16.12.2007Clarín.comEl País
CEOs do Brasil, interlocutores de Cristina
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Por: Silvia Naishtat
Aunque dicen que estaba programada, la salida de Carlos Oliva Funes de la presidencia de Swift, el mayor productor de carne del país ahora en manos del brasileño JBS, simboliza cómo cambiaron los interlocutores. A diferencia de otras multis que prefieren managers locales, en parte porque Argentina pesa poco en sus negocios globales y deciden no traer ejecutivos clave, los brasileños designan brasileños en la máxima posición. Pasa en Petrobras, Camargo Correa y hasta en Quilmes de la belga y cada vez menos brasileña Ambev, que tiene como CEO a Jao Castroneves.
Pero el caso de Oliva Funes tiene un sabor especial. Junto con la familia Bameule son el nombre y apellido de la carne argentina. En octubre los Bameule, famosos por las hamburguesas Paty, también vendieron al brasileño Marfrig.
La adquisición de Swift por JBS en 2004 fue la primera operación de envergadura en este sector. Se llevaron una joya con la planta de Rosario que, de acuerdo a Bernardo Kosacoff, director de la CEPAL, reúne a la mejor mano de obra frigorífica del planeta con una tradición de cien años en el oficio. JBS la convirtió en su plataforma de despegue internacional. Primero adquirió varias plantas aquí y luego dio el salto a EE.UU. Hoy son los principales productores de carne del mundo y número uno en alimentos en su natal Brasil. Este grupo, de la familia Friboi, pasó de 20.000 a 40.000 empleados y de US$ 2.000 millones a US$ 11.500 millones en facturación. Decididamente, una escala superlativa si se mide con los frigoríficos locales que aún quedan en pie.
Por lo demás, Oliva Funes ya tiene su destino asegurado: con un nuevo grupo inversor se dedicará a la producción de carne porcina para que se transforme en un sustituto de la vacuna. Pero al margen de especulaciones interesadas, ha trascendido que resulta difícil digerir en las plantas argentinas la cultura brasileña. Puestos en acción, los manuales de procedimiento en la relación con sindicatos, proveedores y clientes no son los mismos. Y cuentan que la presión por bajar costos y exportar se hace notar demasiado.
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