La Iglesia "neutral"
En el discurso del Canciller de la República, al imponer la más alta condecoración nacional, el Cóndor de los Andes, al representante personal del Papa y Embajador de la Santa Sede, Mons. Ivo Scapolo, el ministro destacó el hecho de que la Iglesia en Bolivia se había mantenido neutral frente a las diferencias políticas que comporta una democracia. No podía ser de otra manera si las relaciones Iglesia-Estado respetan los derechos de cada uno. Sí hubo algunas diferencias. Una de ellas fue sobre la educación religiosa en las escuelas. La solución fue mantenimiento de la libertad de cultos, aceptando la voluntad de la mayoría ciudadana que se declara católica y respetando el ejercicio de otras creencias religiosas.
Pero advirtamos que la Iglesia no puede ser neutral cuando esta neutralidad es quebrantada por un Estado que legisla contra normas morales fundamentales. Pongamos por caso los crímenes de lesa humanidad, la violación de los derechos humanos, la injusticia que es causa de la pobreza de millones de niños y de hombres y mujeres de todas las edades, la escuela atea, y muchas desviaciones de la moral natural, no pueden ser admitidos por la Iglesia ni por persona alguna con un mínimo de sentido ético. Y, para mencionar otros casos igualmente ilegítimos, añadamos el racismo, la ahora llamada ´trata de personas´ que antes tenía otro nombre más explícito, la prohibición absoluta de la libre asociación o de la libre expresión. Ninguno de estos casos deja indiferente a la Iglesia Católica.
Asimismo, no puede silenciar la desnaturalización del matrimonio cuando se equipara la legítima unión de hombre y mujer con la asociación de dos personas del mismo sexo. Por cierto que las culturas originarias de Bolivia, también repugnan de estas uniones. En este último caso y presuponiendo la inmoralidad de las prácticas sexuales de tales situaciones ´contra natura´, y siendo muy tolerantes, la ley civil podría ´legitimar´ un contrato o pacto de convivencia libre, basada en la unión por un tiempo indefinido, sujeta a la libre ruptura por causas legalmente previstas y con determinados efectos jurídicos. El ordenamiento jurídico civil tiene a mano muchas formas de ´legalizar´ distintas formas de asociación entre dos personas. Pero que no se le llame ´matrimonio´, palabra que proviene de madre y se relaciona con la maternidad. El matrimonio homosexual no cumple la función de interés social en lo que se refiere a la perpetuación de la especie humana ni a garantizar la subsistencia de la sociedad, pues se trata de uniones estériles que no generan hijos por la vía natural.
La descendencia procurada por métodos artificiales tampoco sustituye la naturaleza y función normal y específica del padre y de la madre biológicos. Cada uno de ellos, además de cumplir una misión propia en la familia, han contraído unos deberes ante la ley. No ignoro —y es lamentable— que existen muchos matrimonios propiamente dichos, sean religiosos o civiles —sobrentiendo que entre un varón y una mujer— que no cumplen debidamente su elevada misión de criar y educar debidamente a sus hijos. Pero lo que en este caso es un atentado a la moral, no puede justificar la creación de un derecho a hacer lo mismo.
*José Gramunt
es sacerdote jesuita y
director de ANF.
http://www.la-razon.com/versiones/20080227_006195/nota_246_555090.htm
Nenhum comentário:
Postar um comentário