"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

domingo, 13 de março de 2011

Não é preciso defender Kadafi!

Los estadólatras
Guillermo Almeyra
A unque hay algunos que se dicen hasta socialistas, en realidad son nacionalistas, identifican el Estado con el gobierno como si fueran sinónimos, especialmente cuando este último es burgués nacionalista y confunden además al gobierno con el Líder, Jefe Máximo o Conductor, o lo que sea, porque tienen rasgos comunes con todos los cesaristas que son nacionalistas e igualmente verticalistas. Por otra parte, creen ciegamente en el cartelito de No molestar a quien conduce”, cualesquiera sean las maniobras del conductor y, por último, cuando se declaran socialistas y marxistas, conciben al socialismo como un mosaico, una suma de socialismos nacionales.

Son conservadores y lo opuesto del marxismo, para el cual la lucha de liberación (nacional y social) tiene un carácter histórico mundial y que considera que el Estado y la idea de la unidad nacional son expresiones de la alienación y que lo político es la esencia de la vida social y en ésta –y no en los círculos gobernantes– hay que concentrar el análisis y depositar las esperanzas de cambios democráticos e igualitarios.

Son, además, mecanicistas y aplican fórmulas eternas. En los años 20 la rebelión de tribus y clanes de Argelia y del Rif marroquí contra Francia y España fue apoyada por la izquierda revolucionaria mundial, al igual que la defensa de la Etiopía feudal y esclavista del Negus Haile Selassie en los años 30 contra el colonialismo invasor de los fascistas italianos. Trotsky llamó también a apoyar al México de Lázaro Cárdenas ante la amenaza de invasión angloestadunidense. Los estadólatras deducen de todo esto que siempre, en todo conflicto entre un país semicolonial y el imperialismo, lo primero y esencial es oponerse a éste. Por eso no faltaron los que, en Argentina y en los gobiernos “progresistas” de Perú de los militares nacionalistas (o en el gobierno revolucionario de Cuba, por ejemplo) se alinearon junto a la dictadura militar argentina (que estaba en guerra con su propio pueblo y era proimperialista), cuando ésta, para mantener su poder tambaleante, intentó la diversión de la guerra de las Malvinas. Las Malvinas, sin duda, son argentinas y serán recuperadas algún día, pero argentinos –dijimos entonces– eran también los 30 mil desaparecidos, los exiliados, los torturados, y lo esencial era derrotar a la dictadura para poder comenzar a construir un régimen democrático e independiente del imperialismo. Los estadólatras “de izquierda” cometen hoy en Libia el mismo error malvinense.

Es cierto que “a río revuelto, ganancia de pescadores”, y es cierto que el imperialismo estadunidense, en competencia con los imperialismos europeos, trata de sacar provecho de la rebelión contra la dictadura de Muammar Kadafi, para apoderarse del petróleo que hoy está en manos de franceses e italianos. Pero los pescadores no provocan la creciente del río. Ni los niños pueden creer en la teoría conspirativa según la cual la CIA y el Mossad israelí provocaron una rebelión de millones de personas que va desde Marruecos hasta Yemen y los emiratos árabes y que ya derribó al tunecino Ben Ali, agente francés, y al egipcio Mubarak, agente de Estados Unidos y principal sostén de Israel y carcelero de los palestinos de Gaza, ni pueden aceptar tampoco que esas agencias están destruyendo voluntaria y conscientemente todo el dispositivo creado por Washington, con los acuerdos de Campo David y el fortalecimiento de las tiranías árabes.

Kadafi es indefendible, entre otras cosas porque, desde 1986, además de dictador y sostenedor de las demás dictaduras de la región, es un agente del imperialismo y se ha convertido en un gran inversionista con dinero robado. Buscar una salida política y una mediación, en cambio, es necesario y correcto… pero a condición, sin embargo, de buscarla donde sea factible –por ejemplo, la Liga Árabe– y no proponiendo una comisión encabezada por un ex presidente imperialista cuyo hermano estuvo además en negocios turbios con Kadafi.

