"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

quarta-feira, 5 de dezembro de 2007

Os males do petróleo

México y el mundo
Juan María Alponte
05 de diciembre de 2007

“Chequeras petroleras” y subdesarrollo

Vladimir Putin, con la herencia biográfica del KGB soviético, ha transformado la transición soviética —sin una base democrática— en la vieja “personalización del poder”. Hubiera sido improbable sin la “chequera del petróleo”. En efecto, Putin, con una clara concepción de la herencia del pasado, entendió que la “privatización” de la acumulación económica del pueblo, bajo la URSS, generaría, y así fue, una oligarquía sin otra patria que el dinero. Comprendió que el petróleo y el gas, eran, de todas formas, el centro del poder y liquidó a la oligarquía levantisca que aspiraba a controlar los hidrocarburos.

La transferencia del petróleo-gas al Estado, es decir, a Putin, ha consagrado el “sistema”. El consenso en torno de Putin es, otra vez, el regreso al pasado: nacionalismo a ultranza (la idea de la Gran Rusia zarista o soviética) y confrontación con Occidente. Los mismos supuestos que dividieran la “inteligencia” rusa del siglo XIX. Entonces se exigió perestroika y glasnot. La primera voz ha sido traducida como “reestructuración” y la segunda como “transparencia”. En un libro básico: Perestroika 1989 (editado por Charles Scriber’s Sons) los más importantes líderes de 1989 proporcionaban su versión “moderna” de la palabra. Abel Aganbegyan, por ejemplo, la definía así: “pasar de la autarquía a una economía desarrollada de calidad que duplique, el PNB, para el año 2000 y que suponga el tránsito de una economía autárquica a una economía con desarrollo democrático”.

La palabra glasnot, traducida como “transparencia”, es más compleja. Procede de la raíz glas (voz) y del verbo glasit (no tengo espacio para ampliar los conceptos) que puede traducirse como “hacer públicas las cosas”. Era la glasnot —con la perestroika— lo que pedían, frente al régimen zarista de censura (perpetuado por la URSS) los intelectuales rusos del siglo XIX.

Putin ha actuado por la vía contraria: ha maniatado el sistema mediático y la oposición reservándose, además, la chequera del petróleo y el gas. La oligarquía que se aprovechó de la “privatización” del Estado ha sido eliminada, pero no los nuevos ricos, aceptantes, como en México, del sistema. Los datos revelan ya que, en 2002, había 80 mil millonarios; 119 mil en 2006. Los “billonarios” han pasado de 7 en 2002 a 53 en 2007. Merrill Lynch y la revista Forbes lo subrayan. En suma, Putin ha ganado las elecciones parlamentarias del 2 de diciembre, con su partido y aliados, y se preparará para la próxima elección presidencial. La glasnot ha perdido la batalla y el nacionalismo de agitación puede ser, pese a Putin, incontrolable y fuente de problemas internos y externos en el futuro. La transición democrática, pues, ha fracasado; la autocrática se ha impuesto.

En Venezuela, uno de sus escritores más brillantes, Arturo Uslar Pietri, en De una a otra Venezuela (la “otra” fue la Venezuela que se instauró democráticamente frente a la dictadura militar de 1949 hasta 1958) señaló la destrucción de la democracia por la chequera del petróleo: “El minotauro de Venezuela es el petróleo. Monstruo sobrehumano, de ilimitado poder destructor, encerrado en el fondo de su laberinto inaccesible, que está devorando todos los días, algo que es tanto como la sangre humana, la sustancia vital de todo un pueblo”. Impuso, cierto, la corrupción. Destruyó la democracia creada por el pueblo, en 1958, frente a la dictadura que derribara, en 1949, al primer presidente elegido, en 1949, por los votos directos en Venezuela y plantea ahora, con Chávez, un dilema no menor: movilizar las grandes masas sociales, pero tiene el peligro y el riesgo de que la desmesura tenga proyecciones políticas y contradicciones muy graves. El No lo ha demostrado. Desde 1949 Venezuela espera.

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/68804.html

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