No artigo abaixo publicado no jornal boliviano La Razón (não é um nome estranho para jornal? e para ter um com esse nome no Peru e na Bolívia?), o jornalista defende que jogar na altitude é prejudicial e que a Bolívia devia aceitar a decisão da FIFA. Ele não deve gostar de futebol, ou foi subornado ou por flamenguistas sensíveis ou por liberais para enfraquecer o governo Morales.
Fútbol con altura
La batalla por el fútbol puede hacer que sintamos un poco de alivio, y es que debajo de los aterrantes ponchos rojos, no habían estado escondidas ni metralletas ni piedras, la gente había estado cargando su pelota de fútbol. En otras palabras, si a la Bolivia profunda se le da a escoger entre el Inti Raymi y el Mundial de Fútbol, se quedan con el Mundial, vale decir, que mandan rodar al Dios Sol y abrazan la globalización.
Si bien es comprensible que para quienes viven del fútbol sobre los 2.500 metros de altura, este veto de la FIFA sea un verdadero baldazo de agua fría, hay algunos detalles que en la defensa de los campos deportivos situados a gran altura me parecen un tanto hediondos.
En primer lugar, independientemente de que posiblemente la FIFA se haya metido en arenas movedizas y en adelante se vayan refinando y limitando cada vez más los lugares donde se puede jugar ese campeonato, y por tanto deje de ser Mundial, decir que se está atentando contra el deporte en la altura es una grosería, porque hacer deporte no tiene nada que ver con ir al Mundial de Fútbol, sobre todo en el caso de Bolivia, que sólo logró hacerlo una vez, (entre nosotros, ¿quién pierde verdaderamente?, ¿no serán los dirigentes y las vacas sagradas del periodismo deportivo?).
El tema es que para los jugadores que viven al nivel del mar o sólo un poco más arriba, jugar en alturas elevadas es verdaderamente una tortura, y me ha sorprendido cómo gente que pretende orientar a la opinión pública, incluyendo una Dra. Spielvogel del Instituto de la Altura, digan tan sueltos de cuerpo que se trata de una farsa, o un asunto de sugestión. Pretender minimizar los efectos de la altura, es peor que querer tapar el sol con un dedo, es engañar y engañarse. La altura es terrible, y es peor en Puno que en La Paz, y en Potosí que en Puno. Las recomendaciones son claras, no comer mucho, no beber alcohol y no hacer mucho ejercicio y menos ejercicios violentos, reposar. En otras palabras convalecer hasta aclimatarse. También la presidenta Bachellet, se ha apresurado en dar su apoyo a la nueva cruzada, la invito a que repita sus declaraciones luego de un trotecito alrededor de la Moneda, (de Potosí, por supuesto).
Más allá de las implicaciones de exclusión de la globalización que podría significar ese veto, me pregunto, ¿cuán deportivo es aprovecharse del malestar, del dolor de cabeza insoportable, de las nauseas y de la flaqueza en las extremidades que produce la altura para ganar un partido y acumular unos puntos en un campeonato? ¿Dónde está la altura, en el sentido de hidalguía, o si se quiere de ´Cápac´, (como diría el Canciller), en este comportamiento?
*Agustín Echalar
Es periodista independiente.
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