No hay otro camino digno que apoyar la rebelión, buscar un cese el fuego, cortar así de raíz los pretextos para una intervención militar de Estados Unidos, por su cuenta, contra las Naciones Unidas, donde el veto chino y ruso le impediría contar con el consenso de esa organización, y en contra de la voluntad de sus socios italianos y franceses en la OTAN. Si Kadafi aplastase a la rebelión mal armada, no sólo su dictadura sería aún más feroz sino que también aumentaría su dependencia del imperialismo. Si, en cambio, dejase el poder mediante una salida negociada, existe el riesgo de que un debilísimo gobierno de transición se someta a las grandes potencias imperialistas, a las cuales debe vender el petróleo y de las cuales debe comprar alimentos y tecnología.

En la sociedad libia –donde en los últimos 40 años no han habido sindicatos independientes, partidos, ni un periódico independiente– las solidaridades son de clan, de tribu, regionales. La religión, salvo en el caso de la secta nacionalista y xenófoba de los Senoussi, que no tolerará una ocupación o intervención extranjera, y que se opone a Kadafi, no es un factor decisivo. En la dirección de los rebeldes hay, por lo tanto, desde ex ministros de Kadafi (Al Jalil), proestadunidenses, hasta ex militares nasseristas (Al Hariri) encarcelados durante 17 años por sus ideas a la izquierda de Kadafi. Hasta ahora esa dirección se ha opuesto a la intervención imperialista y ha dicho que la combatiría, pero si fuese acorralada no se sabe qué podría hacer. En cambio, si triunfase, podría formar un gobierno muy moderado frente al capital extranjero. Pero el pueblo libio sentiría su propia fuerza y, bajo la influencia de la izquierda tunecina, comenzaría una rápida evolución. Sobre todo porque la estabilidad de la producción petrolera y la dominación imperialista en la región han sido gravemente dañadas por la rebelión, que es necesario profundizar.

http://www.jornada.unam.mx/2011/03/13/index.php?section=opinion&article=020a2pol

Dualismo estrutural e limitações ao crescimento nos países em desenvolvimento

Desarrollo a la inversa
Dani Rodrik

CAMBRIDGE – No hace falta pasar mucho tiempo en países en desarrollo para observar que sus economías son una mezcolanza, pues combinan lo productivo con lo improductivo, el primer mundo con el tercer mundo. En los sectores modernos y más productivos de su economía, la productividad (aun siendo habitualmente lenta) está más próxima a lo que observamos en los países avanzados.

En realidad, ese “dualismo” es uno de los conceptos más antiguos y fundamentales del desarrollo económico, formulado por primera vez en el decenio de 1950 por el economista holandés J.H. Boeke, quien se inspiró en sus experiencias en Indonesia. Boeke consideraba que había una separación absoluta entre el estilo capitalista moderno de organización económica que predominaba en Occidente y el modo precapitalista y tradicional que predominaba en las entonces llamadas “zonas subdesarrolladas”. Aunque los procedimientos industriales modernos habían entrado en las sociedades subdesarrolladas, no le parecía probable que pudieran penetrar profundamente y transformar totalmente semejantes sociedades.

Cuando los economistas contemporáneos piensan en el dualismo económico, recuerdan primordialmente al premio Nobel Sir W. Arthur Lewis, quien dio la vuelta a la idea de Boeke, al sostener que la migración laboral de la agricultura tradicional a las actividades industriales modernas es el motor del desarrollo económico. De hecho, para Lewis la coexistencia de lo tradicional junto a lo moderno es lo que hace posible el desarrollo.

Por poner un ejemplo extremo, la productividad laboral en el sector minero de Malawi iguala a la de la economía de los Estados Unidos en conjunto. Si se pudiera emplear a todos los trabajadores de Malawi en la minería, ¡este país sería tan rico como los EE.UU.! Naturalmente, la minería no puede absorber a tantos trabajadores, por lo que el resto de su fuerza laboral debe buscar empleo en sectores mucho menos productivos de la economía.

El carácter dualista de las sociedades en desarrollo se ha acentuado más a consecuencia de la mundialización. Algunos sectores de sus economías, como los enclaves exportadores, las altas finanzas y las hipertiendas, han experimentado importantes aumentos de la productividad al vincularse con los mercados mundiales y tener acceso a las tecnologías de vanguardia. Otros sectores no han tenido oportunidades similares y la distancia que los separa de los sectores “mundializados” ha aumentado.

