"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

sábado, 15 de novembro de 2008

Mais sobre soft power e liderança americana

Barack Obama y el poder de los Estados Unidos

by Joseph S. Nye

CAMBRIDGE – Uno de los primeros retos a que se enfrentará el Presidente Barack Obama son los efectos de la crisis financiera en curso, que ha puesto en duda el futuro del poder de los Estados Unidos. Un artículo publicado en la revista The Far Eastern Economic Review afirma que “El desmoronamiento de Wall Street presagia un movimiento telúrico global: el comienzo del debilitamiento del poder de los Estados Unidos”. El Presidente ruso, Dmitri Medvedev, considera la crisis como una señal de que el liderazgo global estadounidense está llegando a su fin, y el Presidente venezolano, Hugo Chávez, ha declarado que ahora Beijing es mucho más relevante que Nueva York.

Con todo, el dólar, el símbolo del poder financiero estadounidense se ha fortalecido, en lugar de debilitarse. Como señala Kenneth Rogoff, profesor de Harvard y ex economista en jefe del FMI, “Es irónico que, dado que acabamos de cometer errores graves, la respuesta de los extranjeros sea traer más dinero. No saben a dónde más recurrir. Parece que ellos tienen más confianza en nuestra capacidad para resolver nuestros problemas que nosotros mismos”.

Solía decirse que cuando los Estados Unidos estornudaban, al resto del mundo le daba pulmonía. Más recientemente, muchos sostenían que con el crecimiento de China y los Estados petroleros, una desaceleración en los Estados Unidos estaría desconectada del resto del mundo. Pero cuando a Estados Unidos le dio la gripe financiera, otros se contagiaron. Muchos líderes extranjeros pasaron pronto del regocijo burlón al miedo – y a la seguridad de los bonos de la tesorería estadounidense.

Las crisis a menudo refutan la sabiduría popular, y ésta ha revelado que el poderío subyacente de la economía estadounidense sigue siendo impresionante. El mal desempeño de Wall Street y las instancias de reglamentación de los Estados Unidos le han costado al país mucho en términos del poder blando derivado del atractivo de su modelo económico, pero el golpe no tiene por qué ser mortal si, a diferencia de Japón en los años noventa, los Estados Unidos logran absorber las pérdidas y limitar los daños. El Foro Económico Mundial sigue calificando a la economía estadounidense como la más competitiva del mundo debido a la flexibilidad de su mercado laboral, su educación superior, su estabilidad política y su apertura a las innovaciones.

La pregunta más amplia tiene que ver con el futuro a largo plazo del poder de los Estados Unidos. Un nuevo pronóstico para 2025 preparado por el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense prevé que el dominio de ese país estará “muy mermado” y que una esfera clave de su superioridad continua –el poder militar—será menos significativa en el mundo competitivo del futuro. No se trata tanto del debilitamiento de los Estados Unidos sino más bien del “crecimiento de los demás”.

El poder siempre depende del contexto y en el mundo de hoy, se distribuye en un patrón que se asemeja a un complejo juego de ajedrez tridimensional. En el tablero de arriba, el poder militar es en gran medida unipolar y es probable que así siga siendo durante un tiempo. Pero en el tablero de en medio, el poder económico ya es multipolar, con los Estados Unidos, Europa, Japón y China como jugadores principales y otros que van cobrando importancia.

El tablero de abajo es el ámbito de las relaciones transnacionales que cruzan fronteras fuera del control del gobierno. Incluye actores tan distintos como los banqueros que transfieren electrónicamente cantidades mayores que gran parte de los presupuestos nacionales, así como terroristas que transfieren armas o hackers que interfieren en las operaciones de Internet. También comprende los nuevos retos como las pandemias y el cambio climático. En este tablero inferior, el poder está muy disperso y no tiene sentido hablar de unipolaridad, multipolaridad o hegemonía.

Incluso después de la crisis financiera es probable que el ritmo vertiginoso del cambio tecnológico siga impulsando la globalización, pero los efectos políticos serán diferentes para el mundo de los Estados nación y para el mundo de los actores no estatales. En la política inter-Estados, el factor más importante seguirá siendo la continua “vuelta de Asia”.

En 1750, Asia contaba con las tres quintas partes de la población y de la producción económica mundiales. Para 1900, tras la revolución industrial de Europa y los Estados Unidos, Asia representaba únicamente una quinta parte de la producción mundial. Para 2040, Asia habrá avanzado mucho para recuperar su participación histórica.

El crecimiento de China y la India podría crear inestabilidad, pero ese es un problema con precedentes y podemos aprender de la historia sobre la forma en que las políticas pueden afectar el resultado. Hace un siglo, Inglaterra manejó el crecimiento del poder de los Estados Unidos sin conflictos, pero el fracaso del mundo para manejar el crecimiento del poder alemán condujo a dos guerras mundiales devastadoras.

También será necesario manejar el crecimiento de los actores no estatales. En 2001, un grupo sin Estado mató a más estadounidenses que el gobierno de Japón en Pearl Harbor. Una pandemia propagada por aves o viajeros en aviones podría matar a más personas de las que murieron en las dos guerras mundiales. Los problemas planteados por la difusión del poder (que se aleja de los Estados) tal vez resulten más difíciles que los cambios en la distribución del poder entre Estados.

El desafío para Barack Obama es que cada vez más problemas están fuera del control incluso del Estado más poderoso. Si bien los Estados Unidos dominan las medidas tradicionales de poder, esas medidas son cada vez menos adecuadas para gran parte de lo que define la política mundial, que, debido a la revolución de la información y la globalización, está cambiando de tal forma que impide a los estadounidenses alcanzar todas sus metas internacionales por sí solos.

Por ejemplo, la estabilidad financiera internacional es vital para la prosperidad de los Estados Unidos, pero ese país necesita la cooperación de otros para asegurarla. El cambio climático global también afectará la calidad de vida, pero los Estados Unidos no pueden manejar el problema de manera aislada. Y, en un mundo donde las fronteras son cada vez más porosas a las drogas, las enfermedades contagiosas y el terrorismo, los Estados Unidos deben movilizar coaliciones internacionales para atacar las amenazas y retos compartidos.

Con su calidad de economía más grande del mundo, el liderazgo de los Estados Unidos seguirá siendo crucial. El problema del poder de los Estados Unidos tras la crisis financiera no es de debilitamiento sino de tomar conciencia de que ni siquiera el país más poderoso puede alcanzar sus metas sin ayuda de los demás. Afortunadamente Barack Obama lo entiende.

Joseph S. Nye Jr., ex Secretario Asistente de la Defensa de los Estados Unidos,  es profesor en la Universidad de Harvard y autor de The Powers to Lead.

http://www.project-syndicate.org/commentary/nye63/Spanish

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