Greenpeace: el enemigo dejó de ser la soja
23/04/11
Por Silvia Naishtat
En 1971 once activistas románticos se embarcaron en Vancouver, Canadá, en el Phyllis Cormack rumbo a Alaska. Querían alertar sobre las pruebas nucleares que realizaba EE.UU. Nunca llegaron a destino y terminaron presos. Pero esa acción dio origen a una nueva forma de protesta y a la más celebre organización ecologista de alcance global, Greenpeace, que se nutre del aporte de 3 millones de contribuyentes en el mundo y en la Argentina cuenta con 80.000 socios que pagan entre $30 y $500 mensuales.
Por aquí, salió a la luz con una campaña contra la soja transgénica. El director de esa iniciativa, Emiliano Ezcurra, convenció en Amsterdam, sede internacional, que había que bajar el tono contra la soja y apuntar al desmonte indiscriminado que provocaba la siembra. A Ezcurra, que renunció a Greenpeace, se le debe la ley de bosques que regula los desmontes y protege las especies nativas. También, que la organización haya abandonado el ataque a los transgénicos de los que admite “aún no pudo probarse nada”. Por cierto, aquella campaña demonizó a la oleaginosa y causó un daño irreparable a la Argentina. El costado positivo es que la protección a los bosques ya es bandera en la mayoría de los países.
Al tope de la agenda de Greenpeace figura hoy la defensa de los glaciares y el rechazo a la minería a cielo abierto. La organización impulsó la legislación, pese al veto de Cristina Kirchner.
Con un presupuesto de $25 millones por año, 50 empleados y decenas de colaboradores, la filial local de Greenpeace vivió otra crisis la semana pasada, con la renuncia de Juan Villalonga, el responsable de la campaña por los glaciares. Villalonga, con fuertes nexos con ecologistas alemanes, quiere fundar un partido verde en el país.
La entidad sigue bajo la dirección del abogado Martín Prieto que en breve sorprenderá con otro informe. Pone el foco en la central termoeléctrica a carbón que se construye en Río Turbio, Santa Cruz. Señala que, pensada para darle vida a la mina de carbón de la zona, deberá importar el carbón desde Colombia, porque no se llega a tiempo. Se completaría así lo que Greenpeace denuncia como “un disparate económico y ambiental”
http://www.clarin.com/politica/Greenpeace-enemigo-dejo-soja_0_468553224.html
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