Esos desfases son problemáticos, pero, como recalcó Lewis, también constituyen un posible motor del crecimiento económico. La clave consiste en velar por que la economía experimente el tipo idóneo de cambio estructural: un paso de los sectores de escasa productividad a los de gran productividad. En las economías logradas, como, por ejemplo, las de China y la India, el traslado de los trabajadores de la agricultura tradicional a la manufactura y los servicios modernos representa una parte substancial del aumento total de la productividad, como predijo Lewis.

Sin embargo, en muchas otras partes del mundo hemos observado un desarrollo bastante curioso e inconveniente en los últimos decenios: un cambio estructural en una dirección improcedente. Las industrias modernas y con gran productividad han llegado a emplear un porcentaje menor de la fuerza laboral de la economía, mientras que las actividades del sector no estructurado y otras con escasa productividad han aumentado. Por ejemplo, desde 1990, aproximadamente, el cambio estructural en un país latinoamericano o subsahariano típico ha socavado el crecimiento en lugar de impulsarlo.

En cambio, la mayoría de los países asiáticos siguen actuando al modo típico descrito por Lewis. Esa diferencia en las modalidades del cambio estructural explica gran parte de la diferencia entre las tasas recientes de crecimiento de América Latina y del África subsahariana, por un lado, y las de Asia, por otro.

Podría parecer que esa conclusión no cuadra con la experiencia de países como la Argentina, el Brasil y Chile, donde muchas empresas de los sectores modernos de la economía (incluida la agricultura no tradicional) han experimentado un crecimiento innegable. Lo que no se ha entendido suficientemente es que gran parte de dicho crecimiento se ha debido a operaciones de racionalización y mejora tecnológica y, por tanto, sin que haya ido acompañado de la creación de puestos de trabajo. La productividad total en la economía no se beneficia demasiado en los casos en que las empresas se vuelven más productivas despidiendo a trabajadores, que acaban dedicados a actividades de la economía no estructurada caracterizadas por una productividad muy inferior.

Mi investigación, junto con Maggie McMillan de la Universidad Tufts y el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Política Alimentaria, muestra que los países con una gran ventaja comparativa en materia de recursos naturales son particularmente propensos a caer en la trampa del cambio estructural que reduce el crecimiento. Para dichos países, la mundialización tiene un lado bueno y otro malo. Las industrias relacionadas con los recursos naturales que fomenta la  mundialización tienen una capacidad  limitada para absorber el empleo    correspondiente a los sectores tradicionales. Así, pues, la mundialización  consolida el dualismo, en lugar de contribuir a superarlo.

Unas políticas apropiadas pueden contribuir a que se consiga. Una enseñanza es la de evitar el desplome prematuro de las industrias de importación y exportación que emplean a gran número de personas antes de que hayan surgido suficientes oportunidades de empleo en industrias más productivas. Los países asiáticos, por ejemplo, se han caracterizado por liberalizar en el margen (mediante subvenciones de las exportaciones o zonas económicas especiales), con lo que han espoleado las nuevas industrias exportadoras sin dejar a las demás en la estacada.

En segundo lugar, el tipo de cambio reviste una importancia decisiva. Las divisas competitivas fomentan y protegen las industrias modernas de productos comercializables que emplean a un porcentaje importante de la fuerza laboral. En nuestra investigación descubrimos que los países con divisas competitivas tenían más probabilidades de experimentar un cambio estructural que aumentara el crecimiento.

Por último, las políticas flexibles en materia de mercado laboral parecen ser importantes también. Los requisitos legales que aumentan en gran medida los costos de la contratación y del despido de trabajadores disuaden la creación de empleo en las nuevas industrias.

El cambio estructural no acelera automáticamente el desarrollo económico. Necesita un impulso en la dirección adecuada, en particular cuando un país tiene una gran ventaja comparativa en materia de recursos naturales. La mundialización no modifica esa realidad subyacente, pero sí que aumenta los costos de la aplicación de políticas inadecuadas, como también los beneficios de la aplicación de las adecuadas.

