M. Á.BASTENIER
¿Chavismo sin Chávez?
M. Á.BASTENIER 05/12/2007
La negativa del pueblo venezolano a sancionar una reforma de la Constitución que abarrotaba de poderes al presidente Hugo Chávez, ha sido mucho más una derrota del mandatario que un triunfo, tal cual, de la oposición. El 3 de diciembre del año pasado, en las terceras presidenciales en las que competía y vencía, Hugo Chávez Frías obtuvo el 62% de los sufragios contra el 38% de Manuel Rosales, sosegadísimo candidato de toda la oposición, y esa honda diferencia entre chavistas y antichavistas no hay motivo para suponer que haya menguado, pese a que el poder haya visto cómo se volatilizaban en el referéndum 24 puntos de ventaja.
Esto es así porque, manteniéndose el voto contrario en cifras muy similares a las de 2006, pero con una abstención bastante mayor, la derrota se la han tenido que infligir al líder bolivariano sus propios partidarios, los chavistas antiimperiales, especialmente del partido Podemos, que en algún número han votado que no o, mucho más copiosamente, se han quedado en casa, porque sólo con la oposición titular las cuentas no habrían cuadrado. El resultado es, por añadidura, fuertemente polisémico.
Su primer mensaje consiste en que Venezuela es, básicamente, una democracia. No sólo porque las dictaduras -y muy pocas democracias- jamás pierden este tipo de consultas, sino porque, aunque cabe que recomiéndose los hígados, el presidente ha acatado el veredicto popular, dato que añade uno más a la lista de infundios internacionales que el PP español ha puesto en circulación en los últimos años. Y, por esa misma razón, el referéndum legitima también ex post facto ante todo aquel que de buena fe haya tenido dudas en el pasado, la limpieza de las victorias electorales del venezolano. El camino a un régimen autoritario amparado por una Constitución ad hoc -equivalente a votar democráticamente poderes consulares- puede que se hubiera iniciado ya, pero una parte del chavismo ha dicho: "Por ahí, no".
En segundo lugar, el voto rechaza la construcción del llamado socialismo del siglo XXI, por lo menos hasta que se sepa en qué consiste, y, en el mismo paquete, la idea de Estado patrimonial que en estas últimas semanas ha defendido Hugo Chávez a vueltas de su trifulca con España; el presidente no ha cesado de amenazar con la nacionalización de bancos y la expulsión de todas las empresas españolas de Venezuela, si el rey Juan Carlos no se excusa por haberle mandado callar en la pasada cumbre iberoamericana de Santiago. Y, al margen de que la votación no aleja el peligro de que el presidente proceda contra quien le venga en gana, un gobernante que habla de nacionalización y expulsión de empresas, sin otro motivo que el disgusto que le produzcan (justificado o no, ése no es el caso) las maneras de su homólogo español, es alguien que se siente propietario del país, como los Reyes Católicos -ésos a los que tanto malquiere Chávez- hace 500 años. ¿Sería eso anticipo del socialismo del siglo XXI?
Y en tercer lugar, además de esta coyunda de facto entre oponentes y partidarios desafectos del presidente, hay un gran vencedor de la consulta que es la Comisión Nacional Electoral (CNE), cuyo presidente había garantizado un conteo impecable, y todo parece indicar que así se ha procedido. Un escrutinio que, además, fue indiferente a las pasiones partidistas que desataba, puesto que el poder tuvo que retirar, ya entrada la noche, un anuncio para celebrar la gloria inmarcesible de su triunfo, que había apalabrado con el diario El Nacional de Caracas apenas cerradas las urnas, cuando daba por segura la victoria.
¿Cómo reaccionará el bolivariano ante el desaire electoral? Hay quien teme que el resultado no sólo no modere, sino que aún excite más el furor revolucionario de Chávez y con los considerables poderes que ya posee trate de llevar el agua a su molino. Si así obrase, podría estarse equivocando, como con la convocatoria de la consulta, porque la última y no menos significativa de las singularidades a que apunta el referéndum es que una parte de los votantes habituales del presidente no le harían ascos a un chavismo sin Chávez, o lo que es lo mismo a que un día continuara la obra más o menos socializante de Gobierno alguien distinto del propio fundador. Es lo mismo que decir que no al chavezato, a la conversión de un movimiento político en régimen, sin retirarle, de momento, el sí a Hugo Chávez.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Chavismo/Chavez/elpepuint/20071205elpepiint_13/Tes
Nenhum comentário:
Postar um comentário