"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

domingo, 29 de março de 2009

Reunião para conversar tudo como dantes!

El mundo después de la Cumbre del G-20

22:13

Habrá ganadores y perdedores. Pero todos buscarán ahuyentar la gran pesadilla del cierre de la economía global.

Por: Felipe de la Balze

El próximo jueves se reunirá en Londres el Grupo de los 20, que incluye a las siete mayores potencias industriales, a China, la India y Rusia y a un grupo selecto de diez economías emergentes, entre ellas la Argentina. Durante dicha reunión se analizarán y acordarán cursos de acción para paliar las consecuencias de la grave conmoción mundial. La economía mundial durante las últimas tres décadas se caracterizó por una creciente interdependencia comercial y financiera entre los países. Esta transformación ocurrió en consonancia con otras grandes metamorfosis. China gradualmente se convirtió en una economía capitalista, el Imperio Soviético se derrumbó y la India abandonó el modelo estatista que había adoptado después de su independencia. En menos de 20 años, alrededor de 3000 millones de personas se incorporaron a la economía de mercado. Simultáneamente, en los países avanzados, el sector financiero creció a tasas muy superiores a las del producto bruto mundial. Menos regulaciones estatales y una intensa innovación en materia de productos y servicios fueron las causas principales.
En los Estados Unidos, el crédito total se incrementó del 150% del PBI en 1982 al 330% en la actualidad. La formidable expansión del crédito facilitó el incremento del comercio y la inversión, pero sus excesos no fueron ajenos a las crisis que ocurrieron en economías emergentes mal administradas y a las fiebres especulativas que perturbaron periódicamente a los países centrales y ahora amenazan el funcionamiento de la economía mundial. Un preocupante telón de fondo signará las urgentes negociaciones que se inician en Londres. La crisis ha demostrado fehacientemente que el espectacular crecimiento de las finanzas durante las últimas décadas no tenía la solidez pensada. La era de las finanzas desreguladas y omnipresentes ha llegado a su fin. La economía internacional sufre una aguda crisis de confianza. Los niveles de la producción industrial y del comercio mundial están cayendo estrepitosamente y tardarán años en recuperarse. Las políticas fiscales expansivas puestas en marcha van a generar grandes déficit fiscales y sustanciales incrementos en los niveles de la deuda pública, lo que elevará en el futuro las tasas de interés y reducirá el crédito disponible para el sector privado y para los países endeudados.
El meollo de las negociaciones que se inician en Londres girará alrededor de los siguientes temas.Los norteamericanos llegan a Londres apremiados por la recesión, por una crisis inmobiliaria que aún no ha tocado fondo y preocupados por las consecuencias del creciente endeudamiento de su sector público sobre el futuro del dólar. Su estrategia será la de presionar a los países superavitarios (principalmente Alemania, Japón, China y a los exportadores de petróleo) para que incrementen sustancialmente su nivel de gasto y contribuyan a sostener la demanda agregada mundial. Los europeos (con la excepción de los británicos) se resistirán a aumentar los gastos, temerosos de que un déficit creciente impacte sobre la unidad europea y el futuro del euro. Por su parte, europeos y japoneses enfatizarán la necesidad de regular estrictamente la actividad financiera, lo que será resistido por los representantes norteamericanos y británicos que se mostrarán dispuestos a mejorar el marco regulatorio sin perder el margen de maniobra necesario para mantener la preeminencia de Nueva York y de Londres en las finanzas internacionales.
Japón y los países exportadores de petróleo no tienen, por restricciones internas, gran capacidad para elevar sus niveles de demanda, pero están dispuestos a prestar una porción de sus cuantiosas reservas al FMI, que serían destinados a los países emergentes con dificultades. China, la India y las demás economías emergentes que han ganado acceso a los mercados de los países centrales durante las últimas décadas y acumulado cuantiosas reservas en monedas fuertes enfrentan una situación particularmente delicada. Ven con alarma el derrumbamiento de un modelo económico internacional que fue la llave maestra de su prosperidad pero se resisten a encarar los altos costos económicos y políticos que implica la reconversión hacia el mercado doméstico de sus aparatos productivos orientados, principalmente, a la exportación. Se declararán defensores del libre comercio. Advierten que sus grandes reservas externas están expuestas a una potencial desvalorización del dólar y resienten que su creciente importancia no sea reconocida en las principales instituciones financieras multilaterales que siguen dominadas por los Estados Unidos, Japón y las potencias europeas.
Su posición negociadora es endeble. Su propuesta inicial de crear una nueva moneda de reserva internacional que sustituya al dólar es una expresión de deseos que será desechada por los Estados Unidos y Europa. Finalmente el resto de los países emergentes exportadores de materias primas (como la Argentina) tendrán que sobrevivir la crisis utilizando sus reservas externas, solicitando financiamiento al FMI y recurriendo al crédito privado, que será escaso. Los grandes lineamientos de un posible compromiso se esbozarán en Londres la semana que viene. Los Estados Unidos reducirán su déficit en cuenta corriente y aceptarán, si quieren salvar al dólar de un grave traspié, convivir con una recesión más severa que la prevista. Los países superavitarios aumentarán sus gastos y contribuirán con una porción importante de sus reservas a un fondo de reciclaje que será administrado por el FMI. China, la India y Rusia ganarán posiciones en las instituciones multilaterales y al igual que los demás países emergentes tendrán que conformarse con la existencia de un FMI remozado y con la expectativa de haber ahuyentado su peor pesadilla: un cierre de la economía mundial.

http://www.clarin.com/diario/2009/03/29/opinion/o-01886823.htm

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