Una nueva Cristina gobierna Argentina
La presidenta argentina Cristina Kirchner anuncia el hallazgo de un gran pozo de gas en el sur del país. Entre los asistentes al acto están el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri y el presidente de la opositora Unión Cívica Radical (UCR), Ernesto Sanz
Sábado 11 de diciembre de 2010 TEXTO JOSÉ VALES • CORRESPONSAL | El Universal
BUENOS AIRES.— La presidenta argentina Cristina Kirchner anuncia el hallazgo de un gran pozo de gas en el sur del país. Entre los asistentes al acto están el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri y el presidente de la opositora Unión Cívica Radical (UCR), Ernesto Sanz.
La mandataria los saluda cordialmente, tras años de evitar hacerlo. Podría ser ficción, si no fuera porque todos registraron el hecho, que certifica un cambio sustancial no sólo en las formas, sino también en el estilo del llamado gobierno “K”.
Como si existiera un antes y un después de Néstor Kirchner, el gobierno acordó pagar su deuda con el Club de París y una misión del FMI llegó el miércoles para asesorar en la normalización del INDEC (el instituto estadístico acusado de haber manipulado las cifras de inflación). Ayer, la mandataria anunció la creación del Ministerio de Seguridad, un tema que el gobierno, en vida de su esposo, siempre se negó a abordar.
No sólo eso. Durante la más reciente Cumbre Iberoamericana, fue la delegación argentina la que puso coto al intento de repudiar a Estados Unidos por las filtraciones de WikiLeaks, que que mostraron a la propia presidenta intentando una gestión junto a Estados Unidos para moderar a Evo Morales en Bolivia, en 2008.
Esos papeles demuestran cabalmente que lo que primó en Argentina en los últimos siete años y medio fue “el pragmatismo antes que el bolivarismo, como decían algunos”, explicó el analista Julián Hermida.
La popularidad de la presidenta tras el deceso de su esposo Néstor sigue en ascenso, pero lo llamativo es que desde la ausencia del ex presidente y jefe político del kirchnerismo, se la observa más reflexiva, más contemporizadora y haciendo uso cada vez más de sus silencios.
“De haber estado (vivo) Kirchner con los WikiLeaks, aquí nos hubiésemos enfrascado en una guerra antiimperialista”, señaló el diputado opositor Adrián Pérez. En cambio, la presidencia guardó un prudente silencio, incluso después de que la propia secretaria estadounidense de Estado, Hillary Clinton la llamó para disculparse, y a pesar de que el incómodo aliado del gobierno argentino, el sindicalista camionero, Hugo Moyano, está cada vez más cerca de la Justicia, por una causa de medicamentos falsificados.
Para algunos, hay un nuevo tiempo en el gobierno y “hay una nueva Cristina”. Una presidenta que parece haberse liberado de las amarras políticas de su fallecido esposo. “Es evidente que ha habido un cambio de formas. Esto con su esposo en vida hubiese sido imposible porque el tenía un concepción de lo que es el poder y no contemplaba a opositores”, asume Sanz, precandidato a la presidencia por el radicalismo.
Lo cierto es que si los comicios fueran hoy, la mandataria estaría muy cerca de ser reelecta. Para Hermida, “medir hoy la imagen de Cristina Kirchner, tras el dolor popular por su viudez, es como medir el colesterol en un paciente el día después de las fiestas navideñas”.
Los gestos a la oposición, a la que ignoró con ahínco en los últimos años, las posturas más moderadas y ciertas señales de “unificar el discurso con la acción, parecen llevar a la presidenta a ordenar la casa, a abrir las ventanas en un año electoral. “Cada vez más Cristina Fernández y cada menos Cristina Kirchner”, ironizó el periodista Carlos Roberts en un artículo publicado en el diario La Nación. Ya no se notan esos aires de crispación política que se sentían hasta octubre, admiten en el Congreso.
Como si en la era “K “hubiese comenzado un nuevo tiempo, uno sin el experto piloto de tormentas que era Néstor, a quien sólo la adrenalina de vivir en constante torbellino político le otorgaba seguridad.
No pocos notan ya que Cristina está realizando la transición de una presidencia bicéfala a su gestión en soledad, “con nuevas formas” y una moderación hasta ahora desconocida.
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