"Desde mi punto de vista –y esto puede ser algo profético y paradójico a la vez– Estados Unidos está mucho peor que América Latina. Porque Estados Unidos tiene una solución, pero en mi opinión, es una mala solución, tanto para ellos como para el mundo en general. En cambio, en América Latina no hay soluciones, sólo problemas; pero por más doloroso que sea, es mejor tener problemas que tener una mala solución para el futuro de la historia."

Ignácio Ellacuría


O que iremos fazer hoje, Cérebro?

domingo, 1 de agosto de 2010

El “hijo de puta” en Argentina, tem até um dia de celebração

El insulto devaluado

TEXTO JOSÉ VALES • CORRESPONSAL
El Universal
Domingo 01 de agosto de 2010

Expresiones que en muchos países resultarían ofensivas, en Argentina bien pueden usarse como elogios

BUENOS AIRES.— Todavía no se lo ha declarado festivo, pero por algo se empieza. Mañana, 2 de agosto, los argentinos celebrarán por primera vez “el día del hijo de puta”, a instancias del piquetero oficialista y ex funcionario de gobierno Luis D’Elia, quien propuso, para tan peculiar evento, utilizar la fecha del cumpleaños del ex dictador Jorge Rafael Videla.

Pero en Argentina, la expresión “hijo de puta” es tan común como lo es en México el “güey”, al punto que hay quienes hablan de la “devaluación del insulto”.

La propuesta de D’Elia encontró eco de inmediato. Más de 46 mil usuarios en la cuenta de Facebook, y Barcelona, una revista de humor que parodia al matutino Clarín, apoyaron la moción. Barcelona incluso presenta, en su más reciente edición, una galería de fotos con “hijos de puta” famosos, donde aparecen varios represores, así como los ex ministros de Economía José Alfredo Martínez de Hoz y Domingo Cavallo y hasta el ex presidente Carlos Menem. Pero el cumpleaños 85 de Videla, la cara visible de la dictadura (1976-1983), ha sido la fecha escogida por haber sido él el primero de los presidentes de facto y porque aún se siguen acumulando procesos y condenas en su contra por violaciones a los derechos humanos.

Apenas el 7 de julio fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de 31 presos políticos.

Pero la hijoputez nacional no se termina en Videla, según lo aclaró en su momento D’Elia.

“Acá ha habido un montón de hijos de puta: Menem, (Eduardo) Duhalde y (Fernando) de la Rúa, el ex ministro Domingo Cavallo... Podría nombrar tranquilamente 150 ó 200 hijos de puta”, dijo. Cuando le preguntaron si el ex presidente Kirchner se engloba también en esa categoría, D’Elia no dudó en responder que “es también un hijo de puta… aunque en el buen sentido”.

Y es que, en Argentina, el más grande de los insultos del castellano puede ser también el mayor de los elogios.

“¡Qué hijo de puta!” suele decirse cuando alguien se destaca en una jugada en el futbol. También puede ser un florido piropo. ¡Qué hija de puta, qué joven que te ves!”. La expresión es tan común como otras que suelen utilizar desde adolescentes argentinos de 16 años hasta adultos de 40 ante cualquier pregunta: “Nada. Estaba trabajando, pero nada. Tenía ganas de tomar un café, nada… pasar el rato.”

“Nada”, como carencia de ideas, que bien puede significar que “no pasa nada” o que estamos en eso, “en la nada”.

Otra perlita: el “no” antepuesto a cualquier respuesta o el “Digamos”, decorando hasta la más nimia explicación. “No, pero bien….”, “digamos que estamos en un modelo de acumulación… Digamos que eso representa al país…. Digamos, digamos…” metido dos, tres, cuatro veces en cualquier enunciado que, al final, no dice nada.

De esta suerte, la “hijoputez”, como recurso lingüístico se usa tanto para referenciar al generoso y al estafador, o al “Señor o al ladrón”, en honor a esa Biblia argentina que es el tango “Cambalache”. “Todos somos un poco hijos de puta, si querés. Siempre en nuestros términos: los Videla y los Messi, por su genialidad con la pelota; por haber cometido algún acto indebido, alguna cagada o por haber hecho algo muy bueno”, explica Pablo Marchetti, director de Barcelona y líder de la banda de rock Falopa.

Mañana será, pues, “el día del hijo de puta”, un día para recordar la etapa más siniestra y despreciable de la historia reciente del país. Y, en medio de tantos significados que “hijo de puta” pueda tener, éste no deja de ser un aliciente, porque significa comenzar a llamar las cosas por su nombre y reconocer a cada quien con su calificativo apropiado.

http://www.eluniversal.com.mx/internacional/vi_69056.html

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