"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

quinta-feira, 21 de fevereiro de 2008

O ciclo econômico liderado pela especulação bursátil

La fantasía de la deuda

by Thomas Palley

WASHINGTON, DC – El segundo recorte importante en las tasas de interés de Estados Unidos en una quincena junto con un plan de estímulos económicos que unió a republicanos y demócratas demuestra que los encargados del diseño de las políticas estadounidenses están decididos a impedir una recesión que parece ser la consecuencia del aumento de las hipotecas no pagadas y la caída de los precios de las viviendas. Pero hay un problema más profundo al que no se ha prestado atención: la economía estadounidense depende de la inflación de los precios de los activos y del aumento de la deuda para alimentar el crecimiento.

En ello hay una profunda contradicción. Por un lado, la política debe fomentar burbujas de los activos para mantener el crecimiento de la economía. Por el otro, esas burbujas inevitablemente provocan crisis financieras cuando acaban por colapsarse.

Esta es una contradicción con implicaciones globales. El crecimiento de muchos países depende del gasto de los consumidores estadounidenses y de las inversiones en subcontratación para abastecer a esos consumidores. Si la economía de burbujas de Estados Unidos ya está agotada, el crecimiento global se desacelerará bruscamente. No es claro que otros países tengan la voluntad o la capacidad para desarrollar motores alternativos de crecimiento.

Las contradicciones económicas de Estados Unidos son parte de un nuevo ciclo empresarial que surgió en 1980. Los ciclos empresariales de los ex presidentes Ronald Reagan, George H. W. Bush, Bill Clinton y George W. Bush comparten características muy similares y son diferentes a los ciclos previos a 1980. Las semejanzas radican en los grandes déficit comerciales, la pérdida de empleos en el sector manufacturero, la inflación de los precios de los activos, el aumento de la deuda como proporción del ingreso y la fijación de los salarios sin tomar en cuenta el crecimiento de la productividad.

El nuevo ciclo se basa en los auges financieros y las importaciones baratas. Los auges financieros ofrecen garantías que apoyan el gasto financiado con deuda. La adquisición de deuda también está apoyada por una flexibilización de los criterios para otorgar crédito y por nuevos productos financieros que aumentan el apalancamiento y amplían la gama de activos con los que se puede garantizar la deuda. Las importaciones baratas palian los efectos del estancamiento de los salarios.

Esta estructura contrasta con el ciclo empresarial previo a los años 1980, que se basaba en la relación entre el aumento salarial y el de la productividad y el pleno empleo. Los aumentos salariales, y no los préstamos o los auges financieros, impulsaban el crecimiento de la demanda. Ello alentaba el gasto de inversión, que a su vez fomentaba el aumento de la productividad y el crecimiento de la producción.

Las diferencias entre los ciclos nuevo y viejo se reflejan nítidamente en las actitudes hacia los déficit comerciales. Antes, los déficit comerciales se consideraban un problema serio, una fuga de la demanda que socavaba el empleo y la producción. Desde la década de los ochenta, se ha restado  importancia a los déficit comerciales diciendo que son el resultado de las fuerzas del mercado. Además, la Reserva Federal ha visto en los déficit comerciales un freno útil a la inflación, mientras que los políticos actualmente los ven como una manera de comprar a los consumidores afectados por el estancamiento de los salarios.

En el nuevo ciclo empresarial también subyace una política monetaria que sustituye la preocupación por los salarios reales por una concentración en los precios de los activos. Mientras que la política monetaria anterior a 1980 buscaba tácitamente apoyar al mercado laboral para conservar el empleo y los salarios, ahora da ese apoyo a los precios de los activos. No se trata de que la Reserva Federal rescate a los inversionistas. Más bien, la economía se ha vuelto tan vulnerable a las reducciones de los precios de los activos, que la Reserva se ve obligada a intervenir para evitar que produzcan daños mayores.

Todas estas características han estado presentes en la actual expansión económica. Los salarios se han estancado a pesar de un fuerte crecimiento de la productividad, mientras que el déficit comercial ha llegado a nuevos récords. En el sector de las manufacturas se han perdido 1.8 millones de empleos. Antes de 1980, el empleo en ese sector aumentaba durante cada expansión y siempre rebasaba el nivel superior anterior. Entre 1980 y 2000, el empleo en las manufacturas seguía creciendo durante las expansiones, pero ya no alcanzaba el nivel previo. Esta vez, de hecho disminuyó durante la expansión, algo sin precedentes en la historia de Estados Unidos.

El papel esencial de la inflación de los activos ha sido particularmente visible como resultado de la burbuja inmobiliaria, que también subraya el papel de la política monetaria. A pesar de los enormes recortes fiscales de 2001 y el aumento en el gasto militar y de seguridad, Estados Unidos atravesó una prolongada recuperación sin empleos. Eso obligó a la Reserva Federal a mantener las tasas de interés a niveles históricamente bajos durante un período largo, y las tasas aumentaron sólo gradualmente por temor a la fragilidad de la recuperación.

Con el tiempo, las bajas tasas de interés echaron a andar la expansión mediante una burbuja en los precios de la vivienda que apoyó un gasto desenfrenado de los consumidores financiado con deuda y desencadenó un auge de la construcción. Mientras tanto, las prolongadas tasas de interés bajas contribuyeron a una “caza del rendimiento” en el sector financiero que condujo a que se desestimaran los riesgos crediticios.

De ese modo, la Reserva Federal contribuyó a crear la crisis de las hipotecas de alto riesgo. Sin embargo, hay que decir en su defensa que las tasas de interés bajas eran necesarias para mantener la expansión. En efecto, el nuevo ciclo deja a la Reserva Federal en una posición inestable en la que debe impedir que disminuyan los precios de los activos para evitar la recesión, pero también debe promover las burbujas de activos para apoyar las expansiones.

Por tanto, aun si la Reserva Federal y el Tesoro estadounidense logran evitar la recesión ahora, ¿qué impulsará el crecimiento futuro? Con la pesada carga de la deuda y los precios de la vivienda significativamente superiores a los que se justifican según su relación histórica con el ingreso, el ciclo empresarial de las últimas dos décadas parece estar agotado.

No basta lidiar con las crisis inmediatas. Las políticas deben también trazar un rumbo estable de largo plazo, lo que implica reconsiderar el paradigma de los últimos veinticinco años. Eso significa acabar con los déficit comerciales que reducen el gasto y los empleos y restablecer el vínculo entre los salarios y la productividad. De ese modo, los ingresos salariales, y no la deuda y la inflación de los precios de los activos, podrán ser nuevamente el motor del crecimiento de la demanda.

Thomas Palley fue economista en jefe de la US-China Economic and Security Review Commission y es autor de Post-Keynesian Economics.

http://www.project-syndicate.org/commentary/palley4/Spanish

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