La energía en las relaciones regionales
La Cumbre del Mercosur que se desarrolló en Asunción del Paraguay estuvo marcada por el tema que ha dominado las discusiones del bloque en los últimos tiempos: la energía.
Los recursos energéticos se convirtieron en un punto central de las relaciones económicas y políticas en el Cono Sur por el aumento en la demanda de energía derivado del crecimiento de la región y la existencia de países con grandes reservas de petróleo y de gas. En este contexto, la construcción de gasoductos y oleoductos uniendo diversos puntos de la geografía regional promete incrementar la interdependencia de los países de la región, junto o por encima de los esquemas de integración vigentes.
No obstante, en la reunión de Asunción, la perspectiva de una integración de eje energético sufrió un traspié por la ausencia del presidente venezolano, Hugo Chávez. El gobierno venezolano propuso integrarse al Mercosur, pero luego adoptó posiciones contradictorias con ese objetivo y ha sido renuente en adecuar la estructura arancelaria de Venezuela a los estándares de la asociación.
La cuestión energética fue planteada también por el presidente Néstor Kirchner, cuando reconoció por primera vez que la Argentina atraviesa una crisis energética, luego de lo cual pidió la solidaridad de los socios del Mercosur para afrontarla. En el curso de las negociaciones realizadas en torno a este tema, Bolivia prometió no disminuir los envíos de gas, y Brasil se habría comprometido a no incrementar sus compras de gas en el país del Altiplano para no reducir el excedente exportable del mismo que puede destinarse hacia la Argentina.
La presidenta chilena, Michelle Bachelet, solicitó, por su parte, que Argentina no disminuya sus ventas de gas, que fueron acotadas por la escasez interna, en cumplimiento de la legislación vigente y que están afectando la disponibilidad energética del país trasandino.
Se ha creado, en suma, un nudo crítico regional que deberá resolverse con inversiones y voluntad de negociación.
El reconocimiento presidencial de la existencia de una crisis energética en la Argentina es una respuesta realista ante un problema que ya no puede negarse. En los últimos años se trazaron numerosos pronósticos de crisis que no se materializaron, porque la oferta pudo adecuarse, aunque sobre el filo de la navaja, a la demanda. Pero ahora la escasez se hizo presente y está causando crecientes problemas en la producción y en el trabajo.
Parte de las necesidades energéticas puede cubrirse con la compra de combustible en la región, pero el futuro no puede apoyarse en esa alternativa, tanto por las fluctuaciones que puede sufrir la oferta por reducciones en la producción causadas por problemas políticos como por la demanda de otros países que también se abastecen de los grandes productores regionales. Por eso, la única alternativa es incrementar la inversión, de origen privado o estatal, para atender el consumo actual y para garantizar el abastecimiento futuro, lo cual es indispensable para no desalentar inversiones, incluso las que ya están programadas.
En este sentido es oportuno tener en cuenta la experiencia brasileña, que superó la situación de estrangulamiento energético que tenía hace dos décadas en base a un sostenido proceso de inversión, especialmente en la exploración y explotación costa afuera de petróleo.
Paralelamente es necesario acelerar las negociaciones con Paraguay para elevar la cota de Yacyretá, lo cual permitiría aumentar la provisión de energía hidroeléctrica.
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