Dani Rodrik, profesor de Política Económica Internacional en la Universidad de Harvard, es autor de The Globalization Paradox: Democracy and the Future of the World Economy (“La paradoja de la mundialización. La democracia y el futuro de la economía mundial”).

http://www.project-syndicate.org/commentary/rodrik54/Spanish

Exportação de produtos básicos e desenvolvimento na América Latina

La bonanza de los productos básicos en América Latina
Jose Luis Machinea
2011-03-11

BUENOS AIRES - América Latina está experimentando un auge excepcional gracias al notable aumento de los ingresos por las exportaciones de recursos naturales, pero ¿está la región aprovechando esta oportunidad al máximo? ¿Se han utilizado estos fondos de la forma más eficaz posible?

Con la excepción de América Central, el aumento de los precios de los productos básicos ha mejorado las cuentas externas y la situación fiscal de los países de América Latina. Los ingresos por las exportaciones de recursos naturales representaron el 25% de los ingresos totales del sector público en 2008. En Venezuela, Bolivia, Ecuador y México, superaron el 40%. Esto asciende a alrededor del 7% del PIB en estos países (más del 11% en Venezuela y Bolivia, y el 8% en Ecuador y México).

Para determinar qué se debe hacer con este golpe de suerte, es importante saber si es probable que el aumento de los precios sea permanente o transitorio. En este último caso, el mejor curso de acción sería ahorrar los ingresos adicionales o usarlos, como segunda mejor opción, para reducir la deuda nacional. Sin embargo, si se piensa que el aumento será permanente tendría sentido aumentar el gasto o reducir la presión tributaria.

La elección dependerá de las características del país. Habría más razones para reducir los impuestos en Noruega, por ejemplo, que en América Latina, donde el curso de acción general sería aumentar el gasto.

Es razonable suponer que el efecto positivo del boom de los productos básicos en los términos de intercambio de América Latina durará por un período prolongado - tal vez 10 a 15 años - pero que no será permanente. Más aún, se podría argumentar que si no se añade mayor conocimiento a las exportaciones, será difícil lograr un desarrollo económico sostenible basado en los recursos naturales.

Teniendo en cuenta esto, sería conveniente destinar al menos parte de la bonanza a la mejora de la capacidad de innovación, que es esencial para un crecimiento de largo plazo más allá de la fluctuación de los precios internacionales de los productos básicos. Eso significa invertir en educación y crear incentivos para aumentar la productividad a través de cambios en los productos, los procesos o la organización.

Entonces, ¿qué pasó con los ingresos adicionales derivados del auge de los productos básicos en los últimos años? Algunos de estos fondos se destinaron a mejorar el balance fiscal de los países. Si bien el déficit primario (antes del pago de intereses) en 2002 fue similar entre los países con y sin recursos naturales importantes, en 2007 los primeros mostraron un superávit equivalente al 3,8% del PIB, en comparación con el 1,6% del PIB para los países no exportadores de productos básicos.

Como resultado, la deuda pública se redujo al 28% del PIB en toda la región en 2008, desde un 51% en 2003. Sin embargo, la consolidación fiscal no fue el resultado de reglas fiscales formales. Mientras que varios países establecieron límites legales para controlar el gasto, los déficits y la deuda, en algunos casos (por ejemplo, Argentina, Ecuador y Venezuela) esas leyes no se aplicaron.

Además de reducir la deuda, Chile utilizó sus ingresos adicionales para aumentar los recursos de dos fondos fiscales: cuando comenzó la recesión, había más de 22 mil millones de dólares en activos en ambos fondos. A pesar de una gestión fiscal imprudente, Venezuela también mantuvo importantes recursos en fondos específicos (11 mil millones de dólares a fines de 2008). Ecuador y Colombia, por el contrario, eliminaron sus fondos de estabilización en 2005 y 2008, respectivamente.

Más allá de mejorar las cuentas públicas, gran parte de los ingresos recibidos por los altos precios de las materias primas se utilizó para aumentar el gasto público, aunque esta proporción varió de un país a otro. En un extremo se encuentra Argentina, con el mayor incremento en el gasto público respecto al PIB en América Latina (casi diez puntos). En el otro extremo se encuentran Chile, Costa Rica y Uruguay.

