Después de Fidel, falta EU
Editorial EL UNIVERSAL
21 de febrero de 2008
Al margen de la decisión de Fidel Castro de dejar el poder en el marco de una transición política, tal vez valdría la pena subrayar un tema paralelo pero de igual importancia: el embargo económico estadounidense contra Cuba.
El bloqueo no es más que una reliquia de una guerra fría, que concluyó de hecho hace más de una década y es sostenida ahora sólo por rejuegos de la política doméstica estadounidense.
Que la democracia en Cuba deja que desear es cierto, pero no hay democracia perfecta, como lo demuestra Estados Unidos mismo; que el sistema cubano no se ajusta a los parámetros de la democracia occidental también es cierto, pero los gobiernos de muchos otros países tampoco lo hacen y no son sujetos del tipo de represalias que el gobierno estadounidense ejerce contra la isla.
De hecho, el hostigamiento contra Cuba es un abuso de la democracia: está hecho para satisfacer las demandas de un sector estadounidense, parte proveniente de Cuba y parte nostálgicos del marco de certidumbres y estrategias geopolíticas en que se movieron EU y la Unión Soviética por décadas.
Pero al igual que en Cuba, un cambio generacional se impone poco a poco en el exilio cubano de Estados Unidos, y tanto en La Habana como en Miami hay nuevos elementos deseosos si no de reconciliación político-ideológica sí de comunicación y tal vez un entendimiento.
Lo que sí es claro es que la actual situación no puede prolongarse más. Ni por justicia ni por política ni por sentido común.
Es un absurdo que un país que pone tanto valor en la comunicación como Estados Unidos se empeñe en no tener una comunicación abierta con Cuba. Cierto, el bloque electoral de origen cubano en EU es importante, sobre todo para el Partido Republicano; correcto, la negativa cubana a aceptar todas las reglas de Washington no facilita las cosas.
Pero Cuba es un país de 12 millones de habitantes y un PIB comparativamente menor tal vez del que representan sus expatriados en Miami.
La desaparición de la URSS dejó al régimen cubano en una situación precaria que ha logrado superar con imaginación y sacrificios. Estados Unidos es la principal potencia, con una población de casi 300 millones de personas y un PIB superior a los 12 millones de millones de dólares.
La determinación del presidente Castro abre una puerta. Ahora corresponde a Estados Unidos abrir otra y dejar de comportarse como un niño malcriado que se retira con “su” pelota del juego que no se desarrolla como quiere.
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