El francés Olivier Blanchard (59 años), que el próximo septiembre asumirá su nueva función como economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), sostiene que la crisis financiera ha tocado fondo y se declara confiado sobre la reacción de la economía estadounidense.
Profesor de macroeconomía desde 1982 del legendario Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Blanchard elogia el papel de los bancos centrales, alerta sobre el efecto del euro fuerte y se muestra grave sobre la economía española. El nuevo cerebro gris del FMI conversó con La Vanguardia a su paso por Barcelona con motivo del 50.º aniversario del Cercle d´Economia.
Usted ha trazado un diagnóstico severo sobre la economía española. ¿Cuál es la clave?
El problema de España es que ha tenido un crecimiento muy ampliamente basado sobre la demanda interna, básicamente sobre la construcción y el consumo, y ahora hay que buscarlo en otra parte. Una solución a corto plazo, como que el Gobierno aumente el gasto, puede ayudar un par de años. Pero a largo plazo es aumentar la demanda exterior y esto sólo es posible siendo más competitivos. Durante todo este largo periodo de crecimiento rápido España ha perdido competitividad. No se ha producido un crecimiento de productividad y la evolución de los salarios ha sido superior a ésta.
¿Cuál es la receta, entonces?
La solución ahora es claramente restablecer la competitividad, lo que puede obtenerse con reformas estructurales, que es lo que hay que hacer, o mediante una ralentización del crecimiento de los salarios. Alemania ya hizo ambas cosas entre 1994 y 2004. Un periodo de diez años durante el cual hubo reestructuración y un crecimiento salarial muy lento, con un aumento de la competitividad tanto desde el punto de vista de los costes salariales como de la productividad de las empresas. Estamos hablando de Alemania y les llevó diez años hacerlo.
¿Qué quiere decir?
Saque usted las conclusiones.
Usted ha citado también el caso de Portugal al analizar la evolución de la economía española.
Efectivamente. En el caso de Portugal el proceso dura ya seis años y el avance es muy limitado. La competitividad no ha mejorado y no está en el final del camino.
O sea que, a su juicio, la recuperación va para largo.
Bueno, soy optimista a muy largo plazo. Creo que España va a tener un crecimiento lento durante bastante tiempo. El problema es que no hay crecimiento de productividad y eso es fundamental. La única manera de salir de este tipo de agujero es mejorar la productividad. Es un poco un misterio que no se entiende muy bien, pero lo cierto es que la productividad es muy mediocre y está claro que es necesario que esto cambie. Aunque es verdad que una cosa es decirlo y otra distinta hacerlo.
Usted es más optimista a escala global y descarta totalmente un replay de la crisis de los setenta por el choque petrolero.
Así es. En los setenta se produjo el choque de los precios del petróleo seguido de la explosión de la inflación y una fuerte recesión. En mi opinión esto no sucederá ahora. Hoy el aumento del precio del petróleo es en términos proporcionales más o menos el mismo que el de entonces y estoy seguro de que no habrá una inflación muy elevada ni una recesión fuerte. Por el momento el aumento del precio del crudo y los alimentos no ha llevado a un incremento de los salarios y a desencadenar la espiral inflacionista, aunque lógicamente la gente querrá recuperar su poder adquisitivo.
Parece muy seguro de ello.
La política monetaria actual es totalmente diferente a la de entonces. En la actualidad está muy claro que las anticipaciones de inflación siguen muy estables y mientras permanezcan ancladas quiere decir que la inflación será mucho más limitada. Habrá un poco más de inflación y desempleo por un tiempo, pero de forma mucho más atenuada que en los setenta.
El caso es que hay un escenario grave con varias crisis simultáneas: económica, financiera, energética y alimentaria. ¿Estamos ante un ajuste en profundidad o una nueva corrección de la economía global?
Ciertamente es una situación compleja con varios choques a la vez, pero esto no hace imposible una política económica y tenemos los instrumentos para afrontar cada una de ellas.
¿Cree que lo peor de la crisis financiera ya ha pasado?
Sí. Lo peor está totalmente detrás de nosotros. Cuando los bancos centrales decidieron adelantar liquidez a las instituciones financieras fue clave, con la acción crucial en favor del banco Bearn & Sterns. Creo que la probabilidad de que desaparezca un gran actor financiero es prácticamente cero.
Descarta definitivamente el riesgo de crisis sistémica.
Totalmente. Todo esto durará aún algún tiempo durante el que hay que ser prudentes, pero yo soy optimista y creo que en un año se habrá acabado.
El crecimiento de Estados Unidos desmiente por el momento el riesgo de recesión.
Sí, una capacidad de resistencia sorprendente. La política monetaria ha sido muy inteligente y Bern Bernanke ha bajado los tipos de interés cuando hacía falta y las provisiones de liquidez también han sido buenas decisiones. Ningún economista serio puede decir si va a haber o no un trimestre o dos de crecimiento negativo, nadie lo sabe, pero yo no veo ningún escenario de catástrofe.
Los datos de crecimiento de Alemania y Francia sugieren que la eurozona resiste.
Yo también estoy un poco sorprendido de los resultados de Alemania. Pero pienso que un euro fuerte es un serio problema para Europa. Ahí hay realmente un riesgo y si por ahora las cosas van bien, diría que en adelante irán menos bien.
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