"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

sexta-feira, 17 de agosto de 2007

UNAM: uma 10 vezes maior que a USP

Sucesión en la UNAM

Fernando Ortiz Proal

El Universal

Viernes 17 de agosto de 2007

La UNAM es una de las mejores univer-sidades del mundo y es también el espacio académico, cultural y de investigación más importante del país. Integrada en la actualidad por más de 350 mil universitarios, esta comunidad de estudiantes, profesores, académicos y trabajadores representa un signo inequívoco de nacionalismo y desarrollo, un factor de justicia social, un embajador universal y un elemento fundamental para la gobernabilidad del país.

En este sentido, la sucesión en la Rectoría de la máxima casa de estudios rebasa el ámbito universitario convirtiéndose en un proceso de interés para todos. Y es que lo que acontece en la UNAM siempre trasciende más allá de Ciudad Universitaria. Su dimensión y composición extraordinariamente plural —a sus aulas concurren todas las corrientes del pensamiento y las tendencias de carácter social y científico— la hacen el más nítido reflejo de nuestra colectividad.

Es una corporación pública —organismo descentralizado— cuya autonomía, no obstante contar con fundamento legal, siempre será más fáctica. En el artículo tercero de su Estatuto General se establece como propósito esencial de la Universidad “estar íntegramente al servicio del país y de la humanidad, de acuerdo con un sentido ético y de servicio social, superando constantemente cualquier interés individual”. Y para alcanzar dicho fin la UNAM se inspira en los principios de libre investigación y libertad de cátedra, encontrándose expresamente impedida para “tomar parte en las actividades de grupos de política militante”.

La UNAM es una institución imprescindible para México. Por lo que siempre se deberá defender su autonomía y en su vida interna privilegiar el interés general de la comunidad universitaria, evitando la injerencia de intereses particulares y, mucho menos, partidarios.

Así las cosas, no es de extrañar que a tan sólo tres meses de que Juan Ramón de la Fuente entregue la batuta universitaria, comience a intensificarse el debate sobre quién debe conducir los destinos de la UNAM. En principio, en un acto de elemental justicia debemos reconocer el buen papel que ha desempeñado el actual rector. De la Fuente supo llevar las riendas de la Universidad con inteligencia y prudencia, sorteando con habilidad los vendavales electorales y las torpes embestidas de la administración foxista en contra de la Universidad. Asimismo, logró colocar a la UNAM en el sitio de excelencia que le corresponde a nivel mundial. En nuestra opinión la fórmula que aplicó fue una combinación de independencia, honestidad, trabajo y buen equipo.

En atención a esta exitosa ecuación, encontramos que su sucesor en la Rectoría debe ser una persona inteligente, prudente, universitario de cepa, sin compromisos con el gobierno, con experiencia docente y con el suficiente talento político para evitar, paradójicamente, la politización de la Universidad.

Sin lugar a dudas la mayor riqueza de la Universidad son los propios universitarios. Y los nombres que se barajan para suceder a De la Fuente son el mejor ejemplo de ello. José Narro Robles, Fernando Serrano, Rosaura Ruiz, Diego Valadés, Gerardo Ferrando y José Antonio de la Peña son destacados universitarios con suficientes méritos para dirigir los destinos de la UNAM.

Sin embargo, corresponderá a la Junta de Gobierno decidir quién tendrá el privilegio de llegar a la Rectoría el próximo 17 de noviembre. La Junta de Gobierno es la autoridad universitaria superior, seguida en ese orden del Consejo Universitario; el rector; el patronato; los directores de facultades, escuelas e institutos; y los consejos técnicos.

Los 15 integrantes de la Junta de Gobierno son destacadas personalidades en diversos ámbitos que en términos de la ley orgánica comparten el “haberse distinguido en su especialidad, prestar o haber prestado servicios docentes o de investigación en la Universidad, o demostrado en otra forma interés en los asuntos universitarios y gozar de estimación general como persona honorable y prudente”. Se trata de un grupo de personas que conocen perfectamente a la UNAM, su historia, valores y retos, y quienes colegiadamente, sin duda, sabrán tomar la mejor decisión por el bien de la Universidad.

Por ello, resulta absurda la propuesta que hace unos días hizo un grupúsculo de científicos para que se “abra el proceso a la comunidad universitaria”. Este asambleismo barroco que pretenden, además de vulnerar las atribuciones de la Junta de Gobierno, politiza y hace susceptible de influencias externas una cuestión que siempre debe ser de exclusiva incumbencia de los universitarios.

La UNAM cuenta ya con órganos de representación como el Consejo Universitario y los consejos técnicos, pero la decisión sobre quién debe ocupar la Rectoría no es un asunto de mayorías sino de capacidades, de ahí que sean verdaderos peritos en la Universidad, personajes cuyas trayectorias ya están más allá de los dimes y diretes políticos, quienes elijan al nuevo rector.

ferortiz@consultoreslegislativos.com

Abogado, profesor de la Facultad de Derecho, UNAM

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