"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

domingo, 20 de janeiro de 2008

O realismo de Joseph Nye, o medo pauta as relações internacionais

El factor miedo en las relaciones entre China y Estados Unidos

byJoseph S. Nye

Las encuestas de opinión indican que un tercio de los estadounidenses cree que “pronto China dominará el mundo”, mientras que casi la mitad considera que la importancia creciente de China será “una amenaza a la paz mundial”. A su vez, muchos chinos temen que estados Unidos no acepte su “avance pacífico”. Los estadounidenses y los chinos deben evitar esos temores exagerados. Una buena relación entre China y Estados Unidos será un ingrediente clave para la estabilidad global de este siglo.

Probablemente la amenaza más grande a la relación bilateral sea la creencia de que el conflicto es inevitable. A lo largo de la historia, siempre que una potencia creciente infunde temor a sus vecinos y a otras grandes potencias, ese miedo se convierte en causa de conflicto. En tales circunstancias, los acontecimientos aparentemente pequeños pueden desencadenar una reacción en cadena imprevista con efectos desastrosos.

Actualmente, las complejas relaciones a través del estrecho de Taiwán representan la mayor posibilidad de un incidente desestabilizador. China, que considera a Taiwán como una parte integrante de su territorio que se ha protegido tras la armada estadounidense desde la época de la guerra civil china, sostiene que cualquier declaración de independencia por parte de Taiwán se tratará por medio de la fuerza.

Estados Unidos no cuestiona la soberanía de China pero quiere un arreglo pacífico que mantenga las instituciones democráticas de Taiwán. Dentro de Taiwán crece el sentimiento de identidad nacional, pero hay una marcada división entre los pragmáticos de la "alianza pan-azul" que se dan cuenta de que por cuestiones geográficas tendrán que encontrar un arreglo con China continental, y la “alianza pan-verde" en el poder que aspira, en distintos niveles, a lograr la independencia.

Los dos bandos de Taiwán se enfrentarán en las elecciones presidenciales del 22 de marzo. Las encuestas actuales indican que el ex alcalde de Taipei, Ma Ying-jeou, del Kuomintang (KMT) va por delante de Frank Hsieh, del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP). Pero algunos observadores temen que el Presidente Chen Shui-bian, del PDP, busque algún pretexto para impedir la derrota del bando pro-soberanía. Actualmente está propugnando un referéndum sobre si Taiwán debe ingresar a las Naciones Unidas, que China considera como una provocación. Chen responde que China “es la que hoy actúa de manera provocadora”.

Estados Unidos está claramente preocupado. Recientemente la Secretaria de Estado Condoleezza Rice dijo en una conferencia de prensa que “creemos que el referéndum de Taiwán para solicitar la membresía en la ONU bajo el nombre de ‘Taiwan’ es una política de provocación. Eleva innecesariamente las tensiones en el Estrecho de Taiwán y no conlleva beneficios reales para su pueblo en el escenario internacional”. También reiteró la política de la administración que se opone a “las amenazas unilaterales por cualquiera de las partes para cambiar el status quo ”.

El mismo día, el Secretario de Defensa, Robert Gates, criticó a China por reducir de manera inesperada las visitas de los barcos estadounidenses a puertos chinos debido a la venta de armas de Estados Unidos a Taiwán. Según Gates, él había dicho a los funcionarios chinos que las ventas de armas estadounidenses eran compatibles con políticas anteriores y que “mientras siguieran acrecentando sus fuerzas en su lado del Estrecho, seguiríamos proporcionándole a Taiwán los recursos necesarios para defenderse”. Gates añadió, sin embargo, que “no considero a China como enemigo, a pesar de su creciente presupuesto de defensa, y creo que hay oportunidades de cooperación sostenida en varias áreas”.

En principio, la cuestión de Taiwán no debe conducir a un conflicto. Con los constantes cambios en China y los contactos económicos y sociales crecientes a través del Estrecho, debería ser posible encontrar una fórmula que permita que los taiwaneses conserven su economía de mercado y su sistema democrático sin ser miembros de la ONU.

Hasta ahora, Estados Unidos ha tratado de permitir esta evolución subrayando dos líneas: no habrá independencia para Taiwán y no habrá uso de la fuerza por parte de China. Pero ante el peligro de los incidentes que pudieran darse debido a la competencia política en Taiwán o la impaciencia del Ejército de Liberación Popular en el continente, Estados Unidos haría bien en alentar contactos y negociaciones más activas entre ambas partes.

Estados Unidos tiene un interés nacional amplio en mantener buenas relaciones con China y un interés específico en materia de derechos humanos en proteger la democracia de Taiwán. No es interés nacional de Estados Unidos ayudar a Taiwán a convertirse en un país soberano con un asiento en la ONU, y los esfuerzos de algunos taiwaneses por lograrlo representan el mayor peligro de un error de cálculo que podría crear la enemistad entre Estados Unidos y China. Ya algunos chinos sospechan que Estados Unidos busca un Taiwán independiente como “portaviones que no se puede hundir” para utilizarlo contra un enemigo chino futuro. Están equivocados, pero esas sospechas pueden alimentar un clima de enemistad.

Si Estados Unidos trata a China como enemigo hoy, asegurará la enemistad futura. Si bien no podemos tener la certeza sobre cómo evolucionará China, no tiene sentido obstaculizar las perspectivas de un mejor futuro. La política actual de Estados Unidos combina la integración económica con una protección contra la incertidumbre a futuro. La alianza de seguridad Estados Unidos-Japón significa que China no puede utilizar a Japón. Pero, si bien ese tipo de protección es natural en la política internacional, la modestia es importante para ambas partes. Si el clima general es de desconfianza, lo que a una parte puede parecerle una protección, a la otra puede parecerle una amenaza.

No hay necesidad de que Estados Unidos y China entren en guerra este siglo. Ambas partes deben cuidar que un incidente relacionado con Taiwán no los conduzca en esa dirección. Los estadounidenses y los chinos deben evitar que los temores exagerados produzcan una profecía que se cumple a sí misma.

Joseph S. Nye es profesor en la Universidad de Harvard y autor del libro The Powers To Lead, que se publicará próximamente.

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