"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

domingo, 10 de junho de 2007

Criticando o Morales: Política Energética da Bolívia

Política energética nacional - “lista”

El país no lo puede creer. Tenemos las segundas reservas más importantes de gas en el subcontinente americano y el Gobierno ha anunciado que tendremos que importar gas licuado de Venezuela o de Perú, sacrificando nuestras preciosas y bien ganadas reservas internacionales para pagar por esas importaciones. Por otra parte, el Gobierno también ha anunciado que tendremos escasez de diesel, jet fuel, gas natural para la industria y, para colmo, posiblemente, también cortes de energía eléctrica a nivel nacional.
Y, ¿a qué se debe todo este infortunio? Obviamente a que las políticas energéticas del Gobierno parece que no son las más adecuadas pues, como se sabe, los anuncios de incremento de impuestos y regalías, y las recientes acciones y determinaciones tomadas sobre la nacionalización de los recursos energéticos, no han hecho otra cosa que privar a Bolivia de la inversión extranjera a niveles tan espectacularmente bajos, que sólo superamos a las recibidas por Haití durante el pasado año de 2006.
Y esto no es una postura política o una crítica al Gobierno. Es una realidad económica irrefutable. Resulta, pues, que, tal como lo venimos diciendo a través de esta columna y en los programas semanales de televisión a nivel nacional, los inversionistas no son entidades políticas o de beneficencia, como parece creerlo el Gobierno, sino entidades económicas que, en última instancia, toman decisiones racionales en base a las oportunidades que les ofrece cada mercado.
Por lo tanto, a partir del momento en que el país comenzó a hacer pública la “Agenda de Octubre”, se votó por el Referéndum del 2004, se aprobó la nueva Ley de Hidrocarburos y se inició el proceso de nacionalización en mayo del 2006, las empresas extranjeras, particularmente las del sector de hidrocarburos, empezaron a reducir drásticamente sus inversiones en Bolivia, a los niveles más bajos registrados en los últimos veinte años y que, con toda razón, las dirigieron hacia otros países, que ofrecen mejores condiciones de seguridad jurídica y una menor carga impositiva.
Dicho de otra manera —y esta vez en facilito—, el subir impuestos y regalías y el anunciar nacionalizaciones tiene un costo. Ese costo es la drástica reducción de la inversión extranjera —fatal para un país que tiene un bajo ahorro interno— y la consecuente pérdida de los mercados de exportación. Y, otra vez, esa no es una posición política ni mucho menos, sino lo que se enseña en el primer año de toda Facultad de Economía.
Por otra parte, la escasez de estos energéticos tiene también su origen en las equivocadas políticas gubernamentales de los últimos gobiernos y del propio Gobierno actual, respecto a la matriz energética. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que en vez de vender gas licuado, diesel y gasolina a precios subvencionados —cuyo costo alcanza la frívola suma 600 millones de dólares anuales—, lo que el país debe hacer es distribuir gas natural por redes y reconvertir el parque automotor boliviano a gas.
De esta manera, el país podría exportar sus hidrocarburos a precios internacionales, utilizar lo que hoy se pierde en la subvención para invertir en el sector social (entre otras cosas podría pagar el costo del cambio de la matriz energética) y así evitar que, por lo menos el 20 por ciento de esa subvención, que llega a 600 millones de dólares, beneficie a algunos países que, paradójicamente, ahora le van a vender gas licuado a Bolivia.
Parecería entonces que la política energética nacionalista no anda muy bien que digamos; pues, por un lado, no tiene visos de generar los empleos que el Gobierno creía y, por otro, hasta la fecha, sólo ha producido una gran escasez de energéticos a la industria y a las amas de casa bolivianas.
Sería bueno, pues, que Bolivia y los bolivianos repensemos sobre las bondades de esta política en el largo plazo. Esto, sobre todo, antes de que ni siquiera lleguemos a la triste conclusión de que nuestra política energética nacional, en el mejor lenguaje vernacular boliviano, está “lista” y que, por lo menos, se hace necesario revisar otras posibilidades.

http://www.la-razon.com/versiones/20070610_005933/nota_246_438255.htm

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