intransigencia nacionalista de Serbia en cuanto a Kosovo sea efectiva. Rusia ha declarado que no extenderá a Serbia un cheque en blanco, pero es probable que apoye los esfuerzos del gobierno serbio para aislar y desestabilizar a un Kosovo independiente.

Mientras que Serbia se ha opuesto a la partición de Kosovo, Rusia también apoyaría una propuesta serbia de dividir el norte, de población serbia, lo que abriría una caja de Pandora de posibles particiones de Serbia, Bosnia y Macedonia. Tal propuesta podría obtener cierto apoyo en Europa y otros lugares como un arreglo aparentemente adecuado, aun cuando desestabilizara de nuevo a los Balcanes.

Rusia seguramente continuará sus esfuerzos diplomáticos para convencer al mundo de que las negociaciones son la única forma de resolver el problema, y que no se puede solucionar fuera de la ONU. Esto conseguirá el apoyo de muchos miembros de Naciones Unidas, incluyendo aquéllos que tienen minorías étnicas insatisfechas importantes.

Rusia también podría reaccionar más allá de los Balcanes, con mayor probabilidad en el Cáucaso y sus regiones separatistas, particularmente en Georgia. Una declaración de independencia de Kosovo probablemente traerá una declaración similar de la región separatista de Abjasia en Georgia, que Rusia bien podría reconocer. Si Georgia toma medidas militares para impedirlo, el ejército ruso probablemente reaccionaría con la fuerza, lo que crearía una situación que podría salirse de control.

Si bien Estados Unidos y la UE no desean empeorar las relaciones con Rusia, no pueden retirarse ante la obstinación de ese país. La seguridad de Europa está en juego. Pero también deben seguir tratando de adelantarse a la confrontación con Rusia en todos los frentes.

El Occidente debe dejar claro a Serbia que reaccionará con firmeza contra cualquier esfuerzo de promover la violencia o la división de Kosovo. Sería útil enviar tropas adicionales de la OTAN, además de la misión prevista de la UE, para supervisar la independencia de Kosovo.

La Rusia de Putin, que no hace mucho caso al Estado de derecho, oculta sus esfuerzos diplomáticos bajo el disfraz del respeto al derecho internacional, en particular a la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU con la que acabó la guerra de Kosovo de 1999. Desde hace mucho, debe emprenderse una ofensiva diplomática para contrarrestar los argumentos rusos y recordarle al mundo lo que sucedió en Kosovo.

La resolución 1244 no estipula que Kosovo debe quedar bajo la soberanía de Serbia, como insisten rusos y serbios, ni impide la independencia. En efecto, cualquier lectura razonable de la resolución –sobre todo en el contexto de los múltiples conflictos de los Balcanes en las últimas dos décadas—reconocería que la independencia cumpliría su intención, y el propósito de mantener la supervisión por parte de la ONU de la provincia durante los últimos ocho años.

En el caso de Abjasia, Occidente debe reiterar la naturaleza sui generis de Kosovo y subrayar los enormes esfuerzos que se han hecho ahí desde 1999. El mundo debe dejar claro que la participación militar de Rusia en Abjasia es inaceptable, y al mismo tiempo, evitar que el gobierno de Georgia reaccione militarmente ante alguna provocación.

La forma en que Rusia reaccione al apoyo de Occidente a la próxima declaración de independencia de Kosovo demostrará cuánto hemos avanzado desde la Guerra Fría. A través de un manejo cuidadoso del proceso de independencia de Kosovo y de estar atento a las oportunidades de mejorar las relaciones con Rusia, el Occidente podría mitigar las consecuencias de esta confrontación. No obstante, una nueva Guerra Fría podría enfriarse un poco más.

Morton Abramowitz es miembro de la Century Foundation y ex Secretario Asistente de Estado para Inteligencia e Investigación.

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