Paraguay puso solo agua, y Brasil, usura
El diario Folha de San Pablo, en su edición del domingo 23 de marzo, criticaba la voluntad del pueblo paraguayo -y en especial de Fernando Lugo- de recuperar la soberanía hidroeléctrica de Itaipú, de recibir un precio justo.
Admite que Brasil recibe electricidad paraguaya al costo y que habría cierta justicia cuando el Paraguay exige un precio de mercado, aunque -aquí está la falacia repetida desde 1973- no en este caso, dice Folha, porque el financiamiento fue de Eletrobrás y el Paraguay no puso nada.
Paraguay podía y puede conseguir financiamiento más conveniente
Lo que dice Folha de San Pablo es una clara falacia. Parte de la base de que el Paraguay no podía financiar la obra. Lo opuesto es la verdad. El Paraguay, en el 50% que le corresponde, no iba a tener dificultades en contratar créditos externos, pues Itaipú era en sí misma una excelente garantía. Lo que hizo Stroessner en 1973, cuando se firmó el tratado, es encontrar una buena excusa (que el Brasil financiaba la obra) para despojarnos de la soberanía sobre nuestra principal riqueza natural.
La frase más empleada en aquel entonces era que el Paraguay no ponía nada, sino “apenas el agua”. Este pensamiento absurdo es lo mismo que decir que “Arabia Saudita no pone nada, tan solo el petróleo”. Ningún país productor de petróleo renuncia a muy buenas regalías porque “pone solo el petróleo”. Es más, el agua que pone el Paraguay es mucho más valiosa que el petróleo, pues la energía así generada, la hidroelectricidad, es una energía limpia de inmenso mayor valor que el petróleo, una energía contaminante que además genera gases de efecto invernadero. ¿Qué país petrolero renuncia a la mayor parte del petróleo extraído, porque “solo pone el petróleo”? Ninguno. Aquí cerca nomás, Bolivia dejó de recibir 18% de la renta sobre su petróleo y gas natural, para pasar a recibir 82%, quedándole apenas 18% a las empresas que ponían el capital. Y que siguen invirtiendo en tales condiciones porque aun así les conviene.
Financiamiento de Eletrobrás usurario
Podría discutirse con algún grado de lógica algún beneficio adicional para el financista de Itaipú (Eletrobrás) si es que el crédito que concedió hubiera sido un préstamo “blando”, por debajo de los niveles del mercado financiero internacional. Ello no ha sido así. Los créditos concedidos por Eletrobrás estuvieron desde un inicio en una tasa del orden de 12%/año, muy por encima del costo financiero promedio, desde la firma del tratado hasta la fecha.
Desde 1997 a 2007, se aplicó, además, una doble tasa de interés, al reajustarse el saldo deudor en base a la inflación en los EE.UU. de América, lo que creó tasas incluso superiores al 12%/año. Finalmente, por vergüenza, el mismo Congreso brasileño acordó eliminar el denominado factor de ajuste, o doble tasa de interés de los créditos de Eletrobrás a Itaipú, desde el 2008.
En tales circunstancias, de créditos claramente usurarios, ¿qué sentido tiene lo que dice Folha de San Pablo? Mantener en vigencia cláusulas económico-financieras que eran ya irrisorias en 1973 y que con el aumento de los precios de todo tipo de energía se volvieron aún más irrisorias hoy, tan solo porque el Brasil nos “benefició” con usura, es en realidad un chiste de mal gusto. Lo lamentable es cómo ciertos medios de prensa del Brasil, a fin de defender los intereses de las grandes empresas radicadas en el Brasil (muchas de ellas transnacionales) recurren a argumentos enteramente falseados, ocultando datos fidedignos a sus lectores. Sería bueno que Folha de San Pablo informe sobre la usura que aplicó Eletrobrás a Itaipú y, luego, que opine editorialmente nuevamente, a ver si el editorialista tiene suficiente tranquilidad de conciencia para seguir sosteniendo que el Paraguay debe seguir cediendo toda su energía al costo hasta el 2023, simplemente porque fue “beneficiado” con la usura de Eletrobrás.
Ricardo Canese
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