Diálogo entre superpotencias
Balanza comercial y tipo de cambio centran un duro pulso económico
Washington presiona a China para que fomente el consumo interno
JOSE REINOSO - Pekín - 28/07/2009
En la cumbre bilateral que Estados Unidos y China celebran desde ayer en Washington, los responsables de las dos potencias hablarán mucho de economía. Los funcionarios de Washington dirán a los de Pekín lo siguiente: debéis modificar vuestro modelo de desarrollo para hacerlo menos dependiente de las exportaciones y ligarlo más al consumo interno.
En la cumbre bilateral que Estados Unidos y China celebran desde ayer en Washington, los responsables de las dos potencias hablarán mucho de economía. Los funcionarios de Washington dirán a los de Pekín lo siguiente: debéis modificar vuestro modelo de desarrollo para hacerlo menos dependiente de las exportaciones y ligarlo más al consumo interno. Hacer frente a este problema y continuar las reformas del sistema financiero son factores imprescindibles para que China contribuya a dejar atrás la crisis global y para garantizar "un crecimiento equilibrado y sostenible en los próximos años", escriben Hillary Clinton, secretaria de Estado, y Timothy Geithner, secretario del Tesoro, en un artículo publicado ayer en el diario The Wall Street Journal.
No es nada que no sepan los chinos. Pekín se ha marcado como prioridad desde hace años impulsar la demanda interna y ha puesto en marcha un amplio paquete de medidas para convencer a sus ciudadanos de que compren más. Con éxito relativo. Los chinos son uno de los pueblos más ahorradores del mundo por necesidad. La falta de un sistema sanitario y de jubilación universal y la carestía de la educación obligan a las familias a guardar gran parte de su dinero. Y aunque el Gobierno ha iniciado un ambicioso programa para extender la cobertura sanitaria básica a toda la población para 2020, pasará tiempo antes de que la gente considere que no necesita ser tan previsora.
"Aumentar los ingresos personales y reforzar las redes de seguridad social para responder a las razones que obligan a los chinos a ahorrar tanto proporcionaría un fuerte impulso a la demanda doméstica china y al crecimiento global", dicen Clinton y Geithner.
La crisis mundial ha resaltado los intereses comunes y las diferencias entre la primera y la tercera economías del mundo. Ambos países están inyectando dinero en sus estructuras para reactivar el crecimiento. Y aunque el primer ministro chino, Wen Jiabao, dijo en marzo pasado que estaba muy preocupado por las inversiones de su Gobierno en activos estadounidenses, Pekín continuó comprando papel, y en junio acumulaba 801.500 millones de dólares en bonos del Tesoro de Washington.
La continua adquisición de deuda por parte china es uno de los temas de la cumbre. Como también lo son el gigantesco déficit comercial con Pekín, que alcanzó 266.300 millones de dólares en 2008, y el valor del renminbi. Algunos críticos acusan a China de mantener su moneda artificialmente baja para favorecer las exportaciones de sus empresas. Washington está presionando además al país asiático para que evite el proteccionismo y contribuya así a poner fin a la crisis mundial.
Los funcionarios chinos, mientras tanto, han trasladado su inquietud por la política de expansión monetaria estadounidense. Pekín, principal comprador extranjero de bonos del Tesoro, quiere saber qué va a hacer Washington para proteger el valor del dólar y domar su déficit récord, que podría alcanzar 1,85 billones de dólares a finales de septiembre, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.
La delegación china "dejará bien claro que China espera que EE UU adopte políticas económicas responsables para mantener la estabilidad básica del dólar y garantizar la seguridad de los activos chinos en EE UU", aseguró Zhu Guangyao, viceministro de Finanzas, la semana pasada.
El presidente de la Reserva Federal, Ben S. Bernanke, saldrá a la palestra y explicará a los funcionarios chinos cómo planea controlar EE UU la inflación los próximos años. Geithner dijo el mes pasado en Pekín que Washington planea reducir su déficit a la mitad, una vez que el gasto de emergencia destinado a aliviar la recesión y la crisis financiera no sea necesario.
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