Puesto que las cuentas fiscales de los países no hay un capítulo específico para los ingresos por productos vinculados a los recursos naturales, sólo podemos aventurar una conjetura razonablemente informada acerca de cómo se distribuyó ese gasto. Entre 2001-2002 y 2007-2008 el gasto en bienestar social en los países con abundantes recursos naturales aumentó en alrededor del 55% en términos reales; el gasto en relación con el PIB aumentó en casi 3,5 puntos porcentuales. Por lo tanto, a nivel regional, gran parte de los recursos adicionales se utilizó para aumentar el gasto público, especialmente para seguridad social, salud y educación, en ese orden.

En algunos países también se incrementaron los subsidios. Argentina, por ejemplo, elevó las subvenciones para la energía y el transporte hasta el equivalente a 3% del PIB. Algo muy similar ocurrió en Ecuador y Venezuela a lo largo de la década. En contraste, el gasto en otros objetivos - por ejemplo, la investigación y el desarrollo de nuevos productos y procesos - aumentó muy poco.

En resumen, los países latinoamericanos han utilizado sus ingresos de exportación adicionales para pagar la deuda y aumentar el gasto social. Ambos fueron necesarios, pero, con pocas excepciones, la región no está usando los ingresos extraordinarios de los productos básicos para hacer lo que debe: mejorar su capacidad tecnológica lo suficiente como para asegurar que el crecimiento económico futuro no dependa totalmente de la voluble fortuna de recursos naturales que algún día acabarán por agotarse.

José Luis Machinea, ex Director Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y ex ministro de Economía de Argentina, es Decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires.

http://www.project-syndicate.org/commentary/machinea1/Spanish

Piratas da Somália realizam promoção: reduzem o preço do resgaste para abrir vagas para sequestrar novos barcos

Los piratas somalíes anuncian una rebaja en los rescates
"Tenemos que liberar las barcos secuestrados por un rescate menor para que podamos capturar más"

Internacional | 13/03/2011 - 22:13h

Mogadiscio. (Reuters/EP).- Los piratas somalíes han anunciado este domingo que van a rebajar sus pretensiones económicas para agilizar la liberación de los buques que capturen en las aguas cercanas y también la de los numerosos barcos actualmente secuestrados, de los que, según han explicado, pretenden desembarazarse cuanto antes.

"Creo que no hay motivo para pedir rescates altos. Cada uno de los grupos tiene ahora mismo un barco", ha explicado un pirata, identificado como Husein, en declaraciones a Reuters desde la localidad costera somalí de Hobyo.

En concreto, ha cifrado en más de 30 los buques que mantienen secuestrados las bandas de piratas en estos momentos.

"Hemos rebajado el rescate solo para los buques que hemos utilizado para capturar otros barcos. A veces liberamos sin coste estos buques porque generan más (dinero), pero no rebajaremos los rescates del grueso de las embarcaciones por las que sabemos que podemos sacar mucho dinero", dijo.

Otro pirata, Abdulahi, ha matizado que la rebaja en los rescates se calculará sobre la base del valor del barco, su cargamento y el tiempo que lleve retenido.

"Hemos cambiado nuestras estrategias. Hemos cambiado nuestras operaciones y negociaciones de rescate con fórmulas modernas de negocio", ha declarado Abdulahi desde el puerto de Haradhere.

"Queremos liberar los barcos en poco tiempo en lugar de mantenerlos durante largos periodos, lo que tiene más gastos por su custodia. Tenemos que liberarlos por un rescate menor para que podamos capturar más barcos", ha explicado.

Además, los piratas han llegado a un acuerdo en febrero con la principal milicia insurgente islamista somalí, Al Shabaab, afín a Al Qaeda, para que puedan operar con libertad a cambio de un 20 por ciento de los rescates.

Sin embargo, los piratas han asegurado que este pacto no tiene ninguna relación con su intención de rebajar los rescates. "Al Shabaab no tiene nada que ver. Hemos acordado un porcentaje fijo del 20 por ciento. Sea bajo o alto el rescate, el acuerdo está fijado", ha señalado Abdulahi.

Los piratas mantienen secuestrados los buques una media de unos 150 días antes de liberarlos a cambio de un rescate, a veces de cuantías tan altas como los 9,5 millones de dólares (unos 6,7 millones de euros) que se pagaron por la liberación del superpetrolero surcoreano 'Samho Dream'.

http://www.lavanguardia.es/internacional/20110313/54126467836/los-piratas-somalies-anuncian-una-rebaja-en-los-rescates.html